Escritos de un joven indecente (XVI): La chica que no pintó Picasso

 

̶  Creo que no sólo se consigue poesía

desde la tristeza

sino también a través de las cosas bonitas

de la vida, ¿no crees? –  ,me dijo.

 

Yo no contesté.

Qué podía decirle a una mujer

amamantada por la tinta

de centenares de libros,

mecida por sus letras

y acunada entre los versos…

 

De haber sido valiente

le hubiese propuesto

quedarse conmigo

en la ciudad donde

la noche es oscuro fuego

y las calles arden

y los muertos pasean levitando…

 

Le hubiese hecho ver

que ahí afuera ya no queda NADIE,

que esta habitación de pensión

de 20 € la noche

es el refugio de la esperanza

pues en un acto de fe y justicia

DIOS ha exterminado a la humanidad

dejándonos a NOSOTROS:

sublime divinidad /

simple mortal.

 

La imagino

sentada en la cama,

sonriendo tímidamente

sin decir nada

y su silencio

es mi melancolía.

Yo me arrodillo en el suelo,

ella me mira fijamente.

Ahí está la muerte.

̶ ¡Oh, a esto se refería Pavese! –

calmo y paz…

 

̶ ¡Ámame esta noche! – ,

le susurro

mientras agasajo su cuello

con mi boca

Se afila su columna

y su piel es candente escarcha.

El púlpito inmóvil

bajo las lunas andaluzas

de sus sieneses ojos

suspiran en voz baja,

observan mi pasado,

perdonan mis errores…

 

̶ ¡HABE MISERICORDIAM! –

Su alargada sonrisa

consiente que el vaho

de mi boca

sople entre sus dientes

y la puerta carnal

que son sus labios

queda entreabierta…

 

Acaricio el velo renacentista de su piel

y su rostro acompaña a mi mano

hasta besarla.

 

Rozo mis labios con los suyos,

se cierran sus ojos

y su lengua me otorga el beneplácito

de componer la sinfonía

en su interior…

 

Se derrite nuestra ropa

y  avivan nuestros cuerpos …

110 centímetros de lunas

menguando al descubierto.

̶ ¡Oh, Dios mío! -,

vuelvo a ser una criatura indefensa

a merced de la vida y la CARNE PURA …

 

Déjame caer

en la tentación…

 

Con tiento

mi filo desnutrido

y mi boca hambrienta

requieren el tacto

del jugo carnal

y su traslúcido néctar…

 

frágiles

gemidos

–  «mmmhhhhh….»  –

 

que nos liberan de la culpa

y nos hacen eternos.

 

̶  No te vayas mañana, amor mío –

permanece en esta cama para siempre.

 

Sus dientes pelean contra sus labios

y se cierran sus ojos

sugiriéndome así

navegar más abajo…

 

Deambulo en procesión por sus costados

mordiendo su CARNE

a cada paso

hasta llegar al epicentro

de su VIENTRE

donde reposo…

 

Se arquea su nuca,

su frente toca el cabecero

y su boca se abre hacia dentro:

 

̶  «Adelante…,bésame»  – ,

clama con calma al cielo.

̶  Amén – , pienso en sus adentros…

 

Se encogen sus puños

mientras la dialéctica

de mi músculo

recita para ella

una oda con versos de arte mayor

̶  «mmmmmmhhhhh…..»  –

 

[…]

 

̶ «Vuelve arriba» – ,

me dice mientras me mira.

Regreso hacia sus labios superiores

deteniéndome en las cumbres

para libar sus cimas de cristal y mármol

antes de ser yo quien repose sobre la sábana.

Su cadera gravita ahora sobre la mía

y se alza ante mi

¡LA HUMANIDAD!

 

̶ Estoy a tu merced

e imploro llegar hasta EL FINAL – …

 

 

Que se termine aquí este poema

y el mundo sucumba a la NADA

después de 8 horas

de sudor,

saliva,

suspiros,

sexo,

amor

y lágrimas

 

para que esto siga siendo

SÓLO NUESTRO..

 

[…]

 

Tú te irás sin saber de mi

pero en mi imaginario

he vuelto a VIVIR contigo

entre los muertos.

 

 

2 thoughts on “Escritos de un joven indecente (XVI): La chica que no pintó Picasso”

  1. He leido todos tus poemas y cada vez me tienes mas enganchado.La sensualidad a flor de piel, magistralmente expresada, aunque siempre con atisbos de una cierta tristeza y de un gran desencanto.
    A veces una tristeza tan real como la vida misma.
    ! Adelante y no te desanimes ¡

  2. Gracias, Luís. Me alegra saber que aunque a veces me exceda en metáforas para estimular el imaginario de los lectores/as se entiende lo que digo.
    Y sí, la tristeza que intento trasmitir es real, como la vida misma al igual que la fantasía, la ironía, el sarcasmo…

    Esperamos seguir teniéndote como lector y visitante de Petreraldia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *