*Nota: este artículo fue publicado originalmente en Alborada 50 – 2006.
Fútbol, fútbol, fútbol, es el deporte que apasiona a la nación. Fútbol, fútbol, fútbol, en los estadios ruge enardecida la afición. Fútbol, fútbol, fútbol, hoy todo el mundo está pendiente del balón. Canción popular años 40/50.
Cine, cine, cine más cine por favor que todo en la vida es cine, y los sueños cine son. Luis E. Aute.
Hace alrededor de veinticinco años asistí a una de las primeras proyecciones de la película El verdugo, dirigida por Luis García Berlanga. Durante los años de la transición se había convertido en una cinta de culto para todos aquellos que nos sentíamos, de alguna manera, protagonistas de nuestro tiempo. Leyendo atentamente en la oscuridad de la sala los títulos de crédito, recuerdo mi sorpresa cuando aparece como productor ejecutivo el nombre de Nazario Belmar. Evidentemente, aquel nombre se quedó grabado en mi memoria y días después consulté en mi entorno familiar quién era aquel Nazario que había visto en la sala donde exhibían la película. El apellido Belmar me resultaba muy conocido puesto que conocía a miembros de esta familia y, además, recordaba que durante los años de mi adolescencia conocí a un Nazario Belmar que formaba parte de mi grupo de amigos; se trataba del hijo de quien ahora mismo voy a contarles su interesante recorrido por la vida. Ya más recientemente volví a visualizar, ahora ya en pase privado y en formato DVD, el mismo film berlanguiano. A ello hay que añadir la lectura de un conocido libro de Alberto Navarro, Eldenses Notables, donde le dedica una delicada semblanza biográfica, y también coincidió con la lectura de un libro de memorias del poco ortodoxo director de cine Jesús Franco, que recuerda en un capítulo a nuestro biografiado relatando sus vivencias como productor de una de sus películas, rodada durante mediados de los años sesenta. Estos fueron los mimbres que contribuyeron a tomar la difícil decisión de conocer un poco más la figura de este gran hombre que fue Nazario Belmar.
Antes de entrar en materia, deseo hacer también la consideración de que no he sido nunca lo que se dice un aficionado al fútbol, ni hincha ni seguidor fiel de equipo alguno. Bueno, miento un poco pues desde muy joven, y por tradición familiar, en casa se ha simpatizado siempre con el equipo de los “sufridores”, el Atlético de Madrid. Es ahora cuando estoy viviendo intensamente las jornadas futbolísticas de los domingos gracias a la gran afición de mi hijo Carlos por el deporte rey y, por supuesto, por el club colchonero. Explico esta circunstancia personal porque, al conocer que Nazario Belmar fue un brillante jugador del Real Madrid, tuve mis dudas, una especie de miedo escénico, y recapacité sobre la intención de continuar mi investigación acerca de su vida deportiva. Con todo y con eso seguí adelante, con el apoyo logístico de mi hijo y la lectura de libros de historia del fútbol y crónicas deportivas de la época (qué bien me hubiera venido aquellos partidos comentados por el inefable Matías Prats a través de la radio de los años cincuenta). Con todo ese material me pude documentar sobre el fútbol practicado durante aquellos ya lejanos años cuarenta y cincuenta del siglo pasado. Y afirmo que me he encontrado con una gran ser humano, un gran jugador de fútbol, reconocido por todos aquellos que lo conocieron, y, por otro lado, un productor de cine muy querido por los guionistas y directores con los que trabajó, produciéndoles aquellas películas que durante los años cincuenta y sesenta la coyuntura política y la censura cinematográfica permitían y autorizaban su rodaje.
