Personajes petrerenses (IV): Feliciano Montesinos, «el Vegetariano»

Durante nuestra guerra civil marchó a Valencia y en Paterna montó una escuela general que perma­neció hasta terminada nuestra contienda. Continuó en Valencia dedicándose a la venta de hierbas, creando una especie de Consultorio por correspondencia bajo la titulación de «La Estrella del Orien­te» como astrólogo y otros poderes que él pretendía poseer. Llegó a contar con unos cinco mil consul­tantes. Pasó vicisitudes y como a Don Alonso Quijano «del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro…». Pero lo cierto es que, efectivamente, Feliciano, sufrió ciertos trastornos.

No es fácil de consignar sus infinitas anécdotas, re­señar sus, a veces, deslabazados escritos pues dejó para sí mismo muchos de ellos y algunos dibujos y extravagantes pinturas. La anécdota más sonada fue la de su aparente muerte. Pues un día, sus herma­nos recibieron un telegrama diciendo que Feliciano había fallecido. Como es natural en estos casos hu­bo movilización familiar. A alguna de sus cuñadas y hermanas les faltó tiempo para teñirse alguna ro­pa en negro. Todos marcharon hacia Valencia y al llegar a Paterna, ante su casa, se encontraron con que Feliciano salió para recibirles.

Hubo que sujetar a su hermano Recaredo porque lle­no de estupor y rabia, le espetó: «tu no t’has mort pero yo te mate». No había para menos. La cosa se apaciguó y Feliciano muy serio, les dijo que lo del telegrama era para ver qué grado de aprecio le te­nían sus familiares.

Hemos tenido ocasión de hojear o más bien leer un álbum con dibujos pintados a su manera y foto­grafías suyas, así como algunos papeles con sus escritos.

Su producción literaria, como él la llamaría, sigue pareja con sus desconcertantes dibujos. No dejan de ser un sinfín de incongruencias propias de un ser al que se podría considerar entre visionario y místi­co. En un resumen que él pone, figura: «Biblioteca de Fe». Libros «La Nave de Dios Santo Pablo VI», «Doctor Mitogan», «Cuna de Miguel de Cervan­tes», «El Verbo», «Don Quijote», etc. «Biografía: La lectura es muy breve. Todos los dibujos son revelaciones del sonido ASTROLOGICO de la vida inmortal del ALMA y el espíritu. DOY FE, Amén, FELICIANO, amén». Esto es lo que pudiéramos de­cir la introducción. A lo que él llama libros no son más que unas pocas hojas y a veces cuartillas escri­tas, algunas, con dos colores para resaltar el efecto de su perorata. Una de ellas es «Mió Templo» «Ipo- tero»: «Ipotero viene vestido de una gabardina que lleva dos campanillas en la cabeza descubierta haciendo ruido para vender árboles frutales y flores de todas clases. Se presenta en dos sentidos opues­tos. El primero es tragarse la saliva del compra­dor. El segundo es vender a pagar sin regatear… dejan pasar los años. Dejan vivir a los demás. Ha­cen las visitas tocando las campanillas con la ca­beza Si y No… y todo sale a las mil maravillas.

Las flores pierden dinero. Los árboles todos ¡legan secos. Nadie quiere pagar al contado para resca­tar las pérdidas de antaño. Ipotero se disgusta y la riña se acabó sin pagar a nadie… Por Dios Fe­liciano Montesinos». Poco más o menos es lo esen­cial de este malhadado Ipotero. Nos deja sin saber quién es este Ipotero ni de dónde se lo sacó.

EVA es otra de sus «novelas». Es uno de estos mini- fascículos escrito a dos tintas, negro y rojo, y comien­za así: «La mujer no tiene piernas para correr frente a un judío avaro que no puede comprar mujeres… El Paraíso terrenal existe en los Viveros de Valen­cia… contemplando el amor placentero de los no­vios que no pueden usar el libidineo amoroso en completa libertad salvaje como así mismo está es­crito entre faldas abajo y serios pantalones». Esto viene a ser una especie de drama en el que encon­tramos un sultán al que Eva muerde los pies. Eva exclama esta poesía en tinta roja: «Dame calor amor mío / con tu bigote infame / dame besos donde tú sabes / en los labios de mi sangre». La cosa se com­plica y Eva las pasa canutas porque el sultán orde­na a su verdugo que la mate, pero Eva se libra gra­cias a su coquetería. Siguen las complicaciones de todas clases y termina diciendo, esta vez en tinta ne­gra: «Este poeta despreciado / que lleva nombre Fe­liciano /escribe versos a dos manos /para ciegos, tontos y mancos… No dudes que Eva fue tu prime­ra mujer. Ya lo sabes. AMEN». En Biólogos y Neurólogos, no puede empezar de mejor manera. Veamos: «La fama carda la lana. La ciencia si no cura es la que mata». Y tras unos cuantos renglo­nes por el estilo, termina: «Dejemos solitarias en las torres todas las campanas que a los vivos lla­man para plugar (¿purgar?) ¡a culpa cometida y sin más oficio que el médico de cabecera dice: Defun­ción por anemia cerebral. Nada más». Hay muchas más de estas incongruencias que obviamos en be­neficio del propio lector. Y también ¿por qué no?, en beneficio del autor. Hay que decir también que a veces algo cuerdo se desliza.

