¿Quién no ha sido en alguna ocasión timado por los muchos timadores que pululan por nuestra sociedad? Esto, sin ser nuevo, y menos en este país de la picaresca, parece extenderse en los últimos tiempos, agudizándose quizá por la crisis, que parece haber desatado todos los males. Sin ir más lejos yo misma, que no me tengo por muy dada a efectuar compras a través de televisión, prensa y demás anuncios, fui objeto de un timo en fechas recientes.
Resulta que en la prensa se ofrecía a un precio bastante “normal” una batería de cocina muy aceptable. El anuncio daba el número de piezas, sin especificar cuáles eran, y el precio no estaba muy mal, tampoco es que te lo regalan, pero ante mi afición por todo cuanto se refiere al “arte culinario” me decidí a escribir y optar por comprarlo. Llega el paquete (muy grande, por cierto), pero con la particularidad de que no estaba cerrado herméticamente y tenía muchos desperfectos como si ya hubiese sido utilizado. Firmé correctamente el albarán que traía el empleado (yo ya había rellenado la documentación, con mi número de cuenta)y una vez se hubo marchado el portador, me puse a destapar el gran paquete, con el fin de organizar todos los utensilios que yo creía haber comprado.
Cual sería mi sorpresa al comprobar que había muchos papeles de periódicos, envolviendo las “pocas piezas” que había en aquel gran paquete, faltando cazos, tapaderas, y otros utensilios para guisos. En fin que aquello era lo que vulgarmente decimos “el timo del portugués”. Ipso facto me dirigí al banco y dije enseguida que no se abonase ningún dinero al anuncio de aquella caja repleta de papeles. Aquello se anuló por completo y pasados dos días se presentó en mi casa el mismo “individuo” portador del gran paquete.Tuvimos un pequeño altercado pero le amenacé como hay que hacerlo en estas ocasiones, recogió el “gran paquete” (en sentido literal y figurativo) y se marchó como alma que lleva el diablo. Al comentarlo, días después, en algún sitio, me explicaron los grandes timos de muchas personas que habían sido timadas por los agentes encargados de repartir Butano, no especialmente de los repartidores,ya que los hay honradísimos, puedo dar fe de ello, pero sí de los que quieren cambiarte las gomas, las caperuzas, etc., con el fin de hacer el agosto. Este es un ejemplo, y el que yo he puesto es otro, pero en esto de los timos van renovándose y tirando de clásicos y los hay a patadas, por no hablar ya de las estafas telefónicas o de Internet. ¡Mucho cuidado en esta época, hay que abrir los ojos!
Otra de las “novedades” que quería mencionar es la nueva moda, que ya he visto colgado en algún balcón, anunciando el enlace entre dos personas. Pues… ¡Me parece muy Bien! Me han dado ganas de colgar en mi balcón (que es muy grande) un texto explicando que mi marido y yo llevamos casados desde 1.946. ¡Ha llovida mucho! Pero lo mejor de todo es que estamos como el primer día, lo único que en nuestro carnet ya hace mucho tiempo que figura el 8 (y en caso de mi marido el 9) como primera cifra. ¡Animo a los jóvenes a que superen esta unión, aunque lo dudo! Si lo consiguen, que no les será fácil, y menos en estos tiempos que corren, será algo también digno de anunciarse en un balcón, ¿no creen? Un abrazo, Eufemia.