*Nota: Artículo publicado originalmente en la Revista Alborada nº 44 -2000
Un handicap en el que habitualmente caemos, tanto historiadores como ciudadanos, a la hora de emitir juicios de valor sobre el análisis de la vida municipal de un periodo concreto de gobierno municipal es el focalizar en el alcalde, como máxima figura institucional que preside una corporación local, los logros y aciertos realizados durante el mandato, pero también los errores cometidos y torpezas demostradas. Opiniones u observaciones en las que pocas veces se tiene en cuenta que el alcalde nunca ha estado solo en una corporación municipal, sino que los concejales, ediles, síndicos, regidores o jurados también detentan una responsabilidad en el ejercicio de la res publica a nivel local. Responsabilidad que, por otra parte, y en directa relación con la primera apreciación, pocas veces la historia o los historiadores les exigimos.
Sin embargo, no es éste el espacio ni el tiempo de enjuiciar las labores de gobierno de los ediles municipales, ni pretendemos con este trabajo el biografiar a todos y cada uno de los alcaldes de Elda en el siglo XX, ni hacer un repaso crítico por su gestión al frente de la alcaldía eldense, sino el glosar brevemente y de modo genérico la figura de los alcaldes, las circunstancias políticas y sociales en las que desempeñaron el cargo, curiosidades en torno a los mismos, principales hechos acontecidos en nuestra población en relación con la participación directa o indirecta de quien ocupara entonces el sillón municipal, similitudes y relaciones de unos con otros, etc.
Tres fuentes documentales se convierten en base fundamental a la hora de configurar el listado de alcaldes vigesimónicos: la documentación oficial generada por el propio Ayuntamiento como son las actas de los plenos municipales y dos libros: La historia de Elda, de A. Navarro Pastor (1981) y el libro Elda: Urbanismo, toponimia y miscelánea, de J. Rodríguez Campillo (1999). No habiendo acudido a las fuentes originales por falta de tiempo material, se ha recurrido a los dos trabajos citados para confeccionar un listado exhaustivo de las primeras autoridades. Si bien ambos realizan una enumeración exhaustiva, mantienen sensibles diferencias en la inclusión de unos u otros nombre. Desigualdad originada por la inclusión o no de los llamados alcaldes accidentales, aquellos concejales que, durante días, semanas o algún mes, ocuparon el sillón presidencial del municipio de forma interina, por cese, fallecimiento o renuncia al cargo del titular, hasta la designación o elección plenaria del sucesor. A este respecto, a la hora de redactar el presente trabajo se han tenido en cuenta a aquéllos que ocuparon el cargo provisionalmente entre el cese de uno y la elección de otro, mientras que no se ha contemplado a aquellos ediles que por su condición de teniente-alcalde ejercieron la máxima magistratura municipal por ausencia del titular.
Se hace extremadamente difícil realizar en breves páginas una síntesis acerca de todos los alcaldes, tanto de su faceta política y pública como personal y privada; de las circunstancias y trayectoria política que les permitieron llegar a la alcaldía eldense; de su nombramiento o elección y de su cese; de su afiliación política; etc. La disparidad de regímenes políticos que el siglo XX ha conocido en España, la heterogeneidad de las circunstancias políticas y la diferente normativa legal reguladora de la administración local, así como la propia evolución y desarrollo de la propia ciudad, imposibilitan el poder comparar a unos con otros, pues ni el marco legal en el cual ejercieron su cargo ni la ciudad a gobernar han sido los mismos a lo largo de cien años. En un siglo, se ha pasado de una política municipal caciquil imperante durante el reinado de Alfonso XIII, donde el gobierno municipal era trasunto del gobierno nacional con la alternancia pactada entre liberales y conservadores, a una situación de plena democracia representativa bajo la monarquía parlamentaria actual, pasando por el breve experimento democrático de la II República (1931-1936), abortado con el amargo episodio de La Guerra Civil (1936-1939), y por un amplio periodo de autoridades designadas por el Gobierno Civil provincial, como representante del estado autoritario implantado por el general Franco (1939-1975).
