Por más o menos estas mismas fechas en 2013, la Mina de Puça decidió dar señales de vida tras 25 años y, desde entonces, como sus millones de litros se han vertido a la rambla, hemos disfrutado, con algunas interrupciones, de un paraje impropio de la localidad, con un riachuelo casi permanente y una exuberante vegetación. Pero antes de que el agua de la histórica mina volviera a brotar, días de lluvia como estos últimos también aseguraban, al menos durante unas jornadas, un riachuelo en la rambla de Puça, gracias a las «tabaries».
Las «tabaries» son surgencias de agua que brotan tras lluvias constantes, que se filtran en el terreno y rellenan acuíferos y torrentes subterráneos. En la publicación lo hemos grabado en varias ocasiones y conocemos la ubicación de los mismos; ¡qué decepción cuando nos hemos encontrado en vez de ello con nuevos vertidos ilegales en la rambla! Se trata de escombros de algún derribo, abandonados junto donde se une el agua de varias «tabaries» -que estarán activas mañana o pasado-.
Asociaciones medioambientales y partidos políticos han denunciado en los últimos años la aparición de vertidos en la rambla, y la situación no se ataja. Ante tanta crítica, el ayuntamiento, a pesar de ser la gestión de la rambla responsabilidad de la Confederación Hidrográfica del Júcar, promovió el verano pasado una jornada de limpieza con voluntarios: se sacaron 180 bolsas de basura industrial, pero se necesitan más actuaciones.