Todo esto es una muestra del sentido esperpéntico de lo que él llama sus «novelas» o por lo menos de lo que escribía a veces con fines ejemplarizantes o como muestra cínica de las veleidades humanas. Quizá fuera esta su intención. Pero desconcertante por sus disparatados juicios. En ocasiones casi siem­pre acaba resumiendo estos esperpentos, como pa­labras finales con cierto misticismo, empleando la palabra «AMEN o POR DIOS DOY FE en Feli­ciano Montesinos». Es un caso casi obsesivo el mez­clar lo fantasioso con lo religioso. ¿Era un impostor?. ¿Se creía realmente un iluminado?. ¿Acaso un en­fermo?. Nos cuesta aceptar, sin embargo, que estu­viera simulando casi toda una vida. Sea lo que fue­re, nuestro hombre, fue un caso desconcertante. De un vivir agitado, de una extraña personalidad, sin la menor claudicación ante el desarrollo del siste­ma en que la vida lo envolvía.

Diríamos que todos sus principios revolucionarios le llevaron a crearse un estado de adivino, para fi­nalmente, acabar montando el Consultorio «La Es­trella del Oriente» por los lugares en que se desen­volvía, incluido su propio pueblo.

Está aún demasiado reciente su desaparición y por consiguiente nos falta perspectiva para enjuiciar debidamente su controvertida personalidad. O quizá también el estudio de un sicólogo. Pero sólo a título de un cariñoso recuerdo rendimos nuestro homenaje a este personaje ya entrado a formar parte de aque­llos recordados en nuestras añoranzas de juventud. Y ya, por último, dar las gracias a cuantos nos han ayudado, principalmente a su hermano Juan y a la familia Miralles.

 

 

4 thoughts on “Personajes petrerenses (IV): Feliciano Montesinos, «el Vegetariano»”

  1. Felicidades por ese genial articulo…..La vida anacoreta de feliciano…era muy superior a la epoca en vivida……

    genial no tenia conocimiento de esta publicacion, mis referencias se remontan a las hostorias contadas por mi padre+ (Aurelio Maestre)

    Un abrazo

    Toñin Maestre

  2. Que razón tienes Antoñin (desde Sao Paulo),Feliciano era un verdadero adelantado a su época. Fuimos a visitarlo , a finales de los 60, mi amigo Juan Hernandez el hijo de Fina la Quela (que era un poco familia suya) y yó a su jardín de la calle merendero,(un verdadero jardin del edén en aquellos tiempos)con el objetivo de grabarle una entrevista con un magnetofón enorme que teniamos. Nos recibió, junto a su esposa tal cual, aparece en la segunda fotografia del reportaje, con la túnica solo y descalzo. Charló largo y tendido con nosotros, que creiamos grabarlo todo, y sin embargo no grabamos nada. Al poco tiempo tanto Juan como yó recibimos un librito de los que el hacia con dibujos y «poemas» dedicado a nosotros que jamás, por más que lo releiamos llegamos a entender. Siempre me llamó , mucho la atención y me inspiró un gran respeto.

  3. Me alegro infinito de tener noticias de nuestro primo Antonio el «brasileiro» aunque sea con ocasión de un comentario sobre Feliciano Montesinos, alias «la estrella de Oriente» según el mismo se firmaba.Yo también conocí personalmente a Feliciano por cuanto junto a Carlos Payá y Ernesto Poveda fuimos a su casa, también con un magnetofón para grabarle una entrevista.Lo hicimos, creo recordar, dos veranos seguidos, también en los años 60, aunque en la segunda entrevista nos despidió a cajas destempladas pues creía que le tomábamos el pelo.A este hombre lo conocí por narraciones de nuestro abuelo D.Antonio Payá, me regaló unos extraños textos y dibujos que creo que aún conservo, y lo cierto y verdad es que me pareció una persona desequilibrada.Hasta ahí llego ya que no tengo más referencias que las expuestas. Saludos a mis primos Antoñin y Luis.

  4. caramba Primos, que bueno es saber de vuestras historias tan divertidas sobre «la estrella de Oriente» que inclusive no me acordaba como efectivamente lo denominaba. Yo sabia de estas historias, de Juanito y Luisin, porque ademas me la conto la tia Ufe una vez en su casa. inclusive como bien dices Luis Antonio, el abuelo Antonio lo conocia bien y me contava unas historias divertidisimas, pena que mucha gente en petrel no llego a conocer de verdad a esta entrañable figura…….

    Un beso muy grande para vosotros…..

    (ya pensasteis hacer un reportaje sobre las vivencias del abuelo Antonio con las tertulias que montaba en sus casas con el cura, y otras fuerzas vivas de esa epoca????

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