Otros hornos también antiguos y que funcionaban en Petrer en el primer cuarto del siglo XX eran el de Joaquín Maestre, el boix, situado en la calle Castillo, construido por él mismo en las primeras décadas del sigla cuyos descendientes regentan hoy un nuevo homo situado en la calle Constitución.
El homo ubicado en la calle La Virgen, nº 7, al que todas las referencias lo daban como muy antiguo, fue construido entre 1910-1912 por Fausto Tortosa Molla, siendo conocido por el forn de la pardala, estando en funcionamiento hasta bien entrada la centuria.
Homo que tuvo gran raigambre entre la población fue el form de sebetes, situado en la calle Gabriel Brotons. Lo construyó Juan Bautista Rico, molinero y propietario del Molí del Barranquet situado en la partida del Chopo. El horno, regentado por sus hijos Salvador, Víctor y Vicente, iniciaría su funcionamiento a finales del siglo XIX o principios del XX, puesto que en 1907 era ya un horno muy frecuentado por los vecinos que acudían a cocer allí pan.
Uno de los hijos, Salvador Rico Cortés, aventajado panadero, se independiza a los pocos años arrendando un horno que había en la calle Mayor, el que ahora conocemos como panadería Herrero, trasladándose al poco tiempo, década de los años 20, al horno de las cuatro esquinas. Finalmente, con la compra de dos casas situadas en la calle Vicente Amat, esquina a la calle Prim, construyó un horno de mayores dimensiones, años 1930 -1931, conocido por el forn del Saoro, afortunadamente todavía en funcionamiento, aunque con algunas reformas, al haberse instalado una pizzería regentada por uno de sus nietos.
En otro extremo de la población de la población, en la calle San Antonio, se localizaba el horno de la tía Luisa Navarro y Constantino Cabedo, Horno muy antiguo, puesto que data del último cuarto del siglo XIX, siendo hacia el año 1932-1933 adquirido por Petronila, cuyos herederos lo han venido regentando hasta hace unas décadas.
No podemos dejar de mencionar el horno de Carmelo Poveda construyó entre 1920-1921 en la calle de Cristo, actual nº 23, del que todavía queda parte de su estructura. Dejó de funcionar en 1933 al trasladarse Carmelo Poveda con su familia a su nueva panadería, mucho más amplia y modernizada, en la calle Antonio Torres, en funcionamiento todavía peor regentada en régimen de arrendamiento por otra nueva familia.
Como vemos se han podido localizar más de diez hornos alrededor del núcleo antiguo de la población, cuyo número no debe parecernos excesivo, ya que como hemos podido observar muchos de ellos eran pequeños al ser su principal función la de cocer el pan que llevaban las mujeres sobre una tabla cubierto con un mandil, que apoyaban sobre las caderas o sobre la cabeza, tras haber sido amasado en sus propias casas.
Hoy, el desarrollo industrial de la población nos ha llevado al olvido de éstas y otras muchas tradiciones, pues aunque indudablemente tenemos que alegrarnos del progreso social de la población, no por ello dejamos de recordar con cierta añoranza, así lo hemos podido constatar entre las personas entrevistadas el bullicio callejero y ese olor tan típico que percibíamos al pasar cerca de un horno o una panadería cuando se aproximaban nuestras fiestas patronales de la Virgen o San Bonifacio, momentos llenos de vivencias e historias, más o menos anecdóticas, dignas todas ellas de ser contadas.