La tormenta de ayer, sobre las 6 de la tarde, descargó entre 15 y 20 litros en la localidad. En Sax fueron más de 30 y en Villena más de cuarenta. El granizo que cayó al principio era del tamaño de huevos de palomo e hizo recordar la famosa granizada del año 82. Muchos vecinos se apresuraron a guardar bajo techado sus coches para evitar las abolladuras, aunque finalmente no se llegó a esos extremos.
Estas lluvias de finales de agosto son la llave para que, si después llueve también en septiembre, se presente un feliz otoño de setas y hongos.