Escuela

 

Muchos fueron los maestros y maestras que transmitieron sus conocimientos a los niños y niñas de Petrer.

En el año 1912, Dª Ignacia impartía clases en un primer piso de la actual José Perseguer, en lo que poco después fue fábrica de Luis Villaplana y años más tarde tienda de confección de Leonor Maestre.

Otra maestra que hubo en Petrer, en el año 1914, fue Dª Lola, que tenía su clase en la calle Gabriel Payá, enfrente de lo que posteriormente fue la casa de la familia Villaplana. Más tarde, en esa misma vivienda, vivió el célebre maestro D. Manuel Caparrós.

Entre 1917 y 1918 había un colegio de niñas en la calle de La Fuente, detrás de la iglesia, en dirección hacia la rambla.

A mediados de los años 20 las chicas iban a un mitjanet habilitado en la calle Gabriel Payá. Era escuela pública y las maestras que dieron clase en esta aula fueron: Dª Ángeles León (1927), Dª Milagros Sempere Barrachina y Dª Amparo Llabrés; éstas dos últimas eran oriundas de Valencia y también impartieron clase en el colegio Primo de Rivera.

Los chicos iban a la escuela ubicada en la Plaza de la Constitución, en lo que la actualidad es la Biblioteca Municipal. En el año 1915 era maestro de la misma D. Francisco Echevarri. Tenía una clase muy numerosa y de muy distintas edades. Después estuvieron de maestros D. Julio Crebert y D. Manuel Soler y posteriormente D. Manuel Caparrós.

En la década de los años 20, la unitaria de la biblioteca se dividió en otras unitarias. Posiblemente la primera escuela unitaria disgregada fue la que estaba situada en el último piso de la actual calle Pedro Requena, era la casa de Paquet el de Manel; en este mismo local unos años después estuvo la sede de la CNT. El primer maestro de esa unitaria se apedillaba Salvador Aldea y posteriormente fue inspector de primera enseñanza y jefe de inspección en Castellón. En el año 1928 impartieron clases en ese mismo lugar D. Vicente Ramón Monzó y D. Miguel Payá Tort.

En lo que hoy es Biblioteca Municipal se quedó D. Manuel Caparrós, que impartía el primer grado, y en las aulas habilitadas en la calle Antonio Torres impartía el tercer grado D. Miguel Payá Tort, natural de Cocentaina, y había, también, una clase de chicas en el curso 1927-28.

La segregación o división de una sola unidad a varias supuso una verdadera revolución en la enseñanza marcada por la diferencia característica entre unitarias y escuelas graduadas más o menos normalizadas. Los maestros de unitarias eran formidables y les costó mucho adaptarse a un sistema graduado.

Por lo que respecta a los colegios privados, a principios de los años 20 impartió clases en su escuela privada del Derrocat, ubicada en lo que hoy es el edificio Maracaibo, Dª Ílida Payá, que anteriormente había sido monja. Esta célebre maestra impelía a sus alumnas a asistir a misa de 9 los domingos y las niñas que faltaban tenían que pagar una multa de 10 cts.; con el dinero recaudado se tomaban después de la misa un chocolate en su casa y parece ser que no faltó nunca para chocolate.

Por aquellos mismos años, había otra escuela particular en el Derrocat regentada por Dª María Jiménez que, a pesar de tener su escuela privada, hacía también sustituciones en la escuela pública. A esta escuela se accedía por la calle Prim.

En el período comprendido entre 1922 y 1927 el asturiano D. Melchor Mares González –administrador de correos- tuvo una escuela privada mixta en la Plaça de Baix en el edificio que ocupaba la oficina de correos. En el año 1927 D. Melchor Mares se trasladó, al igual que la oficina postal, a la actual calle Pedro Requena nº 6, impartiendo allí las clases junto a su esposa Dª Enriqueta de Lago. Esa casa con anterioridad había pertenecido al alcalde Luis Ponti Castillo. Mientras que atendía el despacho de correos daba en una habitación contigua clases. Era un buen profesor, tenía una vasta cultura y era muy ameno. Cuando acabó la guerra fue desterrado a Sagunto por tomar parte a favor de la República.

Había también una escuela en unas bodegas habilitadas para tal efecto que ocupaban el espacio de lo que más tarde sería el café Gran Peña o bar de Panets. Era una escuela privada donde sólo iban chicos, en la que impartió clase D. Tomás.

Gabriel Brotons daba clases de matemáticas y contabilidad en el desván de su casa de la calle que hoy lleva su nombre. A estas clases únicamente asistían chicos.

En el año 1929 se inauguraron las escuelas de Primo de Rivera. Maestros como D. Manuel Caparrós, D. Miguel Payá Tort, D. Amando y D. José Llorens fueron elementos clave en la educación de los jóvenes petrerenses.

Los más pequeños acudían a locales especialmente habilitados para ellos. Esta especie de aulas  dirigidas por mujeres no tenían continuidad y muchas de ellas desaparecían rápidamente. Entre algunas de estas escuelas privadas a las que acudían los más pequeños estaban la de María, en la calle la Boquera, allá por el año 1916, y la de Remedios Poveda la Camina, situada en la misma calle y que estuvo en activo sobre el año 1933.

Muchos petrerenses recuerdan con cariño, todavía hoy, a algunos de estos maestros que lo dieron todo para que aprendieran sus primeras letras y de los que recibieron la educación más básica.