Una voz con oratoria. Su retirada de la fiesta estuvo marcada, como sabemos, por el cambio de las fechas tradicionales para que su celebración coincidiera con los fines de semana. Fue una retirada discreta que dejó callada su voz. Pero en 1986, sí es el cáncer el que silencia sus cuerdas vocales. Una de las heridas de guerra, con el tiempo, le pasó factura, ya que una de las balas le penetró cerca de la garganta. Dejó en silencio una voz con una oratoria digna de mencionar pero no la palabra escrita, que siguió atesorándola:
Llévame ya, Dios mío, hasta tus lares,
apiádate, Señor, de mi amargura,
tres años llevo ya en desventura,
tres años entre sombras y pesares.
Desalientos, Señor, a centenares
ensombrecen mi vida, y la negrura
de mi humano dolor en mí perdura
y me hunde en el agua gris de grises mares. (1989)
En la muerte de Dámaso, mi amigo. La noticia del fallecimiento de Dámaso Navarro le causó una fuerte melancolía, dedicándole un poema:
Por tu sincera amistad,
tu honradez acrisolada,
y por tu hombría de bien
nunca jamás desmentida,
vivirás en mi recuerdo
y tu imagen personal
en mi memoria estará
sin final y sin medida…
Nuestras dos hermanas vidas,
que la muerte ha separado,
pronto se verán unidas,
pues pronto, Dámaso amigo,
muy pronto estaré a tu lado…
Mi manera de pensar. Con el patrocinio del Ayuntamiento de Petrer se edita el libro en 1991. Es el resultado de la primera obra exclusiva de Enrique Amat, donde se recopila una parte importante de sus trabajos en prosa, donde surge la personalidad de un hombre enraizado en la tradición y fiel a sus principios religiosos. En una de sus páginas nos dice: Mi fe es una fe entera, indestructible, aliento de mi vida, latido de mi corazón. Una fe que nadie me puede comprar porque, desde luego, yo no la pienso vender.
Mi poético sentir. Dos años después, en 1993, el Ayuntamiento edita otro libro con un contenido de 130 poemas. Coincidimos con Adelino Catalayud, que es quien firma el prólogo del libro, al afirmar que a su esposa están dedicados tres poemas conmovedores: Su contexto hondamente humano y su correlato represado en singular capacidad emocional, logran alcanzar las cumbres más altas del libro que prologamos. Uno de los poemas lleva por título «Quiero tenerte a mi lado»:
Quiero que estés a mi lado
para que puedas tú cerrar mis ojos
cuando nuestro romance haya acabado
y entre sus versos crezcan los abrojos.
La estatura poética de Enrique Amat. Posteriormente a la edición del libro, aparece en el semanario local un artículo, con el título «La estatura poética de Enrique Amat» firmado por el profesor José Luis Bazán López, del cual hacemos la siguiente transcripción:
-… Nuestro amigo Enrique pertenece a esa raza de poetas descubridores que van elevando sus experiencias a la altura del corazón. Muchos de nosotros captamos vagamente algunas vivencias pero somos incapaces de grabarlas para siempre en nuestro espíritu. Esta es la diferencia, sus sentidos están muy bien dotados para ver; observar, advertir; admirar; discurrir y lograr. Tiene la envidiable facilidad de ver con novedad todo lo que es habitual (…) La finalidad de Enrique es muy explícita; cuando hayan pasado los años, alguien que coja este libro, comprenderá que está lleno de cariño hacia lo que él ama, sus amores se cuelan entre las rendijas de sus versos; por todo estoy por su autenticidad, humanismo y voluntad, sus estatura poética sobrepasa su propia huella.(Bazán, 1993)
Mi personal opinión sobre casos y cosas. El 21 de marzo de 1997 estaba prevista la presentación de su tercer libro, en otra edición de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Petrer. A través de esta publicación, primer título de la colección «Mosaico», pretendían rendir homenaje a su figura humana. Un mes antes, aquejado de molestias, le habla a su esposa de hacerse una revisión médica. De repente surgió lo inesperado. Cuatro días antes de la presentación del libro, que ya había sido aplazada, Enrique Amat nos dejó. En sus páginas nos desvela el camino que le queda por recorrer:
Es un camino difícil,
difícil y complicado,
pero es sendero de luz
que ante mi se abriera un día
por la fuerza de mi fe
y mis anhelos humanos
de alejarme del pecado.
Ahora, ven a ayudarme
en mi ya torpe andadura
y a conseguir la ventura
de en ese cielo quedarme:
Y pues tienes en tus manos
la suerte de mi destino,
Ven y ayúdame, Señor,
Hasta llegar al final
de mi difícil camino. (1994)
Quiero tenerte a mi lado. La noche del lunes, 17 de marzo de 1997, la quietud prevalecía en una habitación de la cuarta planta del Hospital Comarcal. Enrique se encontraba casi inerte en la cama, su frías manos eran cálidamente sostenidas por las de Virginia que le transmitía amor y calor de vida. A las ocho de la mañana, con un cuerpo abatido, dijo calladamente adiós:
Tus manos, entre las mías,
ya al final de mi camino,
son como un sol matutino
que siempre me alumbrará…
Y en estas horas tardías
de mis días que se acortan,
sólo tus manos me importan.
¡Manos de mis alegrías! Esas manos que, si tuyas,
han sido y son también mías.
El libro póstumo. El 26 de septiembre de 1997 se presentaba en el salón de actos de la Biblioteca Municipal el libro que recoge los últimos escritos del autor. La masiva asistencia de público saturó la pequeña sala de actos. Por cierto, quien suscribe este trabajo literario junto con un grupo de personas, estuvo oyendo la presentación del libro fuera del recinto, en las escaleras que acceden a la puerta de salida del edificio. De las poesías que dedica a Virginia reproducimos una parte de No quiero vivir sin ti:
Yo ya tengo el alma herida
por mi constante sufrir.
Lo mío ya no es vivir,
solo es arrastrar la vida…
No sé qué será de mí,
y pues mi vida es tan dura,
un deseo en mi perdura:
¡No quiero vivir sin ti!
La perpetuidad de su obra. El fallecimiento no impide que su obra se haya perpetuado en las raíces legítimas de nuestra sociedad. Su frenesí dispone de pautas que emergen, versos donde la razón humana prevalece en su expresión más sencilla y generosa. Rezumaba por los poros de su piel el intenso amor que profesaba por el pueblo que lo vio nacer y lo forjó en sus ideales culturales, tradicionales y religiosos. Sin duda alguna, honra la memoria colectiva por ser un hombre significativo en nuestra sociedad en el último tercio del siglo XX. Poeta, escritor, pensador, soñador y de inquietud intelectual. Enrique Amat asiste por la senda de su inspiración a los amores del poeta, así lo insinúa su vena poética:
Aunque humilde, me has dado honrada
cuna.
Junto a ti transcurrió mi primavera.
Eres tú la visión más lisonjera
y el ingente caudal de mi fortuna.
Y no habrá -te lo juro- fuerza alguna
que pueda separarme de tu vera,
pues tú me diste la ilusión primera:
oro de tu sol, plata de tu luna.
Estás tan abrazado a mi destino
que nunca olvidará la mente mía
tu perfil conocido y luminoso.
Aquí quiero correr todo el camino
y que tu tierra y tu ciprés, un día,
cubran mi carne y celen mi reposo.
BIBLIOGRAFÍA:
S. A.: «Centro Cultural Enrique Amat» en El Carrer, n° 302- 4/11 junio 1999.
Amat Payá, E.: «A modo de autobiografía» Mi personal opinión sobre casos y cosas. Petrer, 1997.
Díaz Amat, R: La enseñanza en Petrer, siglos XVII-XX, pp.66,69 y 70. Petrer, 2001.
Amat Payá, E.: «Repican las campanas», en Revista de Moros y Cristianos, n° 23 Petrer 1962
Poveda López, V: «Paco Molla. La vida del poeta ha comenzado», en Festa. Petrer, Ajuntament, 2009.
Navarro Guillen, H.: «El hombre que quiso ser moro», en Revista de Moros y Cristianos, n° 55 Petrer, 1994.
Poveda López, V.: «Un poeta de Petrer», en El Carrer, nº 250 -8/15 mayo 1998.
Junta Rec. Parroquial «Un piso de Mármol para la Iglesia«. Memoria, octubre 1956.
Poveda López, V.: «La Mahoma. Una gigante con la cabeza de cartón piedra«.
Bazán López, J. L.: «La estatura poética de Enrique Amat» en El Carrer, n° 157 – junio/1993.
Pavía Pavía, S.: «In Memoriam» en El Carrer, n° 197- 4/11 noviembre 1997.
FUENTE ORAL:
– Virginia Vicedo Rico (Petrer, marzo 2011).