Vaya forma de conocer a alguien; tras haber oído hablar de Rafa Laín y seguir sus trabajos fotográficos, la casualidad hizo que nos conociéramos en el, quizás, mejor lugar posible: el hide de Helios en el valle de L’Avaiol. El momento sí que no fue adecuado: cuando vi correr la perdiz, que estaría fotografiando, y a continuación lo vi salir a él del escondite, pensé «tierra, trágame».
Acababa de fastidiarla, pero tras la presentación resultó de lo más cordial y mientras Luis rellenaba la charca, me contó que hacía 15 minutos que se había ido el gavilán después de saciar su sed. «Mi gozo en un pozo», pensé, pues yo iba tras él. Pero nada, como ya estaba allí y ellos se iban, pensé en quedarme, y después de varias horas de espera y cuando ya pensaba en recoger y marcharme…, ¡tachán! Llegó, dio un par de pasadas, se posó en una rama cerca y al agua que es verano.
Tuve que reforzar el ISO de la cámara más de lo que a mí me gusta, pues todo era sombra, nada de sol, pero pienso que merece la pena el resultado. Además de la alegría de verlo, es un disfrute verlo actuar con total tranquilidad. Espero que la próxima vez me acompañe una mejor luz…
Muy buenas fotos compañero y gran experiencia.