Era una escena generacional y perecedera, con esa belleza de lo efímero que atrajo a docenas de vecinos en estas fiestas de Semana Santa: hablamos de esa Rambla de Puça con dos saltos de agua (en el Molí del Salt y el Molí de la Pólvora), prácticamente un lago (como verán en el vídeo) y el discurrir del líquido elemento hasta el pueblo.
Es curioso observar también cómo ya ha habido quien se ha preocupado (desconocemos su autoría todavía) por embalsar y encauzar el agua -el «embalse», bien realizado, es de 5×4 metros-, además de dejar mensajes a los visitantes. El agua de la mina (cuyo acceso ahora está cerrado con candado; así como están con candado también todas las arquetas de su cauce), por cierto, no ha menguado desde que dimos la noticia.