Petrer: su historia ferroviaria

No obstante, cuando comenzó a construirse, en nuestra población casi nadie le dio importancia. Ni siquiera se la dieron los agricultores afectados por las expropiaciones de sus tierras. En realidad se trataba (a diferencia de las huertas cercanas a la población) de propiedades de secano poco rentables, montes improductivos, barrancos y laderas en las que sólo se cultivaba algún que otro algarrobo para alimentar a las caballerías. En realidad fueron solamente seis los propietarios petrerenses a los que una Orden Ministerial del Gobierno de la Nación, les enajenó sus tierras a cambio de unos cuantos reales que no venían nada mal a la maltrecha economía familiar, siempre mirando a la climatología anual y, en aquella ocasión, a los caprichos de influyentes industriales de la ciudad de Alcoy y de los responsables del puerto de Alicante, que quisieron desviar hacia la capital alicantina las manufacturas que se elaboraban en la población industrial de la montaña.

 

Pont del Vidre.

1.2. Agost y Petrer, buenos vecinos

Para nada influyó en los bolsillos de los vecinos de Petrer la construcción de esta nueva vía de comunicación. Pocos fueron los petrerenses que se enrolaron en las brigadas dedicadas a llenar el tortuoso camino que separa Alcoy de Alicante. A lo sumo tres o cuatro familias se beneficiaron de los jornales pagados por el gobierno de la época. A Juan-Bautista Payá le pagaban por llevar agua a los obreros y los padres de Tomás Román se beneficiaron por alquilar una de las dependencias de la casa de Baix para que pernoctaran los trabajadores del futuro ferrocarril.

El personal dedicado a excavar los túneles fueron mineros procedentes de La Unión, en la provincia de Murcia. También los materiales empleados procedían de fuera de nuestro término municipal y el resto de los obreros especializados en estas labores, vinieron de las provincias castellano-manchegas.

Por otra parte, como se ha dicho, la espectacular obra que se llevó a cabo a lo largo de dos mil quinientos metros de tierras petrerenses, tampoco despertó excesiva curiosidad entre los vecinos de la población. Para curiosear por allí había que recorrer más de diez kilómetros y tres o cuatro horas de camino que muy pocos lo recorrieron a pesar de la espectacularidad de las obras. Observando un plano del término municipal de nuestra población, la Partida de El Palomaret, a simple vista, es la más distante del casco urbano de Petrer y el inacabado ferrocarril entra y sale de las tierras petrerenses precisamente en el rincón Sureste. Por su distancia y situación geográfica siempre han parecido más tierras de Agost que de Petrer, aunque los de Agost, como magníficos vecinos, se han encargado de señalar y diferenciar los límites de ambas poblaciones. Agostenses y petrerenses -no se sabe muy bien por qué- siempre se han llevado muy bien, han respetado lo de cada cual y, al mismo tiempo, gozan de una vecindad envidiable que se traduce espontáneamente cuando se visita el pueblo alfarero de Agost, en agasajos y muestras de cariño.

Antiguo lecho del ferrocarril. Túnel.

La construcción del ferrocarril no produjo ningún conflicto entre los dos pueblos y al contrario que en Petrer, la apertura de la línea sí despertó gran expectación y beneficios económicos entre los agostenses. De allí se suministraba la manutención de los mineros de La Unión que atravesaron a base de pico y pala y rudimentarias maquinarias, la geografía de Agost, Petrer, Castalia, Ibi, Tibi y Alcoy. Tan sólo faltó colocar los raíles por los que viajarían las locomotoras, que nunca llegaron a molestar a los vecinos de las partidas rurales de estos pueblos.

Todo este ingente trabajo no sirvió para nada. Todavía hoy, una de las hijas de un obrero murciano que dejó su salud en aquellos puentes y túneles y que se afincó en Agost, recuerda la frustración que su padre sufrió prácticamente durante toda su vida al ver que su esfuerzo y el de otros muchos trabajadores no había servido para nada. Cuenta que, incluso, en los últimos años de su vida, cuando las piernas casi no le podían mantener erguido, gustaba de visitar «su» obra y se lamentaba constantemente de que aquello se hubiera olvidado.

1.3. Proyectos de viabilidad para la línea del ferrocarril

Vino la República, la Guerra Civil, la post-guerra, el incipiente despegue económico, cayó la Dictadura de Franco, llegó la transición, la democracia y años después se volvió a hablar de terminar los trabajos y reabrir la línea del ferrocarril. Este anuncio tampoco provocó ningún tipo de entusiasmo económico por parte de la población de Petrer. Quizás solamente una cierta curiosidad, porque acercarse a El Palomaret ya no es cuestión de horas y fisgar es una costumbre de la época en la que vivimos. Por fin, por tierras de Petrer podía pasar el tren. Se elaboraron proyectos previos de viabilidad, especulaciones y los medios de comunicación escribieron y hablaron mucho sobre el tema.

Pont del Vidre.

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