Enrique Amat: los amores del poeta


*Nota: publicado originalmente en la revista Festa 2013
Petrer sabe honrar a sus poetas y, como no podía ser de otra manera, les dedica calles, plazas, centros educativos o, como en este caso, además de una calle, el Centro Cultural que lleva su nombre, centro que abrió sus puertas en la primavera de 1999 para completar una infraestructura sociocultural municipal en el barrio de la Frontera. Cuenta con una biblioteca pública, dotada de una sala de adultos y otra infantil. También dispone de servicios de consulta bibliográfica, material audiovisual con equipamiento informático para consulta de CD-rom e Internet. El presente trabajo literario lo hemos realizado coincidiendo con el primer centenario del naci­miento de Enrique Amat Payá (1912-2012), con la intención de poseer un mejor conocimiento de su perfil humano.

La familia de Enrique Amat. En el seno de una familia acomodada de agricultores nace en Petrer el 4 de octubre de 1912, en la calle Mayor, Enrique Amat Payá. Fue el segundo de cuatro hermanos, la mayor Leonor y los dos pequeños Pepe y Vicente. Su padre, Enrique Amat Pérez, poseía fincas en la Foia Falsa y en Salinetas. Su madre, Delfina Payá Poveda, tenía la fin­ca Fontanars en la partida del Palomaret. Adquirieron una casa en la calle Prim, n° 5, trasladándose de residencia, y varias casas en la calle Pedro Requena con fachada a la calle José Perseguer.

La escuela nacional en la plaça de Baix. Durante su in­fancia asistió a la escuela pública en la Plaza de la Constitución, actualmente Plaça de Baix. Inició una perdurable amistad de juventud con dos alumnos: José María Tortosa Poveda y Dá­maso Navarro Navarro. Sus maestros fueron Francisco Vicente Climent Nadal, natural de Dénia y posteriormente Manuel Teo­doro Caparros González, de Crevillente. Este profesor estuvo en Petrer más de diez años. Era una persona culta, de los que de­jaron recuerdos entre el alumnado y el pueblo. Fue director del colegio y concejal del Ayuntamiento. Con el presbítero Conra­do Poveda introdujeron en la escuela actividades extraescolares con funciones teatrales que se representaban en el teatro Cervantes con la lectura de poesías.

La fabrica de calzados Luvi. Enrique Amat, con catorce años, de la mano de su pri­mo Gabriel Brotóns Payá, «Anselmo», comenzó a trabajar en «Calzados Villaplana S. A.» de ayu­dante de oficina. A partir del verano de 1933 la sociedad aparece con la denominación de «Calzados Luvi, S.A.». Es en otra empresa, «Calzados Italina», propiedad de su hermano Vicente Amat, donde ejerce de jefe de perso­nal y dirigente de contabilidad.

Deportista y soñador. Por sus inquie­tudes deportivas perteneció a la peña con nombre fúnebre: «El Tétrico». Era filial del equipo local de fútbol, el popular RIP, «Rea­lidad Ibérica Petrelense» de la que fue su primer presidente: época juvenil y deporti­va que siempre recordó con cariño. Al joven Enrique también le gustaba deambular por el casco histórico de Petrer, inspira­ción que exteriorizaba así:

Calles caprichosamente trazadas, siempre propicias para la evocación, para el misterio, para el ensueño… –. Por la Plaça de Baix y sus aledaños se impregnaba de vivencias, junto a la iglesia que tantas ve­ces visitaba, y de la que escribiría:

Yo he vivido a mi manera,

con escasas pretensiones,

con muy pocas ambiciones

por mi voluntad austera

 

Mas siempre tuve inquietudes

sociales y religiosas.

Y por sentir ambas cosas

atesoré ingratitudes…

En 1925 con sus padres y hermanos.

La plaça de Baix . En la plaza del ayuntamiento se encuentra la casa n°. 6, cuya fachada conserva el reloj solar data­do en el año 1888, pertenecía a su abuelo paterno Enrique Amat Maestre, casa en la que pasó momentos felices en tiem­pos de tempranos amores. En su afición literaria pudo influirle la nutrida bibliote­ca que poseía su abuelo, ya que pasaba, sin apenas darse cuenta, horas leyendo. De su ascendencia familiar nos hace el siguiente relato: Mis antepasados paternos fueron todos abogados y médicos. De entre ellos descolló Miguel Amat Maestre, mi tío abuelo, que fue abogado de mucha categoría y vicepresidente de la Diputación de Alicante. Su área de actuación, aparte del bufete particular que poseía en Madrid, se extendía al Tribunal Supremo y al Consejo de Estado (Amat, 1997:21).

Su madre Delfina.

La Festa de Sant Bonifaci. Por aquel entonces la fiesta no al­canzaba, en número, a una de las diez actuales comparsas. Empezaba el despertar el alba y, al mediodía, los festeros con la azada al hombro se dirigían a la fértil huerta petrerense, ya que, por turnos, tenían que regar sus huertas. Una sociedad en la que una de las pocas cosas extraordinarias que al parecer, existía, era la entrañable Festa de Sant Bonifaci. Años duros de los que Enrique Amat, en uno sus escritos, nos dice: Cuando ser  festero no era un lujo sino un sacrificio profundo y desinteresado.

Finalizada la fiesta de 1930, el tío Pajuso entrega la presiden­cia de los Moros y Cristianos a José María Román Maestre. Éste constituye su Junta de Gobierno que perdura 27 años contando en la vicepresidencia con Trinitario Poveda Payá; como tesorero, Juan Bautista Poveda «Sevilet» y de secretario Enrique Amat Payá (probablemente desde 1935). De niño desfiló de flamenco, pero lo que le satisfacía era salir en el bando moro. Su entusiasmo afloraba a flor de piel:

«Yo no sé qué tiene esta Fiesta singular que arrastra tanta voluntad, que mueve tanto entusiasmo, que se adueña de tanto espíritu, que lleva la alegría a tantos hogares, que hace la risa femenina más cantarina y que, me atrevo a firmarlo, consigue que los propósitos de todos sean más limpios, más nobles, más honrados. (Amat, 1962).

De niño a caballo.

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