Viaje de cercanías (III): El Castillo del Río

*Fotografías por Antonio García Villaplana

El Castillo del río se levanta en la margen izquierda del río Vinalopó, ocupando íntegramente una pequeña elevación de 246 m de altitud, situada ante la confluencia de las estribaciones de la Sierra de las Espirillas y del Tabayá,  y  de la unión del río Tarafa con el Vinalopó, él cual bordea un gran meandro antes de llegar al pantano de Elx.

Vista del castillo desde el camino de acceso.
Vista del castillo desde el camino de acceso.

Nos encontramos en el término municipal de Aspe y para acceder al Castillo del río, hay que desviarse en dirección a esta ciudad, una vez dentro de la autovía que lleva a Elx, y antes de cruzar  el puente del río Vinalopó, aparecerá ante nosotros las ruinas del poblado fortaleza.

Edificio histórico del antiguo Ayuntamiento de Aspe.
Edificio histórico del antiguo Ayuntamiento de Aspe.

También se puede acceder al yacimiento arqueológico, visitando la ciudad de Aspe, que de seguro nos sorprenderá con su plaza porticada, sus edificios históricos y su Teatro Wagner, quizás tan encantador por el jardín de su entrada. Después de visitar la ciudad, hay que tomar la  dirección que conecta con  la autovía de Alicante. El camino para acceder desde la carretera hasta los pies de la fortaleza  es hoy un enorme basurero, que  constata  también el talante tan incívico  y  la mala educación de algunos ciudadanos. Esperemos que esta visión de enseres, restos de obras y basuras varias desaparezca pronto, ya  que el entorno ha sido declarado recientemente espacio natural.

Basureo en  el camino que conduce al poblado fortificado del Castillo del río.
Basureo en el camino que conduce al poblado fortificado del Castillo del río.

El espacio donde se ubica el castillo, es un gran recinto poligonal amurallado, hoy  prácticamente en ruinas,  que rodea toda la colina o muela. Su planta es alargada y está configurada por un gran  amurallamiento  dispuesto en cremallera y surcado por una decena de cubos macizos en saliente. Toda la obra está hecha con la técnica del tapial y se apoya sobre una cimentación de muros de mampostería dispuestas en doble hilada,  separadas por pequeñas piedras planas.

Desprendimiento reciente de uno de los cubos en la muralla, debido a las últimas lluvias torrenciales.
Desprendimiento reciente de uno de los cubos en la muralla, debido a las últimas lluvias torrenciales.

Este gran recinto de una superficie de unos 7.000  metros cuadrados  disponía de dos accesos,  uno al mediodía con una rampa de acceso y otra al poniente, que comunicaba el castillo con el cauce del río. El castillo se encuentra enclavado en un paso obligado de la antigüedad,  el camino que une la meseta de Almansa y el mar. A  finales del siglo XI aparece por primera vez en las fuentes árabes una referencia a este lugar de Aspe, en una descripción del itinerario entre la ciudad de Murcia y Xátiva, del geógrafo almeriense Al-Udri. Años más tarde será  Ibn Sahid Al- Sala en su “Al-Mam bil-Imama” al relatar la fallida expedición almohade del sitio de Cuenca, acaecida en el año 1172, donde narra el regreso de las tropas por esta tradicional vía de comunicación, las cuales acamparon el 14 de agosto en este castillo de Aspe.

El Castillo y su fortificación pudieron ser construidos en el último cuarto del siglo XII, como respuesta a las reformas aplicadas por el gobierno almohade para revitalizar y reactivar la economía de la zona.

 Accediendo al recinto por la puerta del mediodía.
Accediendo al recinto por la puerta del mediodía.

Como apunta el profesor Azuar, se trataba de una política de repoblación de zonas despobladas, que se estructuran alrededor de los castillos, los cuales se convierten en el centro vertebrador del espacio rural. También para facilitar el control fiscal, creando una cabeza administrativa, concentrando de este modo a los campesinos en los poblados fortificados. La comunidad musulmana asentada en este yacimiento, disponía de una trama urbana de calles y  de unas viviendas reducidas -hay contabilizadas alrededor de 80 viviendas- que serian de una sola planta, con techumbres planas y cubiertas de ramajes y arena, y que   carecían de infraestructuras sanitarias y de conducción de agua potable, que sería acarreada desde el río y se almacenaba en contenedores apropiados en el interior de las viviendas.

Dentro del recinto amurallado.
Dentro del recinto amurallado.

El carácter doméstico de los ajuares cerámicos encontrados y catalogados en las sucesivas excavaciones, confirman que los habitantes del poblado criaban ganado ovicaprino para obtener carne y leche. Su actividad predominante era agrícola- en base a un ejemplar de reja de arado hallado en el lugar y a los restos óseos de bueyes- y que principalmente se dedicaban al regadío, ya que no hay en el poblado,  ni  restos de contenedores ni molinos manuales para el grano.

Restos de la fortificación.
Restos de la fortificación.

4 thoughts on “Viaje de cercanías (III): El Castillo del Río”

  1. Gracias,Carmen,por el reportaje.
    Es bueno que los internautas sepan que hay cosas interesantes a su alrededor y que merecen la pena ser visitadas.
    Soy un gran admirador de nuestras «viejas piedras» y la gente se sorprendería de saber la cantidad de las «mismas» que tenemos en la provincia.
    Te felicito por este reportaje.

  2. Gracias a todos por vuestros comentarios, ya que ciertamente eso anima mucho a quien escribe, y motiva también para volver a contar otra pequeña crónica de los viajes de cercanías.

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