*Nota: Artículo publicado originalmente en la revista Petrer Mensual nº 35 – noviembre 2003
El 27 de enero de 1973 se constituía la «Mancomunidad Intermunicipal de Elda, Petrel y su Comarca». Ofrecemos este reportaje que publicamos en dos partes. Hoy, «Crónica de dos pueblos condenados a entenderse». Próximamente, «La Mancomunidad, hoy».
Un día llamado a ser «trascendental». En el Boletín Oficial del Estado aparecía el decreto de fecha 16 de noviembre de 1.972 aprobando la creación de la «Mancomunidad Intermunicipal de Elda, Petrel y su Comarca». Acababa de nacer «la criatura», pero realmente su bautismo, su inicio o presentación en sociedad, tuvo lugar el sábado 27 de enero del 73. El día fue una intensa jornada política: El Gobernador Civil de la Provincia, a la sazón el Excmo. Sr. Don Mariano Nicolás, se desplazó a las dos poblaciones, a Petrel para inaugurar el flamante nuevo mercado de abastos y posteriormente a Elda para firmar la cesión de terrenos de la primera guardería infantil de la población.
Todo aquello eran los prolegómenos del acto central, cumbre: El Pleno de Constitución de la Mancomunidad que había sido convocado en la Casa Consistorial eldense, a las ocho de la tarde. Todas las fuerzas vivas de la provincia estaban reunidas para celebrar el gran acontecimiento, lo que los medios de comunicación no dudaron en calificar como «noticia del año» para ambos municipios. Pedro Zaragoza, diputado a Cortes por Alicante y Director General de Empresas y Actividades Turísticas, el presidente de la Diputación, el alcalde de Alicante, el jefe provincial del Servicio de Inspección y Asesoramiento de las Corporaciones Locales, el secretario general del Gobierno Civil, alcaldes de muchos pueblos de la comarca y de la provincia, las Corporaciones municipales de ambos Ayuntamientos y los respectivos Consejos Locales del Movimiento. En aquellos tiempos no era ni fácil ni habitual la movilización y concentración de tanto poder en un acto. Es evidente que todo el protocolo y parafernalia del mismo había sido concebido para evidenciar sin ninguna duda, el gran alcance político que las autoridades dieron a este acontecimiento.
El Gobernador Civil presidió el Acto de Constitución. Los secretarios de ambos ayuntamientos leyeron el decreto de aprobación. A continuación, según establecían los estatutos, se efectuó el sorteo para designar el primer presidente de la Mancomunidad. El jefe de los Servicios de Inspección, don Patricio Saura, comprobó las dos papeletas, una con el nombre del alcalde de Elda y la otra con el de Petrel, las introdujo en la urna y la mano inocente del Gobernador se inclinó a favor de don Antonio Porta, alcalde de Elda. Don Pedro Herrero, alcalde de Petrel, pasaba a ser el vicepresidente porque así lo establecían los estatutos.
Vinieron los discursos. Tomó la palabra el alcalde de Petrel con un parlamento para cumpir y quedar bien, dijo que ambos pueblos por su crecimiento demográfico necesitaban de este instrumento, que aquello era «un acto trascendente»… pero en ningún momento sus palabras sonaron precisamente a trascendencia. El alcalde de Elda puso más intencionalidad y contenido político a su parlamento. Citamos tres significativos mensajes del mismo que han de servirnos para el posterior análisis sobre los fines y funciones de la Mancomunidad al día de la fecha: «Hoy es un día especialísimo y tan trascendente para los pueblos de Elda y Petrel, que es digno de ser señalado con piedra miliar en sus anales, pues en el devenir de su historia marcará un hito tan importante que necesariamente habrá que hacer mención a dos épocas perfectamente delimitadas: antes y después de la constitución de nuestra Mancomunidad»… «Ahora bien, los estatutos no serán nada si las personas no los hacemos vivir y que cumplan los fines para los que han sido creados y en los plazos más breves posibles» ….»Yo me daría por satisfecho si en un plazo de 6 o 7 años se notaran en nuestro valle los efectos de esta mancomunidad como cosa fundamental e imprescindible en su vivir…»
Cerraron el acto el presidente de la Diputación, por aquel entonces el oriolano don Manuel Monzón Meseguer y del Gobernador Civil.
