Las elecciones municipales de 1979: análisis sociológico y programático

NOTA: Artículo publicado originalmente en la Revista Festa 2004.

Petrer celebra este año treinta y cinco años de un triple acontecimiento: la aparición de la revista »Festa», las primeras elecciones municipales de carácter democrático habidas desde la República, y la constitución de los nuevos ayuntamientos. Invitado a participar en la revista Festa de este año con algún escrito alusivo al momento político de esa coyuntura histórica, he optado por centrar mi atención en el hecho de lo que fueron y significaron para esta localidad las elecciones municipales celebradas en abril de 1979, hace por lo tanto treinta y cinco años.

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Adolfo Suárez en Petrer a principios de los 80. Foto: Heliodoro Corbí.

Contexto histórico estatal

Para poder entender y apreciar qué fueron y qué significaron para Petrer las elecciones municipales, que yo califico como «históricas», es conveniente situar el pueblo en el contexto de lo que sucedía el año 1979 en la vida petrerense y cuya influencia se dejó sentir en la evolución de esas elecciones.

Se viven en el año 79 momentos complejos y contradictorios, de esperanzas, por un lado, y de tensiones, por otro. Se percibe en España la ilusión por el cambio. Las ansiadas libertades por las que tanto se lucho ya son objeto de disfrute, la tan esperada democracia se está haciendo presente, la alegría de poder votar de nuevo se ha transfor­mado en realidad gozosa. Sindicatos y partidos ya han sido legalizados. Se cuenta con una constitución que cris­taliza una nueva forma de ordenar la convivencia. Están a punto de formarse los primeros ayuntamientos democráticos, desaparecidos durante la dictadura franquista. Todo eso constituye signos de esperanza. Pero, al mismo tiempo, en el reverso de la moneda, también se hacen patentes en ese año tensiones y dificultades. La crisis económica nacida en el 73. pero olvidada y manipulada adrede durante los últimos años del franquismo y de la transición democrá­tica comienza a alargar su sombra de recesión, paro e inflación, oscureciendo el nuevo amanecer de la incipiente democracia y dificultando la consolídación de la misma, de tal forma que ya en este 79 comienza a hacer su apa­rición en amplios sectores de la población española el fantasma del «desencanto político», que se manifiesta en un aumento de la abstención en las dos elecciones que hubo, generales y municipales.

Todo esto que estaba sucediendo a nivel estatal tenia su reflejo en el ámbito local en forma igualmente parecida de esperanzas, ilusiones, aires de cambio, expectativas, pero también de tensiones, frustraciones y dificultades. Había llegado la democracia a Petrer, pero se trataba de una realidad aún inmadura que había que mimar, cuidar y hacerla madurar, cosa que no fue nada fácil, ni siquiera en el ámbito local de un pueblo como éste. Las elecciones munici­pales y la constitución del primer ayuntamiento democrático desde la II República se esperaba que contribuyeran a tan noble tarea.

Un esbozo de Petrer en los años 70

En ese año tuvieron lugar, en la comarca, aconteci­mientos a los que Petrer no pudo sustraerse. Las luchas políticas y sociales que sacudían a la cercana Elda, la problemática afín a ambas poblaciones, se dejaban sen­tir también en esta localidad. No en vano, si acudimos a los periódicos de esa época, en más de una ocasión se aprecia cómo en las dos localidades se había tejido una especie de cordón umbilical que, -en forma de «Movimiento obrero y ciudadano»-, unía las luchas de eldenses y petrerenses en la conquista de mejoras políticas y sociales. En ese orden de cosas cobra sentido la preocupación de los partidos de Petrer, que se presen­taban a las elecciones municipales con la promesa de posibilitar la creación de una mancomunidad con Elda y con otros pueblos de la comarca para la solución de problemas comunes.

Cabe, pues, desentrañar con algo más de detenimiento cuáles eran las realidades más significativas que con­dicionaban la vida política de este pueblo, realidades diversas que marcaron la historia de Petrer en ese año y que se dejaron sentir en las promesas electorales.

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El monocultivo industrial y el clandestinaje fueron y son características de las empresas de calzado.

Si nos fijamos, primeramente, en los aspectos demográficos, que hacen alusión a todo lo relacionado con la pobla­ción, es importante destacar cómo a partir del año 77, se empiezan a notar signos de ralentízación y contracción en el, hasta entonces, crecimiento positivo de la población petrerense. Si en los años 74,75 y 76 el crecimiento demográfico se había cifrado en 1.935 habitantes, en los tres sucesivos 77,78 y 79 sólo lo hace en 485 personas. Es obvio que se empezaba a dejar sentir sobre la evolución demográfica de esta localidad la influencia negativa de la crisis que, por aquel entonces, se cernía sobre el resto de la economía española y que afectaba de forma concreta a la industria del calzado y de la marroquinería aquí localizadas. Tal crisis va a significar quiebra de empre­sas, reducción de salarios, disminución de puestos de trabajo, desempleo, dificultades económicas, cargas fami­liares. Todo eso se traduce en actitudes de recelo y de contención demográfica. Si la vida diaria se hace más difí­cil y el trabajo escasea, ya se piensa en tener menos hijos, o ya no llegan tantos inmigrantes como en la década anterior.

