En el casco antiguo de la localidad, en las casas adyacentes al castillo, los vecinos de la zona llevan quejándose al ayuntamiento y a la policía más de un año por las continuas pedradas que reciben en sus domicilios. Se trata de actos vandálicos protagonizados por jóvenes que suben a la fortaleza árabe y se dedican, desde su posición elevada, a «hacer blanco» con el mobiliario urbano privado y público. Los gamberros buscan «munición» rascando y tratando de extraer piedras de la muralla, lo que puede sonar a broma, aunque a la vista de la evidencia no lo es tanto, pues ya hay un hueco visible en la muralla anterior del castillo.
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