La jornada terminaba con sendos telegramas de adhesión e información del hecho al Jefe del Estado y al Príncipe y una cena conmemorativa en el desaparecido Restaurante FICIA.
Al día siguiente, domingo, la prensa provincial destacaba con grandes titulares la noticia. «La Verdad» diario más leído por aquellos tiempos en la zona, hacía figurar en primera página, a cuatro columnas y con gran tipografía: «EL ALCALDE DE ELDA, PRIMER PRESIDENTE DE LA MANCOMUNIDAD» y en el interior dedicaba amplios espacios al hecho. El diario «Información», el más leído en la provincia, en cabecera de su primera página, a cuatro columnas, con gran tipografía y a color, hacía referencia a la noticia, «ELDA-PETREL YA MANCOMUNIDAD», ilustrando la noticia con una fotografía del Gobernador Civil, el alcalde de Elda a su derecha y el de Petrel a su izquierda.
Había dado comienzo el tiempo del trabajo, de la imaginación y sobre todo de la voluntad política de hacer realidad los muchos frutos que se esperaban de esta Mancomunidad, de esa especie de contrato de cooperación entre dos pueblos para mejorar sus servicios. Pero en el sentimiento profundo, escondido e íntimo de lo que aquel acontecimiento significaba para los petrelenses no prevalecía precisamente el espíritu de cooperación, lo ocurrido era más la firma de la finalización de una guerra entre Petrel y Elda, declarada por ésta el Día de San Bonifacio del año 69. (Capricho del destino: ese mismo día, 27 de Enero del 73, en París, los gobiernos de Washington y Saigón firmaban la paz de la dolorosa guerra de Vietnam).
Aquel día de San Bonifacio del 69. Al principio de los sesenta España había iniciado una etapa de gran desarrollo económico con las políticas aperturistas impulsadas por los tecnócratas del OPUS. En nuestra zona la Feria del Calzado estaba siendo un fabuloso motor para el crecimiento de su economía. Elda y Petrel duplicaban sus poblaciones en poquísimos años. Se construía frenéticamente. Petrel y Elda, urbanísticamente hablando, se juntaban todavía más y los problemas de tal crecimiento y de su aproximación iban evidenciando la exigencia de rápidas soluciones a problemas inaplazables. Los más urgentes eran los alcantarillados y la depuración de las aguas fecales, que suponían- la construcción de emisarios para su traslado a una estación depuradora. Era evidente también que un plan general de ordenación urbana para ambas poblaciones resultaba igualmente necesario. De todo ello ya trataban los dos ayuntamientos barajando como solución la figura jurídica de mancomunidad de servicios. Se imponía un diálogo con compromisos concretos al respecto entre las poblaciones, ni deseado ni agradable para ninguna de las dos pero de todo punto necesario. Lo sorprendente, lo torpe, lo incomprensible desde la actuación política fue la decisión del Ayuntamiento de Elda convocando el Pleno Municipal del 12 de Mayo del 69 para aprobar unilateralmente la fusión con Petrel, es decir, hacer de Elda y Petrel un solo pueblo, con un solo ayuntamiento, sin haber tratado previamente con Petrel el tema u otras soluciones o comunicarle sus últimas intenciones antes de llevarlas a Pleno, siquiera por cortesía. Aquel doce de Mayo del 69, ya antes de nacer, quedó «tocada» la Mancomunidad.
