Recuperando el pasado (I): El Casino de Elda

Por esta razón el visitante queda sorprendido ante la grandiosidad de la casa y reconoce el esfuerzo que supone la edificación de un centro de esta naturaleza, máxime teniendo en cuenta que desde su fundación, los socios solo contribuyen mensualmente con la exigua cantidad de una peseta y cincuenta céntimos.

A esto, indudablemente, se debe que el Casino tenga un cierto sabor democrático, pues en él se confunden en plausible armonía el modesto artesano que vive del esfuerzo de su trabajo y el hombre que por su laborar constante supo redimirse de la miseria y conquistar una elevada posición social.

Tiene el centro que nos ocupa un precioso jardín versallesco que habla muy mucho de la exuberancia de nuestra región; y durante el verano, en las noches festivas se celebran en él solemnísimas veladas musicales, a las que concurren las bellísimas eldenses a mostrar sus encantos a los visitantes que se rinden siempre respetuosos ante la hermosura de estas lindas mujeres.

La entrada al Casino.
La entrada al Casino.

El salón de la biblioteca responde al conjunto bellísimo del edificio y en él se conservan las más preciadas joyas de nuestra literatura clásica y contemporánea y aquellas obras hijas de preclaras inteligencias extranjeras que han logrado los honores de la fama y del la popularidad  y que son el orgullo de la humanidada pensadora.

Esta preciosa colección de libros es una demostración de la cultura extraordinaria de la mayoría de los hijos de Elda, pues tanto el obrero como el capitalista emplean los ratos de ocio buscando en el libro, y en el periódico, manjares deleitosos para la inteligencia; y así el trato de estos hombres forzosamente ha de ser agradable, comunicativo, pues por la constante lucha de estos pueblos que se desenvuelven maravillosamente en el terreno industrial, adquieren un carácter de cosmopolitismo que habla mucho de su cultura, alteza de miras, elevación moral y exaltación de todos los sentimientos que ennoblecen al hombre.

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Jardines "versallescos".

El Casino eldense es una gallarda prueba del poder que tiene la voluntad colectiva bien encauzada; y es una prueba también de que Elda es una población luchadora, que sabe vencer obstáculos e ir muy lejos cuando se lo propone.

Tiene el Casino Eldense en la actualidad un número de socios que oscila entre quinientos y seiscientos ; y su junta directiva , que siembra iniciativas que se aplauden con calor, velando al mismo tiempo por el prestigio de la entidad , está compuesta por los señores siguientes:

D. Joaquin Coronel Rico, que desempeña el cargo de presidente de la Junta General , y ocupan los demás cargos de la Junta directiva los señores D. Hilario Amat Vera,  D. Manuel Vera Pérez, D. José Sirvent Sempere, D. Joaquín Vera Amat, D. Luis Amat Amorós, D. Juan J. Ferrer Samper y D. Carlos Vidal García.

Estos nombres son una garantia de éxito en la gestión administrativa y en el progreso de la sociedad . Hombres activos y de iniciativas, desempeñan sus cargos con verdadero entusiasmo, estudiando reformas para el grandioso edificio del Casino, reformas que se llevaran a efecto en el más corto plazo posible, pues la actual junta quiere dejar huellas de su gestión y se propone reformar los amplios salones , decorándolos conforme al gusto moderno, y para lo cual se ha puesto al habla con un artista alicantino que también ha prometido poner de su parte cuanto pueda para que los propósitos de la junta  directiva se vean coronados por el éxito más lisonjero.

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Un edificio "lujosísimo".

La demócratica sociedad que nos ocupa es un elemento valioso en la época de fiestas pues contribuye a ellas con esplendidez, procurando presentar al forastero motivos de atracción, organizando bailes que siempre resultan brillantísimos, concursos de belleza y adornando la fachada del edificio con iluminaciones sorprendentes.

La sociedad progresa, consolidándose su fama de entidad democrática y culta, y en ella se reunen con frecuencia cuantos elementos significan en Elda valimiento en esa honrada lucha por la exaltación de la ciudad laboriosa, que muestra al viajero la placidez de su valle de vegetación desbordante y prolífica y la sonrisa de sus viejas mujeres, prisión de un tiempo de la reina doña Violante.

Lo consignamos con orgullo, porque Elda es nuestra, Elda es alicantina. La ciudad trabajadora ha hecho célebre su nombre en los mercados del mundo.

Su Casino no es más que una cristalización de la fuerza de los espíritus progresivos.

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