Barcelona, recuerdos de posguerra (y XVII)
La historia de posguerra de Mayo Casanova -alias el Lazarillo, alias el Palmera- toca a su fin. ¿Qué giro final le tenía preparado el destino…?
La historia de posguerra de Mayo Casanova -alias el Lazarillo, alias el Palmera- toca a su fin. ¿Qué giro final le tenía preparado el destino…?
«…Las bajas por accidente laboral se multiplicaron, un engranaje caído sobre un pie, un dedo pulgar aplastado de un martillazo (dale a mi dedo con el martillo camarada, hoy por ti mañana por mí) y quemaduras en un brazo al haber entrado en contacto con uno de los tubos de las estufas que llegaban a ponerse al rojo vivo…»
«…Y siguieron días de normalidad hasta que se corrió la voz de otra huelga, pero esta vez una huelga general. Sin saber ni el cómo ni el porqué, la huelga pasa a ser una “huelga de brazos caídos”, es decir, hay que personarse como todos los días en el lugar de trabajo, pero permanecer inactivos y silenciosos toda la duración de la jornada…»
La vida del lazarillo cambia para siempre el día que le proponen ser boxeador, aunque él todavía no sabía de la misa la media…
«…Alguna vez salía también alguna chica bailando claqué y una vez actuaron un par de chicas juntas haciendo una demostración del baile que se había puesto de moda, “el Tiro –Liro”, que consistía en elevar hacia arriba los dedos índices de cada mano para a continuación bajarlos hacia el suelo, y después se cogían del brazo, daban un par de vueltas…y ya está…»
«…Además, una cosa rarísima, en los portales de las casas en el barrio chino siempre había señoras que esperaban, seguramente a alguien, pero es que había muchas esperando. En el barrio del lazarillo, si la gente esperaba a alguien, lo hacía en sus casas…»
«…Con la llegada del buen tiempo, las familias se desplazaban a la montaña de Montjuich para pasar el día en un lugar sin definir llamado “Tres Pins”(…) La gente que acudía allí era gente trabajadora, pacífica, que ya llegados al monte y mientras iban ascendiendo hasta el lugar escogido, entonaban todos, mayores y niños, la letra de una canción…»
En casa del lazarillo se ha pasado del hambre a poder comer algo todos los días pero no todo lo necesario. Es decir, una especie de dieta anticelulítica, porque al terminar de ingerir el plato único de cada comida la pregunta es siempre la misma: «mamá, ¿hay algo más?»
«…Aquellos hombres, los colilleros, estaban mal vistos hasta por los más pobres. Sucios y malolientes, inspiraban rechazo hasta tal punto que, cuando los pequeños de la familia llegaban a su casa sucios después de jugar en la calle, las madres a veces los comparaban con los colilleros…»
«…Y antes de que el marido conteste, ella se dirige al lazarillo y le pregunta en qué se ha gastado el dinero que sustraía. «En comida», responde el acusado, «¡tenía hambre!» Ambos, marido y mujer, dieron media vuelta y del tema no se habló nunca más…»
«…A veces, cuando los grises consiguen atrapar a alguno de esos delincuentes de poca monta, lo llevan a comisaría donde, después de darles algunos azotes con la porra, los pelan al rape (…) A esas personas se les conocía como “quincenarios” porque permanecían en los calabozos quince días. Ver por la calle a alguien pelado inspiraba desconfianza y al menos dejaba de actuar hasta que le volvía a crecer el pelo…»
«…Una mañana, cuando el lazarillo se disponía a cruzar la Rambla camino de su trabajo, se le cruza por delante un hombre vestido con cazadora oscura. De improviso, se escucha una fuerte voz que ordena «¡ALTO!» El hombre de la cazadora apenas tiene tiempo de girar totalmente su cabeza cuando dos disparos a muy corta distancia lo dejan abatido en el suelo. Al día siguiente la Vanguardia Española publica: “Ayer las fuerzas de orden público dieron muerte al jefe de la Célula comunista de Levante”. Y punto…»
«…Junto al Moka, los almacenes SEPU (Sociedad Española de Precios Únicos), donde venden casi de todo, desde peines a sartenes, desde bisutería a delantales de cocina y hasta relojes de pulsera, que un buen día aparecen en uno de sus escaparates dentro de un capazo de esparto con un cartel que reza “relojes al peso”, es decir, se escoge el reloj, el empleado lo pesa y a tanto el quilo, da su precio…»
El lazarillo sigue descubriendo Barcelona y sus gentes mientras se enfrenta al hambre y a la dureza de la calle a su manera, con el optimismo que sólo te puede dar la juventud…
«…Se trataba de aquellas que en la época recibían el cariñoso nombre de “queridas” y tener en aquellos tiempos una “querida” era un signo de distinción para el que la lucía. La mayoría de esposas consentían a cambio de bienestar y lujo, incluso algunas presumían de la querida que tenía su marido…»
Continuamos con la apasionante radiografía de la capital catalana en la posguerra, con el pulso autobiográfico de su autor, un tipo singular con una vida de película…
Un apasionante relato autobiográfico que nos transporta al corazón de una humilde familia en la Barcelona de posguerra…
Continuación de «Barcelona, tiempos de posguerra», esta vez en los años 50.
Nazario Belmar Mart
El presente trabajo literario lo hemos realizado coincidiendo con el primer centenario del nacimiento de Enrique Amat Payá (1912-2012), con la intención de poseer un mejor conocimiento de su perfil humano. Incluye abundante material gráfico y selección de poesías.
En busca del Vinalopó Un relato novelado en la que su autor, Francisco Peiró Navarro, amante de la naturaleza, la historia e incansable andarín, decide hace varios lustros recorrer el Vinalopó desde su nacimiento hasta el mar siguiendo su cauce, y dejándonos esta agradable y reveladora descripción de su andadura. En busca del Vinalopó En busca del Vinalopó (II) En busca del Vinalopó (III) En busca del Vinalopó (IV) En busca del Vinalopó (V) Cruzando Europa a lomos de Pepino Bailarino Aline, Florianne y…