Personajes petrerenses (I): Don Miguel Amat Maestre

Entró en contacto con los grupos literarios de la capital y se dio a conocer como hábil versificador de temas religiosos. Participaba en las veladas literarias llevadas a cabo en el palacio del Barón de Mayals, don Alejandro Harmsen García, y en la que se reunía cada viernes en la casa del poeta ciego y buen amigo suyo, Juan Vila-Blanco, llamado el «Milton alicantino», en la que intervienen también los poetas Loma Corraldi, Campos Vassallo, Calvo Rodríguez, Nicasio Camilo Jover, Carmelo Calvo…

 

Otro momento estelar es la celebración, el día 8 de Diciembre de 1.872, en la Iglesia de Santa María de Alicante, de una sesión sacro-literaria para conmemorar la fiesta de la Purísima Concepción. (12) El poema leído por don Miguel, «Oda a la Purísima», fue elogiado, al decir del mismo Amat en sus apuntes biográficos, por monseñor Rampolla, Secretario de Estado del Papa León XIII, con estas palabras: «Yo no dudo que llegará un día, si no ha llegado ya, en que pueda decir Valencia a Sevilla: si tú tienes la honra de haber producido el primer pintor de la Inmaculada, yo tengo la honra igual de haber visto nacer bajo mi cielo al primer cantor de la Purísima Virgen.»

Pero el mayor acontecimiento, el mayor éxito de don Miguel, fue con ocasión del certamen poético celebrado en Alicante el 8 de Mayo de 1.876, brillantísimo acto organizado para inaugurar el Teatro Principal, y que era gemelo de los Juegos Florales que habían proliferado en varias ciudades españolas. Se presentaron 162 composiciones a los seis premios establecidos:

1.°,         Corona de Laurel a la mejor Oda a la Patria.

2.°,         Rosa de Oro y Plata a la mejor composición poética a la Virgen.

3.°,         Pluma de Oro y Plata al mejor romance basado en un asunto histórico del Reino de Valencia.

4.°,         Lira de Plata a la mejor composición «A Alicante».

5.°,         Pensamiento de Oro a la mejor leyenda en prosa sobre un episodio de la guerra civil.

6.°,         Pluma de Oro al mejor canto «A la Libertad».

El romance «Don Jaime el Conquistador», de Amat, fue premiado con la Pluma de Oro y Plata, y es justo señalarlo, fue con mucho la mejor composición presentada al certamen. Amat, además de leer diversos fragmentos de su poema, fue el encargado de pronunciar el discurso de agradecimiento, palabras que pese a su brevedad expresan su concepto del arte:

«No existe verdadera civilización de un pueblo si los progresos materiales no van acompañados de los intelectuales y morales; porque la sociedad, lo mismo que el individuo, no vive sólo de pan ni se satisface con el oro, ni siquiera con la ciencia, sino que exige, necesita también de amor, y como expresión del amor, de las bellas artes… que siempre son la aspiración de la humanidad al Infinito; siempre son las misteriosas y purísimas alas del alma para volar a Dios». (13)

El poema, publicado a finales de 1.876, es uno de los mejores libros de Amat. (14) Sobre el núcleo inicial de su otro poema «A la conquista de Valencia», premiado en los Juegos Florales valencianos de 1.859, compone ahora un extenso romance histórico que narra detalladamente las hazañas de don Jaime. El libro, que lleva un prólogo de Jaime Vila-Blanco, era especialmente válido en su momento por el acopio de notas extraídas de Zurita, Boix, Muntaner, poemas trovadorescos… además, por supuesto del valor literario del poema, que consigue momentos de gran lirismo.

Dº Luisa Maestre Rico, viuda de Ramón de Montengón, casada en segundas nupcias con D. Miguel Amat Maestre. Foto de 1.880.

Su éxito fue fulminante. Envanecido por él, pensó que había llegado el momento de emprender más altos vuelos y, con lo que cree suficiente bagaje, marcha en julio de ese año a Madrid, donde estará hasta 1.883. Pero el haber sido miembro de la Comisión Permanente, el haber colaborado en revistas y periódicos provinciales, el haber tenido un despacho jurídico de prestigio o haber triunfado en unos Juegos Florales, no fueron suficientes, sin duda, para situarle en el puesto al que aspiraba que no era otro que ser diputado a Cortes.

El mismo, en su «biografía», intenta justificar su fracaso: «Si el Sr. Amat no hubiese tenido que abandonar su patria, Valencia, por enfermedades y circunstancias de familia, ya hubiese estado cansado, cuando llegó la revolución de Septiembre, de ser diputado a Cortes en representación de la ciudad del Cid. Pero ¿Por qué no en la provincia de Alicante? Por dos razones: 1.° Porque el Sr. Amat, con una modestia excesiva, no ambicionaba nada, lo cual venía perfectamente a los caciques de la provincia que deseaban la Diputación para ellos o para sus parientes y paniaguados y 2.°, porque los sentimientos de justicia que abrigaba el Sr. Amat, eran incompatibles con la tendencia a la arbitrariedad y al despotismo que dominaban en aquella época y que tantos perjuicios causaron a España. Pero de todas maneras, es verdaderamente de lamentar que un hombre de las condiciones del Sr. Amat no mereciese sentarse en los escaños del Congreso, cuando tanto bien podría haber hecho a la Patria desde ellos.

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