Del mismo modo, poco tiene que ver la Elda industrial y terciaria de finales del año 2000, con 54.025 habitantes, con aquella villa agrícola del año 1900, que contaba con 6.131 habitantes y cuyo perímetro urbano tímidamente había sobrepasado los límites existentes desde mediados del siglo XVII; y que veía cómo desde 1890-1895 empezaban a proliferar en su periferia las fábricas de zapatos.
Cotejando las fuentes citadas hemos contabilizado un total de 42 personas que han ejercido la alcaldía eldense a lo largo del siglo XX, de las cuales 34 lo fueron en condición de cargos electos mientras que las restantes 8 la desempeñaron de forma interina o accidental. A título anecdótico decir que el primer alcalde del siglo fue Manuel Tordera y Juan, que venía desempeñando el cargo desde 1899, finalizando su mandato el 12 de diciembre de 1901, y habiéndolo ejercido con anterioridad durante los años 1867, 1876-1879, 1891-1892; y el alcalde que cierra el siglo es Juan Pascual Azorín Soriano, primer edil desde el 5 de junio de 1996.
Reinado de Alfonso XIII (1901-1931)
Alcaldes electos: Manuel Tordera Juan, Manuel Beltrán Aravid, José Joaquín González Amat, Roque González Amat, José Joaquín González Payá, Francisco Alonso Rico, José Catalán Gras, Emérito Maestre Pérez, Manuel Beltrán Olcina, Joaquín Coronel Rico y José Martinez Sánchez.
DICTADURA DE PRIMO RIVERA (1923-1930): Enrique Vera Gras, Francisco López Pérez, Pablo Maeste Sirvent y Francisco Alonso Rico.
Alcaldes interinos: Vicente Maestre Sempere.
Durante la parte que nos atañe del reinado de este monarca y en el marco de la Constitución de 1876, se sucedieron once alcaldes titulares y uno interino, mientras que en el periodo de la dictadura del general Primo de Rivera (1923-1930) cuatro alcaldes fueron designados y dos ocuparon el sillón accidentalmente.
Durante este reinado, y como consecuencia del sistema político bipartidista alternante implantado durante la Restauración, fue frecuente que una persona ostentara la alcaldía en varias ocasiones pero sin continuidad entre ellas. Así, vemos cómo José Joaquín González Payá y Francisco Alonso Rico son designados en cuatro ocasiones cada uno; Manuel Beltrán Aravid, José Catalán Gras y Joaquín Coronel Rico, en tres ocasiones; y José Joaquín González Amat y Manuel Beltrán Olcina, en dos.
Del mismo modo, y dado el carácter oligárquico del sistema político, donde las prácticas caciquiles estaban a la orden del día, fue frecuente que, a lo largo de años y décadas, determinadas familias se perpetuasen en el poder municipal, unos veces como ediles y otras como alcaldes. Ejemplos de este fenómeno lo encontramos tanto en el Partido Conservador, con la saga familiar de los Maestre, cuyo representante en este periodo fue Emérito Maestre Pérez (1914), padre, hijo, nieto y sobrino de alcaldes de Elda en el siglo XIX; como en el Partido Liberal con la familia de los González, que ostentó la alcaldía con José Joaquín González Amat (1904-1909, 1912-1914), José Joaquín González Payá, hijo del anterior, (1910, 1910-1912, 1916-1917, 1917-1918) y Roque González Amat (1909-1910), hermano y tío de los anteriores. De familia liberal también fueron los Beltrán, dos de cuyos miembros, padre e hijo, Manuel Beltrán Aravid (1872-1873, 1898, 1902-1903, 1910) y Manuel Beltrán Olcina (1916), respectivamente, también fueron alcaldes de Elda.