El período histórico que comprende este trabajo nos retrotrae a los años inmediatos a la posguerra civil española y de la mano, o más bien de la pierna, de Nazario nos conducirá hasta la mitad de los años sesenta, cuando ya se empieza a vislumbrar la salida del túnel o, al menos, se ve un poco la luz en el horizonte. Aquellos que lo vivieron no pueden olvidar que la represión, el estraperlo y la autarquía económica causaron daños irreparables en la población española. De la etapa futbolística de Nazario pasaremos a relatar su período como productor de cine y como profesional del Derecho, ejerciendo como abogado en su bufete de la capital de España. La temática cinematográfica era muy reducida, nacieron durante estos años numerosas productoras pequeñas (Aspa Films, fundada por Vicente Escrivá; Ágata films, constituida por José Luis Dibildos; Asturias Films, coparticipada por R. J. Salvia y Pedro Masó, etc) que trataron de ampliar el espectro del séptimo arte en nuestro país. Fueron los temas religiosos, la historia de España, y, sobre todo, el fútbol y los toros los que predominaron en el cine español de la época. Coincidía que el fútbol estaba gozando de sus momentos de gloria, convirtiéndose en el deporte rey. Y es que el pueblo español estaba necesitado de espectáculo con la finalidad de hacer más llevadera la difícil situación del país.
Hubo películas memorables sobre el planeta del fútbol, incluso algunos jugadores que se encontraban en la cima de su carrera deportiva fueron fichados por las productoras y directores más prestigiosos para desempeñar papeles protagonistas en sus películas. Así podemos recordar a Alfredo Di Stefano en La saeta rubia (1956), de Javier Setó; Once pares de botas (1954), de Francisco Rovira Beleta; La batalla del domingo (1963), de Luis Marquina; Los ases buscan la paz (1955), de Arturo Ruiz Castillo, etc. En todas ellas participaron jugadores muy conocidos como Agustín Gaínza, Ipiña, Luis Molowny, Pasieguito, Zarra, Miguel Muñoz y otros muchos. Una de las cintas que sí he podido visualizar es Once pares de botas, film emblemático que narra la “historia de Ignacio Ariza, una de las estrellas del momento, que acaba de firmar el contrato de su vida. De repente todo se torcía para él y le abandonaban su novia y sus amigos”1. Conforme se iba desarrollando la película, más se parecía a las vivencias de Nazario en Madrid cuando firma su contrato con el Real Madrid, excepto que a Nazario no le abandonaba nadie sino más bien al contrario. Lo que sí le torcieron fue una de sus piernas años después, como veremos más adelante. En esta cinta, el jugador Ignacio Iquino se niega a colaborar en un asunto de fraude deportivo favoreciendo la victoria del contrario durante un encuentro decisivo y la honestidad de dicho jugador provoca la enemistad temporal de un par de jugadores (la penuria económica del momento provocaba este tipo de actitudes en algunos deportistas). Al final se aclara la situación de confusión y nuestro protagonista vuelve a ser reconocido por ser un gran jugador y, sobre todo, un gran ser humano caracterizado por su bonhomía y honestidad. Relato este argumento tan emotivo pues actualmente, bajo la presión mediática, se ha modificado el ascenso a la cumbre de los deportistas actuales con respecto a los de antaño. Así lo recuerda una importante personalidad del mundo del Derecho: “En los últimos años he contemplado, primero con curiosidad y con sorpresa, después con temor y con indignación, el baile de los fichajes, la venta de la imagen del club, es decir, la conversión del fútbol en un espectáculo y en un negocio, con el correspondiente exilio extramuros de los otros valores deportivos, y del limpio cariño por los valores del club donde cada uno jugaba”2.
