SILENCIO Y PAZ EN EL CAMPO
Nacía, lentamente, la mañana
y llegaba una brisa tempranera.
Oculto estaba el sol, en larga espera,
por dar luz a la umbría y la solana.
Allí estaba la paz, cerca y lejana,
en aquella feliz hora primera.
Una paz a la vez honda y ligera
que tan sólo alteraba una fontana.
La paz era la augusta soberana,
aquel día de dulce primavera.
Paz en la cumbre, paz en la ladera,
paz, en el campo, del silencio hermana.
No se veía actividad humana,
ni se oían ruidos ni rumores.
Estaban silenciosos los alcores
y en silencio también, la tierra llana.
Entre suaves y nítidos albores,
llegaba, poco a poco, el nuevo día,
y encontré lo que el campo me ofrecía:
El silencio y la paz. ¡Mis dos amores!
SALUTACIÓN (A las Abanderadas)
Ya la gentil Primavera
su eterna canción nos canta
y la leve golondrina
el cielo azul cruza rauda,
rubricando el firmamento
con la punta de sus alas.
Ya está abierta en el alcor
la flor de la mejorana
y el aire llenan de efluvios
el tomillo y la retama.
Ya todo es suave armonía
y es más deslumbrante el alba.
Ya llega, desde muy lejos,
la sutil aura serrana,
y retoza de contento
y brinca de gozo el alma
Desplegad ya la sonrisa,
gentiles Abanderadas,
que por algo sois las Reinas
de la Fiesta petrolanca.
Salid, salid a la calle,
donde os esperan cien lanzas,
para rendiros honores,
y unas curiosas miradas
para observar vuestro garbo,
aquilatar vuestra gracia
y contemplar la belleza
que se asoma a vuestras caras.
Salid, salid, primorosas,
que mi Petrel os aguarda.
¡Por algo sois la alegría
de la sin par Fiesta maya!
LA FIESTA DE MOROS Y CRISTIANOS
Del sol, fuertes raudales la iluminan;
de mayo, suave brisa la embalsama
y fantasía pródiga la inflama
de mitos que en la Arabia se originan.
Matices y colores que fascinan
exornan nuestra fiesta y le dan fama
y en torrentes la gracia se derrama
cantando escenas mil que se combinan.
Arcabuces. Retumbos del cañón.
Levantar el histórico pendón,
vencedor de las fuerzas infernales.
Embajadas. Desfiles medioevales
y amplia visión de tiempos muy lejanos
constituyen los Moros y Cristianos.
COMO TODOS
Yo nací, como todos, entre llantos
y en mi vida, quizás algo azarosa,
tuve una juventud fresca y hermosa
y, como todos, duelos y quebrantos.
Como todos, yo sé de desencantos,
cómo pasa la vida, presurosa,
y también, de la herida dolorsa
que a todos abren desengaños tantos.
Quiero hundir mi pasado en el olvido.
¡Qué más da lo que soy o lo que he sido…!
Pues si un día llegué para vivir,
no importa si entre rosas o entre lodos,
lo importante es que tengo que morir.
Como todos también. Igual que todos.
TUS MANOS ENTRE LAS MÍAS
(A mi esposa)
Tus manos, entre las mías,
me transmiten su calor,
hecho de paz y ternura
bajo el palio de tu amor.
De un amor sin rebeldías,
interminable y entero,
sin sombra de medianías.
Tus manos, entre las mías,
profundizan mi bonanza.
Me traen la remembranza
de aquellos felices días
en que yo te conocí.
Cuando te dije: «Te quiero,
en ti confío y espero»,
y me dijiste que sí,
que también tú me querías,
mientras, tímida y honesta,
de rubores florecías.
Tus manos, entre las mías,
a mi vida dan aliento.
Hontanar de mi contento
lavan mis penas sombrías.
Henchidas de hondo cariño
están, de amor duradero,
profundo, fiel y constante,
renovado cada instante
sin el menor desaliento;
de un amor, para mi bien,
que nunca se llevó el viento.
De un amor sin bastardías,
que no ha sabido de brumas
ni conoce lejanías.
Esas manos que acarician
las que yo tengo, tan frías,
me hablan un mudo lenguaje
y dicen que en mí confías.
Que si he perdido prestancia
y jóvenes energías,
tú aún me sigues queriendo,
y me das vida poniendo
tus manos entre las mías.
Homenaje a Enrique Amat from petrer.tv on Vimeo.