Ahora prolifera la hierba fuerte, competente con el pino carrasco, que ha monopolizado la diversidad vegetal de los campos petreríns. Pero no sería justo achacar esto al clima exclusivamente, sino también al abandono de las actividades forestales tradicionales y al fomento de políticas «plantapinos» que, si bien han enriquecido el suelo forestal cuantitativamente; lo ha empobrecido cualitativamente.
En la fauna, sobre todo la voladora, también se han notado cambios sustanciales que hacen pensar en unas nuevas condiciones del clima. Así por ejemplo los tordos eran casi una plaga, como también lo eran los estorninos pintos. Pero ¿son las condiciones del clima las únicas responsables de su mengua? Probablemente no, ya que existen otras hipótesis como la caza abusiva o el uso intensivo de insecticidas, que también han podido contribuir al descenso de ejemplares de estas especies.
Así por ejemplo, eran millones los estorninos pintos que invernaban en los campos de Petrer, y si bien se alimentaban a costa del olivar, también actuaban como insecticidas naturales, favoreciendo el equilibrio ambiental en las tierras de cultivo. También menguan la tórtola y la abubilla, mientras que son cada vez más comunes el palomo torcaz y el estornino negro. Pero también podríamos hablar de cambios en la avifauna en el caso de voladores que ya no necesitan emigrar al sur para invernar, como ocurre con el pinzón vulgar, que ahora permanece en las partidas rurales de Petrer gracias a unas temperaturas cada vez más benignas en invierno.
Y otros muchos nichos ecológicos han ido transformándose durante las últimas décadas en Petrer, como es el caso de las liebres (la hipótesis apuntan al impacto provocado en su día por la autovía de Madrid), la mengua de conejos o la desaparición de los hurones, así como el de las serpientes de grandes dimensiones (por ejemplo las de escalera o la bastarda). Pero es especialmente preocupante la escasez cada vez más notable de abejas de manera natural. Estos insectos, además de grandes polinizadores, son extremadamente necesarios para la subsistencia de numerosas especies vegetales y animales. Según Josele Montesinos «los panales de abejas que había en los montes, en las rocas y en los árboles, han desaparecido. La crestería del Frare, por poner un ejemplo, estaba repleta de panales. Las abejas han sido muy maltratadas por los insecticidas y las enfermedades». El impacto negativo de la reducción del número de estos insectos está provocando a la vez la reducción de la biodiversidad en el paisaje petrerí, circunstancia que, junto a la tendencia de aumento de las temperaturas y reducción de las precipitaciones, alimenta la teoría del cambio climático en Petrer.
Todo cambia. O al menos esta es la conclusión que puede extraerse al debatir las circunstancias atmosféricas de Petrer hace unas décadas y ahora con personas como Josele o Emilio Martínez. El clima parece sufrir unas mutaciones que se intuyen irreversibles, y las consecuencias pueden ser siniestras, empezando por un cambio en el paisaje, una reducción de los recursos hídricos, contaminación del aire, pérdida de biodiversidad y un largo etcétera. Pero, como se ha visto en líneas anteriores, no se puede responsabilizar única y exclusivamente al clima de los cambios que se están produciendo en el territorio de Petrer y, también, se debe tener en cuenta la influencia ejercida por la artificialización (urnbanización) del suelo con edificaciones o carreteras, que han contribuido a impermeabilizar los suelos y a eliminar la huerta tradicional de Petrer. Asimismo, el aumento de población y demanda de agua para consumo humano, han ayudado a esquilmar los ya de por sí escasos recursos hídricos municipales, acrecentando la sensación de sequía. En las partidas rurales, tampoco deben obviarse el impacto negativo de la pérdida de actividades tradicionales, el incremento en el uso de insecticidas, pesticidas y abonos sintéticos en agricultura, así como la caza intensiva de ciertas especies. Todo ello, ha mermado la dinámica ambiental en el campo, favoreciendo alguno de los cambios en la flora, fauna y paisaje arriba comentados.
Por tanto, el cambio climático en Petrer debe entenderse como la punta del iceberg de un proceso que implica un cambio mucho más amplio, y que afecta a muchas más variables que no son estrictamente climáticas, es decir, que no solamente se produce un aumento de las temperaturas y un descenso de las precipitaciones. Es preciso preparase ante los riesgos del cambio climático, pero ello no debe implicar que se descuiden otros riesgos igualmente preocupantes como la pérdida de biodiversidad o la desaparición de paisajes tradicionales por una mala gestión del territorio y las actividades que de manera secular se han ido desarrollando sobre éste. Es una batalla que debe plantearse a nivel local, y que seguramente nos enriquecerá para afrontar otras muchas batallas a escala global.