Apunte biográfico
Nazario Belmar Martínez nació en Elda el 25 de octubre de 1922, hijo de Nazario Belmar Gil y de Francisca Martínez González. Fue el cuarto de seis hermanos: Antonio, Manuel, Fina, Nazario, José y Francisco. Su abuelo materno fue José Martínez Sánchez, importante fabricante de calzado y cuya fábrica se encontraba en la esquina de las calles Juan Carlos I y Antonino Vera, comercializando sus zapatos con la marca “Maruja”, siendo esta fábrica una de las más prestigiosas del sector3. Nazario cursó estudios de Bachillerato en el Colegio de la Concepción, en la localidad de Onteniente y después se trasladó a la capital de España, donde había fichado por el equipo del Real Madrid, e inició los estudios de Derecho en la Complutense de Madrid. Una vez finalizada su etapa deportiva, simultanearía el ejercicio de la abogacía con la producción cinematográfica. Durante sus años de adolescencia, Nazario ya destacaba por ser un magnifico deportista. Y además de despuntar en el balompié, era también un gran aficionado a los deportes relacionados con el mar, que practicaba con asiduidad durante el período estival en las residencias de sus padres en Santa Pola y playa de San Juan. Nazario contrajo matrimonio el 7 de junio de 1950 en Madrid con Manuela López de la Cámara y Gutiérrez. Fruto de este matrimonio nacieron dos hijos: Nazario y José Manuel. Fue jugador del Real Madrid hasta el año 1950 y siete años después cofundaría la sociedad Naga Films, empresa productora de cine hasta 1963. Al año siguiente y en solitario constituyó Belmar P.C., también productora de cine, aunque bastante más efímera. Aquejado de una grave enfermedad, Nazario falleció el 9 de julio de 1980 en la Clínica de la Concepción de Madrid. Tenía 58 años. Sabemos que Nazario fue un gran deportista, pero también poseía importantes valores como persona. Un hombre amigo de sus amigos, conversador, culto, familiar, honesto y, como lo definió un conocido periodista deportivo, un “lord” del fútbol.
Etapa deportiva
Recién acabada la Guerra Civil, contando tan sólo dieciocho años, Nazario es ya jugador de nuestro Club Deportivo Eldense, donde apunta maneras y furia española. Pocos meses después, es fichado por el blanquiazul equipo de nuestra capital, el Hércules C.F., de modo que está iniciando su fulgurante carrera deportiva. A lo largo de la temporada con el Hércules demostró, una vez más, su hábil y rápida manera de controlar el balón. Su gran preparación física y sus contundentes disparos con la izquierda hacen que el equipo merengue reclame su traslado a Madrid, donde definitivamente será fichado por el equipo de la capital de España. “Es el año en que se retira el gran defensa Quincoces. Son altas en el club Belmar, Botella y Huete. Al comenzar la Copa fichó el Madrid a Rovira y Moleiro”4. Nos encontramos en la temporada 1941-1942. Aún están calientes los rescoldos de la guerra, prevalece el temor por lo que pueda pasar y la población española tiene todavía el miedo metido en el cuerpo. Las carencias económicas son más que evidentes y se vive entre la cartilla de racionamiento y el estraperlo. Menos mal que se reconstruyen los estadios de fútbol y los domingos renace la esperanza del desfogue y la diversión. Nos resultan históricas aquellas imágenes del NO-DO en la que los viejos tranvías van al completo con los seguidores de los equipos que van a enfrentarse cada tarde de domingo. Los que no pueden desplazarse al campo de juego disponen de la radio para escuchar los comentarios deportivos de los partidos y deleitarse con la excitación de las jugadas más comprometidas y con el grito o aullido interminable del Boby Deglané del momento celebrando el ¡gooool! marcado por el equipo de casa. Como hemos comentado, fueron años de hambre, estraperlo y mercado negro, “en los que la alienación futbolística era un hecho que molestaba distanciadamente a José María Pemán, que en las páginas de ABC se descolgó con un artículo llamado Pan y fútbol”5.
A pesar de todos los obstáculos, el Real Madrid prosigue su política de consolidación dentro de la Liga Nacional y en la Copa de España realiza verdaderos esfuerzos por recomponer una plantilla de auténticos campeones. Y así, con esta dinámica, Belmar empieza a cosechar triunfos en cada uno de los partidos en que interviene durante la liga 1941-42, marcando un total de ocho goles y cinco tantos más en la temporada siguiente, 1942-43, jugando veinte y dieciocho partidos respectivamente. El equipo no acababa de cuajar en estas jornadas, siendo “una de las peores temporadas del Real Madrid en la Liga (1942- 43).Terminaron en décima posición, con sólo diez victorias en el torneo. Fue, indudablemente, un año triste, poco afortunado”6. Subrayemos que la Liga, a lo largo de todos estos años, estuvo muy reñida. Había muchas ganas de fútbol y equipos como el Atlético Aviación, At. Bilbao, Sevilla, Barcelona o Valencia le pusieron las cosas muy difíciles al Real Madrid. Todavía le quedaría al equipo merengue una temporada para salir del bache.