*Artículo a cargo de Javier Mas Román y Fernando Portillo Esteve.
Este año en que se conmemora el 82 aniversario de la proclamación de la II República, sacamos de la memoria la figura de Alfonso Chico de Guzmán, personaje preocupado por la vida local, que, junto a muchos otros, supo luchar, desde sus artículos periodísticos, por lo que creía mejor para su pueblo.
A lo largo de su historia, Petrer ha acogido a importantes personalidades, artífices de una nueva orientación, que han supuesto las bases del carácter general de nuestro pueblo. Aún hoy se mantienen nombres, testimonios, edificios…, que recuerdan la labor de antaño, de la que nosotros somos herederos. No podemos apreciar la imagen de un Petrer moderno sin indagar en sus verdaderos orígenes.
Durante las décadas de 1920 y 1930 Petrer fue testigo de una renovación. El auge del calzado y las nuevas corrientes ideológicas fueron dos factores claves que, de la mano de protagonistas como Luis Villaplana, Santiago García, Luis Amat y otros, nos explican el carácter general del Petrer de hoy en día.
Dentro de esta época cabría hacer un paréntesis y rescatar la figura de Alfonso Chico de Guzmán López Ortiz. Su colaboración en prensa, sus incursiones políticas y su desarrollo como empresario del calzado -todo ello a nivel local- hacen de él, si bien no un personaje de importancia decisiva, sí un punto de referencia relevante en la vida de Petrer bien entrado el siglo XX.
Cuando Alfonso llegó a Petrer
Nacido en Águilas un 25 de abril de 1889, pronto abandonó su pueblo natal -a los 18 años-para forjar su futuro en Petrer junto a su familia. Durante sus primeros años de residencia, Petrer aún no había consolidado su industria del calzado, el ámbito periodístico carecía de gran envergadura y la vida política se mantenía sumergida bajo el fracaso de la restauración. En definitiva, el día a día petrerense era el de un pueblo de no más de 4.000 habitantes,cuyas principales preocupaciones surgían como mezcla de una vida dedicada al campo y a la artesanía con el carácter revuelto propio de las gentes de aquel Petrer de 1907.
Su formación vino subrayada por dos hechos de gran importancia que marcaron su nivel cultural. Por un lado, el que su padre fuera profesor, pues supuso un aliciente en su preparación, y por otro su notable afición a la lectura, que le otorgó un cierto grado de autodidactismo, presente también en otros intelectuales de la época.
Alfonso Chico de Guzmán, al igual que otros, se sirvió del ingenio y la originalidad que le proporciona ese autodidactismo para agitar los hilos políticos y sociales de la época desde sus artículos en favor de la República, que aparecieron publicados en la sección «Desafinando» del periódico local Polémica.
La peculiar visión política de Juan del Pueblo Sufrido
Los artículos que nos dejó a través del semanario Polémica bajo la firma de Juan del Pueblo Sufrido constituyen, tal vez, su mayor contribución a la vida política de entonces. Su particular visión de la gestión socialista fue inevitablemente objeto de adeptos y detractores; sus opiniones fueron, sin duda, pasto de la polémica, nunca mejor dicho. En esos artículos, en los que se dedicaba a la crítica de la labor del Ayuntamiento, la ironía y las anécdotas cotidianas no dejan de ser la esencia de su columna titulada «Desafinando».
Apodos como Alma de niño, Luis el Bravo, Pascualico, entre otros, servían para ofrecer al público una imagen satirizada de los ediles socialistas. En diversas ocasiones, el propio Juan del Pueblo (o Alfonso, como prefieran) comenta el origen de los motes: «…y mi D. Luis ¡fiero como un bravo! la emprendió con él y lo hizo un tabaco […] Y desde ese día se consideró con razón un D. Luis el Bravo» (Polémica, n° 21,19-111-1932). En este caso se trata de una trifulca que tuvieron Luis Amat –Luis el Bravo– y José García Verdú –Alma de niño– y que adaptó con su peculiar visión repleta de sarcasmo.
En la elaboración de sus artículos empleaba como modelo al periodista Mariano José de Larra. La utilización del pseudónimo -recordemos que Larra empleaba varios sobrenombres como Fígaro y El Bachiller-, la comicidad y las situaciones anécdoticas recogidas por él ponen de relieve a un personaje en continuo contacto con la literatura y la cultura y dedicado de lleno a los asuntos que en Petrer se sucedían; una persona en pleno acercamiento con la vida local.
Tres años más tarde del cierre de Polémica -1935-, y coincidiendo con la visita de unos periodistas procedentes de Madrid con motivo de las fiestas de Moros y Cristianos, Alfonso Chico de Guzmán fue propuesto como «periodista honorario».
En defensa de los valores republicanos
Se definió a sí mismo como «hijo del pueblo»; hijo del pueblo republicano, estandarte del ideal lerrouxista -perteneció al Parido Republicano Radical- y antorcha de unos valores patentes en cada uno de sus artículos. Los recuerdos de su hija primogénita Amparo nos evocan el rostro del republicano Lerroux en cerámica encima de la chimenea, visitas de Chapapietra al salón de su casa… Fue, en fin, un hombre muy comprometido con sus ideales y bastante entusiasta dentro de su propio ámbito, como bien muestra en uno de sus artículos : «¡La república os debe estar agradecida por lo bien que habéis celebrado su primer aniversario…!» (Polémica, n° 26,23-IV-1932).
De la misma manera podemos entender los agudos zarpazos que, desde su columna «Desafinando», proporcionaba a la administración socialista. Durante la breve vida de Polémica -desde 1931 hasta 1932- ediles y alcaldes socialistas padecieron la ironía de Juan del Pueblo o, por decirlo de otra manera, se vieron intimidados por la lupa de sus ideales. Sin embargo, esta notoria oposición no se puede reducir a un simple enfoque antisocialista, sino que los intereses republicanos proporcionaron el toque de vitalidad a cada una de las críticas, motes, etc., que recibían los representantes socialistas de Petrer.