Pasar horas en el campo es una actividad que siempre tiene recompensa por sí misma, pero hay momentos únicos en la naturaleza cuya contemplación es básicamente una cuestión de fortuna. Si ya tuve la inmensa suerte de asistir a la caza de una serpiente -y que recogimos en este documental, a partir del minuto 3:24-, hace poco los hados me volvieron a regalar otra escena para el recuerdo muy difícil de poder ver: la cópula de la perdiz.
En L’Avaiol, contemplé el ritual completo: el canto del perdigón, su engalanamiento, su exhibición de plumajes y posturas corporales, la resistencia inicial de la hembra y finalmente el aproximamiento, la parada y la cópula, de apenas diez segundos. Poco después, un nuevo acoplamiento, siguiendo los imperativos de la especie para asegurar una descendencia.
Pueden seguir todo el proceso amatoria en esta serie de fotografías y el pequeño montaje que hemos realizado.










Me encantan las fotos y la compañía para sacarlas. Un fuerte saludo y enhorabuena.
Que momento!! Tuve la suerte de poder verlo aquel día y Néstor inmortalizarlo! Menudas fotos!!!
Enhorabuena!
Te felicito por el vídeo y por esos instantes que has podido captar. Una maravilla¡¡¡