El actual Gobierno es intervencionista, nos quiere ideologizar: la interpretación que por ley quiere imponer a nuestra más reciente historia (no es eso función del gobernante); la imposición de la asignatura “Formación para la Ciudadanía” con textos no consensuados y no asépticos respecto a ideologías, moral y costumbres (tampoco tiene derecho a inmiscuirse en la educación política del ciudadano); el estudio para una nueva ley del aborto hecho por personalidades de parte sin contar con los que piensan distintamente (no se busca con ello concordia sino enfrentamiento y crispación social); la gritería de sus voceros todavía empeñados en hacernos creer que la Iglesia Católica es mantenida por el Estado (saben que es mentira, sus ingresos son la voluntad de los contribuyentes); la inquina con que sus aparatos de propaganda y medios de comunicación adictos atacan a ideologías no socialistas.

El Gobierno parece pretender quedarse “la finca” para ellos solos. Confunde gobernar con batallar ideológicamente contra el liberalismo y la Iglesia Católica. No soy un hombre de Iglesia, muchas cosas que no me gustan podría decir de institución tan arraigada en los estratos sociales de España, pero tampoco acepto la crítica cínica, muchas veces despiadada y falaz que el Gobierno le viene haciendo. A efectos prácticos, imaginemos por un momento que con la que está cayendo, Cáritas dejase de prestar sus servicios y cerrase las puertas de sus comedores sociales ¿se imaginan la tragedia social, son ya millones de personas las que diariamente matan sus hambres en ellos? Lo ven, hasta la Iglesia tiene cosas buenas, a veces muy buenas.

Defendamos nuestra libertad individual.