En el casco antiguo de la localidad, en las casas adyacentes al castillo, los vecinos de la zona llevan quejándose al ayuntamiento y a la policía más de un año por las continuas pedradas que reciben en sus domicilios. Se trata de actos vandálicos protagonizados por jóvenes -de entre doce y dieciséis años, cuentan los vecinos- que suben a la fortaleza árabe, especialmente las noches entre semana, y se dedican, desde su posición elevada, a «hacer blanco» con el mobiliario urbano privado y público.

Los vándalos, en todo este tiempo, han roto varias lunas de coches, causado daño a varios tejados, inutilizado varias de las luces que iluminan el castillo por las noches, e incluso provocado sustos personales, con piedras que han caído muy cerca de la gente que paseaba por la zona y que podía haber sufrido una desgracia. Los vecinos han acudido al retén varias veces y han denunciado la situación, pero lamentan que  la policía no hace acto de aparición casi nunca y que estos vándalos siempre vuelven. «Es una molestia que nos está costando dinero y salud, y que llevamos sufriendo mucho tiempo. Y el día que le acierten con una piedra a alguien todo serán lamentaciones», nos cuenta un vecino.

Hay otro problema añadido, según cuenta los vecinos, que nosotros hemos podido comprobar. Los gamberros buscan «munición» rascando y tratando de extraer piedras de la muralla, lo que puede sonar a broma, aunque a la vista de la evidencia no lo es tanto, pues ya hay un hueco visible en la muralla anterior del castillo. «Esa oquedad», nos dice un vecino», «no estaba el año pasado».

No es la primera vez que jóvenes de la localidad ocasionan problemas a pedrada limpia. A principios de julio, un conductor sufrió heridas y dos coches daños tras recibir impactos de piedras cuando circulaban por la autovía. Las lanzaban desde el puente de Cuatro Vientos cuatro menores que poco después fueron detenidos por la policía local.