La Asociación Fauna Libre ha estado durante este mes de diciembre embarcada en una campaña de concienciación a favor de la adopción de animales, en el tercer año consecutivo que, por estas fechas, trabajan para intentar poco a poco cambiar la mentalidad de las personas, “algo que siempre lleva tiempo y esfuerzo, pero es el quid de la cuestión”, sostienen desde el colectivo. Han estado con un stand informativo en diferentes actos culturales y asociativos, como en el Día Mundial de los Derechos Humanos (10 de diciembre) que reunió a varios colectivos en la Plaza Mayor de Elda, pero sobre todo lo suyo es el informar a pie de calle a los ciudadanos. Dentro de la campaña, han coordinado una recogida de mantas, que sigue abierta y pueden entregarse en los comercios ‘Kinara Life’, ‘Zailán’, y ‘Sabueso’ , y también han donado 200 kilos de comida al Albergue de Animales de Elda (polígono Campo Alto).
Precisamente, desde el centro de recogida de animales, que abarca toda la mancomunidad (Petrer, Elda, Monóvar, Sax) y que también ofrece cobertura a las localidades de Aspe, Monforte, Pinoso, Salinas y Novelda, reconocen que la crisis “también ha pasado factura, y hemos visto cómo se han incrementado en estos últimos meses los abandonos de animales”. Abierto desde el 2002, actualmente alberga a, aproximadamente, 150 perros y 100 gatos, de multitud de razas y edades. “Estas fechas son buenas para nosotros, porque la gente se interesa, aunque siempre hay que saber distinguir quien viene a hacerle un favor al animal, y están realmente concienciados, de quien viene en estas fechas porque ha tenido un capricho y no quiere gastar dinero. En estos últimos casos, puede ser que volvamos a ver el animal por aquí”, nos cuentan.
Para los interesados, y además del incentivo económico (comprar un perro no es precisamente barato), generalmente los especialistas destacan que los animales adoptados suelen profesar amor incondicional a sus nuevos amos, y que son fácilmente educables, respondiendo de forma muy positiva a los estímulos. Además, por supuesto, se trata de un acto de generosidad que no sólo salva una vida, sino que deja un hueco libre para que otro animal en su condición pueda ocupar su lugar en el albergue. Eso sí, hay que pensar bien antes qué clase de perro o gato se quiere y no dejarse llevar por el primero que nos guste, y hay que tener siempre presente que un amigo no se compra.