Personajes petrerenses (I): Don Miguel Amat Maestre

Uno de los más emocionantes y al mismo tiempo de los más sencillos y sinceros poemas de Amat es aquél en el que recuerda la corona de flores de novia, un mechón de su cabello y el ramo de azucenas que llevaba Carmen el día de su boda:

Hoy que triste y lejos de ella,

doliente el alma, no aspiro

su dulcísimo suspiro

ni contemplo su faz bella…

 

¡Qué gratos recuerdos son

los que por mi mente giran

cuando mis ojos os miran!..

 

Al veros, prendas de amor,

su imagen brota en mi mente:

yo os guardaré eternamente

corona, rizos y flores.

Gracias a la ayuda de sus amigos de Alicante, quienes le introdujeron en los círculos literarios y políticos de la capital, pudo superar esta crisis. Y así lo vemos, tras los importantes sucesos históricos de la revolución de «La Gloriosa», iniciar su aventura política, presentando su candidatura como diputado provincial por el distrito de Monóvar (que incluía lo que hoy puede considerarse la comarca del Medio Vinalopó). Las elecciones se celebran los días 2, 3 y 5 de Febrero de 1.871. Don Miguel obtiene en Petrel 288 votos frente a los 275 conseguidos por el otro candidato, don Francisco de Paula Rico. (7)

El 21 de Febrero toma posesión como vocal de la Comisión Permanente de la Diputación. Una de sus primeras actividades la encontramos reflejada en el periódico «El Constitucional» (1 de nov. 1.871), cuando, con ocasión de la terrible epidemia de viruela que afectó a Elda en el otoño de ese año, encabezó con 2.000 reales una suscripción provincial para socorrer a los afectados.

Aunque en su biografía exagera en demasía su labor en la Diputación, «cuyo peso -dice- llevaba casi todo él sólo, tomando parte en las discusiones en que se trataba de los intereses de la provincia o del Estado o del individuo, redactando las exposiciones que se dirigían al Cuerpo Colegislador o a los ministros, y contestando a los periódicos que criticaban los acuerdos de la Diputación o de la Comisión Provincial», lo cierto es que su labor no fue excesivamente relevante. Después de haber leído todas las actas de las sesiones celebradas desde 1.871 a 1.876, he comprobado que faltó con relativa frecuencia; que, efectivamente, se opuso a una cuenta de gastos de 17.000 duros, ocasionada como consecuencia de la visita de los reyes Amadeo y Victoria a Alicante en Marzo de 1.871, (sesión del 3 de Abril), pero sin el dramatismo con el que lo expresa: «Mis compañeros estaban todos pagados. Yo me opuse, y cuando el Presidente dijo «a votar», dije: Vs. votarán lo que quieran, pero yo me marcho a casa, tomo mi pluma y digo al público lo que debo decir. Resultado, que la cuenta quedó reducida a más de la mitad.»

También se opuso, y mucho más levemente, al ferrocarril Alicante-Alcoy, pero su presunción es enfermiza al escribir, con respecto a ello, lo que sigue:

«Todos estaban pagados. A mí nadie se acercó, pero el expediente nunca se despachaba. Maisonnave lo tomó como una ofensa personal y me desafió a mí, que como don Diego, el de «Flor de un día», mataba a las golondrinas con bala y era digno rival en la esgrima de mi maestro valenciano don Francisco Vives, pero mis creencias religiosas no me permitían batirme, y le hice considerar que él tenía una buena esposa y dos niñas como dos ángeles, y yo un pobre niño que quedaría sin padre ni madre si la suerte me era contraria.»

Es evidente que estos recuerdos son desproporcionados con la realidad, porque nada de esto sugieren las Actas, como tampoco su oposición a la construcción del Hospital Provincial de Orihuela en los términos en que se expresa:

«Me llamó el gobernador diciéndome que el ministro deseaba complacer a sus amigos de Orihuela. Me habló Santonja y don Tomás Capdepón, me escribió don Andrés Revaliato (8) (sic), gran cacique moderado y grande amigo de mi padre, brindándome con pasar 15 días en su casa. A todos contesté: mi conciencia me lo impide. Vino la discusión en la Diputación. Hablé, se empató en primera vez, volví a hablar, volvió a votarse, tuve mayoría. No se concedió el hospital a Orihuela.»

Lo sorprendente -y que él oculta- es que la realidad de las Actas notifican que el 2 de Agosto de 1.872 fue suspendido de su cargo juntamente con los diputados que, en la sesión del 30 de Junio de ese año, se opusieron a un pucherazo en las elecciones municipales de Denia. Tal oposición no gustó al gobernador Eladio Lezama, y éste mandó la sustitución de todos los diputados de la Comisión Permanente. Pero lo curioso es que en dicha sesión no estuvo presente don Miguel; de ahí su reclamación confirmando su ausencia:

«Don Miguel Amat y don Antonio Corona, acatando y cumpliendo las expresadas disposiciones deben consignar, sin embargo, que ellos no estaban en dicha sesión y no tienen por ello responsabilidad del acto, y protestan por su suspensión y remplazo por otros señores diputados.» (9)

Pero no valieron coplas. Ambos fueron suspendidos y reemplazados. Amat no volvió a la Comisión hasta el 26 de Marzo de 1.874, tras el paréntesis de la República, y le cupo en suerte ser el Presidente de la Comisión en los conflictivos días del derrumbamiento político y del pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto. Las actas de esas sesiones demuestran palmariamente el talante poco ortodoxo que en estas cuestiones guiaba a don Miguel. (10)

A pesar de todo, el 7 de Enero de 1.875 son cesados todos los diputados y sólo por R.O. del 10 de Junio del mismo año vuelven a ser nombrados para componer la Comisión Permanente, siendo Amat presidente de la misma durante el último trimestre del 75 y primero del 76. El 19 de Julio firma por última vez como diputado antes de que se le conceda un mes de licencia, pero el 12 de Septiembre aparece su puesto vacante por renuncia.

Este fue en realidad su paso por la Diputación y por la política activa, mucho menos importante que lo que reflejan sus escritos, pero sin duda un período que estimará como el más feliz de su vida. Trasladó su despacho de abogado a Alicante, consiguiendo gran fama y espléndido éxito económico. Fue también entonces cuando renació en él su pasión poética, uno de cuyos momentos estelares lo marca el instante de la lectura de un poema de bienvenida a los reyes Amadeo y Victoria, leído en la cena que el Ayuntamiento y la Diputación alicantina celebran en honor de los Reyes el 17 de Marzo de 1.871:

«Don Miguel Amat, abogado de reputación y diputado provincial por Elda, modesto y tímido hasta lo sumo, entrega al señor duque de Tetuán para que lo presente a S.S.M.M., no atreviéndose a hacerlo por sí mismo, unos versos dedicados a la reina e impresos en una gran vitela con preciosos relieves primorosamente ejecutados, que revela un indisputable mérito artístico.» (11)

Pero una vez más, la ingratitud del destino se cebó en este hombre, pues tras la marcha de los reyes, éstos enviaron desde Madrid honores y condecoraciones para casi todos los diputados. Uno de los pocos que no consiguió siquiera una mención fue don Miguel. Quizá lo impidiera aquella oposición a la cuenta de gastos de la que hice referencia anteriormente.

D. Miguel Amat en su época de diputado. Alicante 1872.

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