Desde Petrer partimos un grupo de amigos en dirección al poblado ibérico de Castellar de Meca, situado a unos 80 km de Petrer, en el término municipal de Ayora. Para llegar a la impresionante ciudad íbera, hay que tomar la autovía en dirección Albacete y en Almansa tomar el desvío de Ayora-Cofrentes. Una vez dentro de la carretera nacional y a escasos kilómetros, una señal nos indicará Alpera. Tomamos entonces esta dirección, que nos llevará hasta el yacimiento íbero (siglos VI-I a. C.), que fue declarado Monumento Nacional en 1931. El Castellar de Meca está situado en la finca privada de Casas de Meca, por lo que las visitas sólo están autorizadas los domingos de 9 a 14 horas, previo pago de 3 euros por vehículo.
El Castellar de Meca forma parte de un itinerario de ciudades ibéricas comunicadas con el interior de la península. Individuales, guerreros e imaginativos, los iberos, nuestros antepasados más directos ocupaban en el siglo VII antes de Cristo el sureste de la península que ha mantenido su nombre. En aquellos años España estaba en los confines de la tierra entonces conocida y los íberos vivían como una confederación de comunidades, consolidando una sociedad sedentaria y jerarquizada. Desconocidos y olvidados durante siglos, su evolución fue fruto de las relaciones comerciales con fenicios, griegos y etruscos quienes, les trasmitieron sus costumbres, ideas y manifestaciones artísticas. Dedicados en gran parte a las labores agrícolas, se servían del hierro para fabricar los aperos. Orfebres y alfareros, tenían una estructura social muy compleja, y la religión y los ritos funerarios marcaban sus vidas. La mayoría de poblados estaban fortificados y disponían de graneros y cisternas. Criaban caballos, tenían alfabeto, cultivaban el cereal y utilizaban el arado.
Iniciamos nuestro ascenso por un camino pedregoso, donde iban apareciendo restos del camino, varios aljibes y cisternas, y al llegar a la fuente del Rey Moro, con su gran escalinata excavada en la roca y giramos a la derecha ascendiendo por un gran camino excavado en la roca, que nos permitiría alcanzar una de las mesas calizas que coronan la aislada sierra del Mugrón (1209 metros), donde se encuentra la ciudad.
El denominado Camino Hondo, que con una pendiente del 30 % constituye una asombrosa obra de ingeniería prerromana, sin paralelo en la península ibérica. En el último tramo, la roca está excavada 4,30 m. con una anchura de 1,93-2,15 m. Para superar la pendiente se alargó el recorrido y se realizó una cerrada curva para cambiar el sentido del camino hacia el centro de la ciudad.