También es de observar la influencia en ese dato demográfico de una variable política cual fue la transición demo­crática. tanto en el sentido de aportar una actitud más favorable a la planificación familiar, consecuencia de la liberalizacion y despenalización del uso de los «anticonceptivos», como en el de propiciar el cambio de rol de la mujer, menos ligado al tradicional de «madre» y »esposa». En toda esta transformación tuvo un lugar destacado, sin duda alguna, la influencia de la ideología feminista y el hecho de la generalizada incorporación de la mujer al trabajo.

Es lógico pensar que esta situación de la demografía petrerense con sus secuelas económicas y sociales tuviera su eco en la oferta programática de los distintos partidos que concurrían a las elecciones municipales; la necesidad de una atención preferente al mundo de la mujer y al ámbito de la familia se dejaba sentir en los contenidos pro­gramáticos ofrecidos a la ciudadanía para captar su voto.

Si dirigimos la mirada al contexto económico de Petrer por aquel entonces, hay que convenir en situar la economía de este pueblo bajo la influencia de tres parámetros: su carácter preferentemente industrial, centrado especialmente en el sector del calzado y la marroquinería, el hecho de tratarse de una industria sacudida -al igual que en el resto de la comarca- por una fase de estancamiento e incluso de recesión, y la existencia en ella de un elevado porcentaje de clandestinaje o, dicho en otros términos, su rasgo de «economía sumergida». Es razonable comprender y admitir que esta situación económica pudiera influir en la orientación de la vida política local, convirtiéndose en una de las principales preocupaciones de la ciudadanía petrerense, de los programas de los partidos políticos y de las luchas de los movimientos sociales.

No se puede dejar de ubicar la situa­ción política del Petrer de ese año de elecciones municipales, sin ana­lizar, aunque sea a grandes rasgos, cuál era su contexto social. Si lo que se conoce con el nombre de «bienestar social» siempre ha cons­tituido para los ciudadanos y ciu­dadanas un objetivo a alcanzar en cualquier época, en ese momento histórico, en el que el cambio político comienza a hacerse realidad con la llegada de la primavera de la democracia y está cerca la consti­tución de los primeros ayuntamientos elegidos, la gente de Petrer, a través de sus asociaciones vecinales, organizaciones sociales y formaciones políticas y sindicales, lo siente de una forma muy intensa y se lanza a su consecución de una forma bastante comprometida, como se evidencia al hojear los pro­gramas electorales de los distintos partidos o coaliciones políticas. La preocupación por un trabajo seguro y esta­ble, la lucha por la creación de más colegios y guarderías, los esfuerzos por cubrir las deficiencias sanitarias exis­tentes, las gestiones y manifestaciones por la puesta en marcha de una Residencia de la Seguridad Social de carácter comarcal, son, entre otros, aspectos dignos de resaltar y que explican esa conjunción de inquietudes y movi­lizaciones con el Movimiento Obrero y ciudadano de la cercana Elda que marcan la historia de esa época.

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Imagen del barrio del Guirney en 1979. Las AAVV luchaban por una mayor calidad de vida. Foto: Festa 79.

Desde el punto de vista de lo urbanístico la situación de Petrer a la llegada de las elecciones municipales de abril del 79 se caracterizaba en general por un crecimiento significativo de su tejido urbano, pero con el agravante de no haber sido ni racional ni planificado, al no existir en el ayuntamiento plan alguno de ordenación urbana; las primeras normas subsidiarias de planeamiento urbanístico fueron aprobadas en el Pleno celebrado el 17 de Marzo de 1977 y se trataba de normas, no de un Plan completo.

Esta falta de planificación se dejaba traslucir en el hecho de que en Petrer se diera una notable ausencia de espacios verdes, así como una significativa falta de infraestructuras y servicios orientados al bienestar de la ciudadanía tales como la recogida de basuras, el alcantarillado, la limpieza y asfaltado de las calles o el problema del tráfico entre otros. Un testimonio claro de tal situación se refleja en un escrito de una de las Asociaciones de Vecinos existentes en aquel entonces, en concreto la de Miguel Hernández: «Actualmente. uno de los problemas más importantes con que nos encontramos en el barrio es el proyecto de asfaltado de calles… En el barrio nos son necesarios otros servicios como son un colegio para párvulos, una guardería, zonas verdes y deportivas y es necesario que el servicio de limpieza mejore en la recogida de basura y limpieza de las calles» (1).

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