Infrapastoreo, ¿el fin del paisaje complejo?

Pese a todo, el infrapastoreo se manifiesta cada vez con mayor intensidad en el paisaje protegido a través de las tres cuestiones clave arriba expuestas. En primer lugar, hay un declive en el oficio de pastor; en la actualidad los trabajadores activos en el sector ganadero en los municipios integrantes del paisaje protegido ronda el 0,1 % del total. En segundo lugar, se produce una pérdida de las rutas utilizadas por el ganado, como pusiera de manifiesto Juan Carlos Valero en las páginas del número 1 de esta publicación; la práctica desaparición de los recorridos trashumantes hace que sólo eventualmente se utilicen algunas veredas o coladas para el paso de rebaños locales. Un reciente estudio de Luis Villaplana en esta publicación pone de manifiesto, por otra parte, los problemas de deslinde y ocupación indebida que se ha producido durante las últimas décadas sobre las vías pecuarias de la comarca. Todo ello ha provocado una falsa creencia entre la mayor parte de la población de que el pastoreo y la trashumancia ya sólo son parte de la historia en nuestros valles. Y en tercer lugar, hay una competencia entre los diferentes usos de suelo y el ganadero; en realidad, lo que se produce en el ámbito del paisaje protegido es una paradoja entre la protección de áreas concretas, especialmente los montes públicos forestales, y la prohibición parcial del pastoreo sobre éstos. Ello está provocando un infrapastoreo inducido sobre zonas como Els Xaparrals (Sª del Cid), que fue agresivamente repoblada por pinares décadas atrás, y que hoy tiende a la homogeneización vegetal y la acumulación de combustible en el sotobosque de las densas pinadas.

Centrándonos en el objeto de este texto, ¿es el infrapastoreo el fin del paisaje heterogéneo? En mi opinión, existen suficientes indicios para creer que sí, no obstante, no ha de entenderse ésta como la única causa y más grave. Teodoro Lasanta lleva décadas estudiando el pastoreo en las áreas de montaña y, según su opinión, cuando el pastoreo es muy leve o queda excluido, “el territorio tiende a ser invadido por arbustos, se hace impenetrable, pierde riqueza específica y biodiversidad, aumenta la probabilidad, periodicidad e intensidad de los incendios, y con ello se disparan las tasas de erosión; la estructura del paisaje se hace más homogénea y la disponibilidad de agua en las cuencas disminuye, especialmente en medios mediterráneos y semiáridos”. En el más extremo de los casos, el infrapastoreo conduce a un “desierto verde”, es decir, la conversión del terreno en bosques homogéneos, con poca variedad de especies y comunidades vegetales y con una tendencia a la pérdida de la biodiversidad.

Figura 3. Áreas susceptibles de simplificación paisajística.

Este proceso es posible observarlo en el Paisaje Protegido de la serra del Maigmó y serra del Sit, especialmente en las zonas más alejadas de los núcleos urbanos, menos accesibles, y donde antes se abandonaron las actividades tradicionales en el manejo del territorio. La estética que ofrecen hoy estos entornos es la de densas pinadas con un sotobosque muchas veces impenetrable por la maleza. En algunos casos se intercalan campos de cultivo abandonados que tienden a ser colonizados por especies leñosas y arbóreas, y en todos los casos suelen identificarse restos de viviendas, corrales, aljibes o abrevaderos en avanzado estado de abandono. Por muchos de estos ámbitos hace años que dejaron de pastorear los rebaños, como en Les Fermoses, Almadrava o Xaparals, y en otros la carga ganadera es tan baja que apenas produce efectos positivos (Casa Castalla, Foradá, Puça o Pepiosa).

Observando las tendencias actuales, podría afirmarse que nos encontramos en una etapa de transición en nuestros paisajes. En pocos años y sin solución de continuidad, el pastoreo está dejando de intervenir y controlar sobre las comunidades vegetales, de contribuir a la limpieza y abono de los campos de cultivo, de interactuar con otras especies biológicas y de definir las diferentes teselas de paisaje. La tendencia es hacia una homogeneización del paisaje y de los elementos bióticos que lo componen. Tal y como se observa en la ‘Figura 3’, la tendencia a la simplificación paisajística es más acelerada en las zonas boscosas consolidadas o de transición, precisamente aquellas en las que el pastoreo es residual o nulo.

El infrapastoreo supondrá, de no impedirlo, el fin del paisaje complejo en las sierras del Maigmó y del Cid. Este final se viene anunciando desde el desarrollo industrial en nuestro ámbito, con un vaciado del campesinado en las partidas rurales, con la crisis de los oficios tradicionales y con el creciente déficit de conocimiento  para gestionar nuestros montes y campos de manera correcta. En las últimas décadas, se observa como se expanden las zonas boscosas a costa de las zonas mixtas y de mayor diversidad biológica. Son además zonas impenetrables, con una carga muy elevada de combustible y con un riesgo alarmante de incendio. Los ejemplos son numerosos, pero destacan las umbrías del Maigmó, la Crestería del Frare, la Sierra de Castalla y Alt de Peret, Cárdenes o Xaparrals. Todo ello está obligando a asumir costosos y casi nunca efectivos planes de desbroce mecánico.

El infrapastoreo supondrá no sólo la pérdida de una actividad económica, sino también un declive de las condiciones ambientales, una simplificación paisajística y una pérdida de conocimientos tradicionales para el manejo del territorio mucho más importantes que la propia actividad económica.

 

Tan preocupante como esto es el deterioro de los elementos asociados, especialmente las corrientes de agua, aljibes y abrevaderos que tradicionalmente han dado de beber al ganado, pero también a multitud de aves y mamíferos que encontraban en ellos el aporte hídrico.

El infrapastoreo supondrá no sólo la pérdida de una actividad económica, sino también un declive de las condiciones ambientales, una simplificación paisajística y una pérdida de conocimientos tradicionales para el manejo del territorio mucho más importantes que la propia actividad económica. No podría concluir este texto aportando posibles medidas o soluciones, porque las desconozco, o no confío en las existentes (adoptadas sólo en términos económicos). Tampoco podría aconsejar a los más jóvenes para que optaran por el camino de la ganadería, porque lo conozco, porque yo no lo he escogido, y porque dudo que herede el oficio de mi padre, abuelo y bisabuelos. Sería un mal ejemplo.

Más necesario que aportar consejos y lecciones, creo que debería concluir animando al lector a conocer mejor sus paisajes, a tratar de comprender por qué son así, y tratar de buscar explicaciones a la importancia que algunas actividades tienen sobre su configuración, como es el pastoreo. Solamente un mínimo de preocupación y predisposición por entender la importancia de esta actividad, así como de todas las actividades tradicionales, sería suficiente para empezar a pensar en soluciones. De lo contrario, me temo que una vez que las últimas generaciones de agricultores y pastores actuales desaparezcan, con ellas va a desaparecer un patrimonio y una tradición de manejo del territorio de incalculable valor, que en el futuro será muy difícil recuperar. Creo que esto sería lo más desastroso, pero también creo que, si alguien ha conseguido terminar de leer este texto y reflexionar sobre el asunto, será un buen síntoma.

 

2 thoughts on “Infrapastoreo, ¿el fin del paisaje complejo?”

  1. Totalmente de acuerdo amigos.
    Hay que empezar a ser sensatos y que impere el sentido común, los efectos del abandono de las actividades agropecuarias ya los estamos sufriendo, paro, montes abandonados, incendios forestales, perdida de biodiversidad, aumento del jabali, –enemigo numero uno de nidos,puestas etc
    Bien no tengo tiempo para mas, gracias y un saludo
    ADHIF.

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