El resto, como ya hemos visto, lo componen las cuevas, aisladas en la mayoría de los casos, que se reparten en un buen número de partidas rurales de nuestra población.

Existen zonas, tal como se puede apreciar en el cuadro 1, muy pobladas: Aiguarrius, La Pepiosa, El Forcat, La Llobera, El Ginebre o L’Almadrava .

Esto obedece a varios factores; por una parte, son todas ellas partidas cercanas a la población , con buenos accesos (camí d’Aiguarrius, camí de L’Almadrava y camí del Sit) y con unas características del terreno muy particulares: numerosos taludes y cortados, presencia de ramblas…

De tal forma que la aglomeración en estas zonas resulta del todo lógica.

El uso de las cuevas, construidas en su mayoría durante las décadas de los 50 y 60, es principalmente como segunda vivienda en los meses estivales, aunque también se utilizan y se utilizaron como refugio de cazadores, bodega para la elaboración de vinos y aguardiente, almacén, cuadra, corralizas…

En cuanto a la distribución básica podemos decir que constan de dos crujías en una sola planta: la primera, con sendas habitaciones a ambos lados de la entrada; una de ellas empleada generalmente como cocina de estar, estando estas dos estancias ventiladas y una segunda crujía, con varias habitaciones sin ventilación, utilizadas como dormitorios.

Ya en el exterior y al lado de la entrada también es corriente encontrar una bancada igualmente tallada en la roca y el clásico parral donde tomar el fresco al atardecer.

Si bien esta distribución tipo, que podemos apreciar en el croquis adjunto de una cueva en El Ginebre, se repite con bastante frecuencia no es, ni muchísimo menos, la única. Los ejemplos que apoyan este trabajo así lo confirman y sin ir más lejos en «las Cuevas del Castillo » nos encontramos con cuevas de dos alturas, aun siendo éste un caso muy puntual. De hecho a la hora de construir una cueva los «coveros» improvisaban sobre la marcha las estancias que les iba pidiendo el propietario, como así nos lo contaba «el tío Pallisa» -covero de Petrer-, por lo que los resultados finales distaban mucho de parecerse entre sí y más si quien las había realizado era uno u otro covero.

Entre los coveros de nuestra población, que realizaron la mayor parte de las cuevas construidas en los últimos años, merece la pena destacar a Francisco Martínez «Pallisa», Jos é Verdú «el fiera». Ismael el del Altico y «el maero», entre otros. Estos hombres, verdaderos especialistas en su labor, sabían sólo con echarle una ojeada al terreno si allí se podía o no excavar una cueva. Solían trabajar en solitario utilizando únicamente un pico, un a batidera, un capazo y una carretilla. Y la técnica de ejecución era la siguiente: a una altura aproximada de un metro en la pared se practicaba un orificio de unos dos o tres metros de profundidad, una vez alcanzada esta distancia se empezaba a ensanchar, finalizando con la ejecución de las ventanas y la chimenea, que era la parte más costosa. No solían apuntalar y cuando se encontraban con alguna zona de terreno blando donde se producían desprendimientos arrojaban una lechada muy fina de yeso.

Con esta forma de trabajo los accidentes eran corrientes, graves en algunos casos, como el que acabó con la vida de Baldomero, otro covero de Petrer. El tiempo de duración de la excavación variaba mucho según varios factores pero estaba siempre muy por encima del mes y medio de trabajo.

Antes de concluir este artículo quisiéramos resaltar un aspecto que nos parece de suma importancia. Es el de las temperaturas que se registran en el interior de las cuevas en relación a las que se producen en el exterior durante el mismo período. Y que sin lugar a dudas hace de las cuevas, tan populares entre los veraneantes de Petrer, un auténtico reducto bioclimático con unas prestaciones inmejorables.

Así, en verano, mientras al exterior las temperaturas oscilan entre los más de 25° que se alcanzan en horas de sol y los 10-12° del amanecer, en el interior el salto de temperaturas apenas varía entre 18 y 20°.

Por su parte en invierno los máximos en el exterior son de 15-20°, más o menos la temperatura que se alcanza en el interior de una cueva, mientras que los mínimos alcanzados durante la noche suelen estar muy por debajo de los 10°.

Hasta aquí un breve apunte sobre un curioso ejemplo de arquitectura popular, «les coves de Petrer», que bien podría servir como base de un futuro trabajo mucho más detallado.

BIBLlOGRAFÍA:

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