Será en este periodo cuando el 24 de agosto de 1904, bajo la corporación municipal presidida por José Joaquín González Amat, el gobierno presidido por el conservador Antonio Maura le conceda a la villa de Elda el título de ciudad en reconocimiento a los logros económicos y demográficos conseguidos.
A pesar de la alternancia consensuada entre conservadores y liberales, y fruto de la legislación que regulaba la política municipal permitiendo una continua injerencia de los gobiernos civiles, durante las tres primeras décadas del siglo fueron frecuentes las destituciones de alcaldes por orden gubernativa. Ceses que, con frecuencia, fueron seguidos de reposiciones en el cargo de los depuestos, originando algunos años un baile de alcaldes. Así, en años como 1910 y 1914 se produjeran hasta cuatro cambios de alcaldía, con la participación de dos y tres alcaldes, respectivamente, que eran cesados y repuestos en el cargo tras un corto espacio de tiempo. Práctica política que facilitó que hubieran alcaldes que ejercieran como tales durante 5 días, caso de Francisco Alonso Rico (01-01-1914 / 06-01-1914), e incluso, 3 días, caso de José Catalán Gras (06-01-1914 / 09-01-1914).
Frente a mandatos de meses, semanas, e incluso días, destacan aquellos otros que, superando el año, se prolongaron en el tiempo, permitiendo una inusitada estabilidad en la política municipal. Entre éstos sobresalen las dos ocasiones en las que José Joaquín González Amat estuvo al frente del consistorio eldense, la primera durante cinco años y seis meses (01-01-1904 / 01-07-1909) y la segunda durante dos años (1912-1913). A éste, le siguen, por permanencia en el cargo, su hijo José Joaquín González Amat, con dos años y Joaquín Coronel Rico, con dos años y dos meses.
El agotamiento político del sistema de alternancia entre conservadores y liberales provocó la proclamación de la dictadura del general Primo de Rivera (1923-1930). Gobierno que, con el apoyo del monarca, suspendió las garantías constitucionales y vino a imponer corporaciones municipales afectas al régimen, donde quedaron representados aquellos sectores sociales y económicos mas interesados en el mantenimiento del orden social y político. Así, llegaron al consistorio nuevas caras de la mano de Enrique Vera Gras, que ejerció durante cuatro meses y trece días; Francisco López Pérez, teniente coronel retirado que asumió la alcaldía durante casi tres años; Pablo Maestre Sirvent, fabricante, alcalde durante el año 1927; siendo Francisco Alonso, de nuevo, el último alcalde del régimen primoriverista, durante dos años y dos meses.
Será bajo la alcaldía de Francisco López Pérez cuando, por medio de Real Decreto de 9 de junio de 1926, el gobierno conceda al Ayuntamiento de Elda el tratamiento de «Excelentísimo» en sustitución del «Muy Ilustre» empleado hasta entonces.
Con la dimisión de Primo de Rivera, se vuelven a constituir los ayuntamientos constitucionales, siendo elegido alcalde José Martínez Sánchez, que ejerció durante un mes y siete días y que fue sustituido por Joaquín Coronel Rico, que ocupaba el sillón municipal por tercera vez, en esta ocasión por el periodo de un año, siendo el último alcalde de la monarquía de Alfonso XIII, puesto que en la elecciones municipales celebradas el 14 de abril de 1931, y ante la descomposición de los partidos políticos que sostenían al monarca, los partidos republicanos consiguieron alzarse con la alcaldía de Elda. Resultados que, repetidos a nivel nacional en las capitales de provincias y principales ciudades del país, precipitaron la caída del rey y la proclamación de la República.
Curioseando en tus publicaciones observo que mencionas a Antonio Porta como alcalde electo. Y que yo recuerde no tuve la oportunidad de votar democráticamente en las elecciones municipales hasta el año 1979.
Siendo como bie dices Paco Sogorb el último alcalde no democrático después de la guerra civil.
Quizás mi memoria me juega ya malas pasadas.
Hola, necesito saber quién era el alcalde de Elda en 1920.