Algunos de los que tienen a bien leer mis opiniones en este medio y comentarlas en el mismo de vez en cuando -y otros que me las comentan por la calle- me han tildado de sufrir “manía persecutoria” contra Rodríguez Zapatero porque “como soy de derechas…” Y sin ningún ánimo de revancha pero interés personal de reiterar una vez más que mis críticas estaban fundadas en la torpe actuación del gobernante y no en su ideología o partido que representa, hoy me aprovecho de las encuestas aparecidas en diversos y dispares medios de comunicación, desde “El País” o “Público” hasta “La Razón” o “La Vanguardia”, porque todas reflejan un dato esclarecedor para aquellos que, como el avestruz, ante la evidencia de un desgobierno amagan su capacidad de raciocinio y análisis debajo del ala del fanatismo doctrinario, como si por ser socialistas o de izquierdas les estuviese prohibido la más mínima duda sobre el evidente desastre nacional que está causando Zapatero: el dato es que en todas aquellas encuestas, alrededor del 70% de los votantes socialistas no quieren que Rodríguez Zapatero vuelva a presentarse a una nueva reelección, reitero, los votantes socialistas, los que han votado y preferirían seguir votando al Partido Socialista.
Además del desastre económico-social causado en estos seis largos años, el socialismo español con Zapatero ha perdido su norte, ha dejado de ser un partido nacional con un concepto claro de España, del Estado; sin el debido respeto a las instituciones garantes de la vida democrática como son el Tribunal Constitucional, el Consejo General del Poder Judicial o el Tribunal Supremo; ha puesto descaradamente la Fiscalía General del Estado al servicio de intereses de inmediatez política partidista; el problema más doloroso de nuestra sociedad, el terrorismo etarra, lo ha dirigido con una frivolidad y torpeza incalificables; ha crispado a nuestra sociedad con su anticlericalismo estéril y trasnochado y la ha pretendido radicalizar con una ley de la Memoria Histórica a todas luces sectaria e innecesaria; ha roto los pactos que hicieron posible la Transición; nos doblega ante regímenes dictatoriales y su política exterior ha hecho de España un país que no cuenta de acuerdo con su potencialidad en el concierto de las naciones.
Ahora nos cambia el Gobierno, no para solucionar nada sino para que todo siga igual, pensando que el actual sabe “vender” mejor a los sufridos españoles sus imaginarios “brotes verdes” y demás fantasías, convencido, supongo, de que nos las vamos a continuar creyendo, o sea, restregándonos con su insoportable ignorancia política que somos tontos. Verdaderamente, de seguir ZP al mando, votar este Psoe de hoy en las próximas convocatorias electorales va a resultar un cargo de conciencia, y no pequeño, para sus fieles y simpatizantes porque serían cómplices de su ineficacia que nos arruina. Lo he dicho en más de una ocasión: situación distinta tendríamos hoy España y los españoles si el XXXV Congreso Federal del Psoe de julio de 2000 lo hubiese ganado Bono o Rosa Díez.
Juan Ramon las encuestas tb dicen que rajoy esta menos valorado que Zapatero, dime tu que hay que hacer?
Octavio, en mi criterio cada cual debe hacer lo que estime sensato y beneficioso para todo el conjunto social. ¿Quién soy yo para decirte lo que has de hacer? Las encuestas sobre Rajoy no vienen al caso.
no hay ningún politico que valga la pena,estamos así(con Zapatero) porque enfrente no hay nadie en condiciones de sacarnos de esta «crisis».
Propongo que pongais a Camps de Presidente Nacional, seguro que llegamos al 40 % de paro en dos añitos. je, je, je.
Pues si pretendemos ser coherentes o parecer sensatos, «y me refiero a todos los españoles», la opción es un cambio de partido, y no me refiero a lo conocido, pues todos sabemos lo que sucederá en ocho años si sale el PP,
seguiremos viendo un partido de tenis, PSOE y PP y PSOE y PP etc…
Que cada uno saque sus conclusiones pero lo necesario ahora es sin lugar a duda un vuelco electoral a partidos con poca presencia, y la ley de impunidad de la que ahora se beneficiará Laporta debería de desaparecer.