Eran las diez de la mañana del miércoles 14 de mayo, el día grande de Petrel, el Día de San Bonifacio. El sol brillaba radiante en las calles de Petrel. Las comparsas enfilaban en vertical la tribuna de autoridades por la calle de Gabriel Payá que, como es tradición, estaba tomada por los petrelenses. Las gentes, unas por hábito, otras para protegerse del sol, compraban la prensa mientras esperaban el boato que abría la Entrada Mora. No podían creer lo que estaban leyendo, aquello era imposible, además sin ningún hecho previo que lo justificase y en plenas fiestas de Moros y Cristianos. Aquello era un ataque por sorpresa, un atropello. Titulares a siete columnas, «Noticia del Año. EL AYUNTAMIENTO DE ELDA SOLICITA LA FUSIÓN CON PETREL». (Eran los acuerdos que el Pleno del Ayuntamiento de Elda había tomado en la noche del 12). Las miradas de todos los petrelenses, se dirigieron interrogativas hacia la tribuna de autoridades, ¿qué estaba pasando, qué era aquello, por qué la noticia y en este día?. Ni haciéndolo a propósito podría haber salido peor para las pretensiones de Elda y para el crecimiento armonioso que ambos municipios perseguían. En el preámbulo del referido acuerdo plenario ya se advertía que todas las ventajas que Elda veía en la fusión, «… la mayor parte de ellas no se podrán conseguir con la simple mancomunidad de servicios…» y por lo tanto el acuerdo fue: «1.- Manifestar al Ayuntamiento de Petrel que el de Elda considera que sería altamente beneficioso para los intereses de los dos municipios, la fusión de sus términos, con lo que sugiere que se inicie conjuntamente dicho expediente a la mayor brevedad, con la mejor disposición de ánimo y buena voluntad. 2. – Hacer constar, asimismo, que, si no se llegare a la fusión de los términos municipales, por la causa que fuere, el Ayuntamiento de Elda, con el único fin de hacer posible su propio crecimiento natural, incoará el oportuno expediente de segregación de la parte del actual término de Petrel que se estima que ha sido edificada como consecuencia del desarrollo de Elda y de la que se precise para su normal expansión en los próximos años». Sin comentarios. El acuerdo se comenta por sí mismo.
El Ayuntamiento de Petrel, reunido el 19 de Mayo, contestó muy comedidamente aprobando «…no tomar en consideración la mencionada propuesta ya invalidada en su origen por su carácter de resolución conminatoria con ímplicitas amenazas en el caso de no ser aceptada…» Los plenos municipales en aquel entonces también eran públicos pero nunca lo tenían. Este sí, este estuvo a rebosar de petrelenses que querían manifestar su desaprobación y malestar al comportamiento del Ayuntamiento de Elda.
Y nace la Mancomunidad «tocada». Los años del 69 al 72 se tuvieron que dedicar a limar asperezas, a recuperar en lo posible la mínima confianza mutua necesaria para solucionar al menos el problema inaplazable del alcantarillado y la estación depuradora.
Pero a nadie podía escapársele la apreciación de que dándole forma jurídica y entidad a esta necesidad de conjuntar intereses para solucionar mejor los problemas, también se conseguía un instrumento político con mucha más capacidad de presión para lograr objetivos que cada uno de los ayuntamientos actuando por su parte no podrían alcanzar. Verdaderamente la idea tenía un valor político añadido tan interesante como apasionante, con visos de altas rentabilidades sobre todo en aquellos momentos de apogeo y desarrollo de las dos ciudades. Resumiendo podía ser, tenía que ser un ente no solo gestor de servicios sino además de influencia política.
Desgraciadamente no fue así porque para ello los dirigentes habían de tener las ideas muy claras, enamorarse del proyecto, captar la sensibilidad de dos comunidades que aunque muy cercanas en la geografía, no estaban tan próximas en sus sensibilidades. Teníamos las condiciones objetivas para que triunfara el gran proyecto pero no tuvimos dirigentes válidos para esta empresa, nos fallaron los políticos. La clave para mí estuvo en el desafortunado Pleno del Ayuntamiento de Elda del 12 de Mayo del 69, allí se perdieron las posibilidades. Si la obra ya era difícil por sí misma debido a las desconfianzas mutuas de siempre entre Elda y Petrel, aquellos acuerdos de la Corporación eldense y sus formas, aun las aumentaron más y frustraron lo más positivo del proyecto, su capacidad para influir políticamente. La Mancomunidad, antes de nacer había quedado «tocada», minusválida.
Hoy la Mancomunidad ha quedado para gestionar algunos servicios que posiblemente resultaran más rentables y eficaces prestados desde otras estancias; algunas actividades de carácter comarcal y poco más. Para esto, ¿es necesario todo el aparato burocrático que funciona y que hay que pagar?. Es lo que analizaremos en la segunda parte de este reportaje conmemorativo en sus 30 años de funcionamiento.
son treinta o cuarenta años?
Pues son 30, porque el artículo se publicó en noviembre de 2.003, en la revista Petrer Mensual, como bien se indica al principio.
Una oportunidad perdida que creo que tendría casi mas significado en estos días. A ver si aprovecha quela Sra. Adela Pedrosa es la alcadesa que ha ganado un premio internaciónal de alcaldías, se pone de nuevo a esta labor que ahorraría muchos dispendios a tod@s los ciudadan@s