*Nota: Artículo publicado originalmente en la revista Petrer Mensual nº 36 – diciembre de 2003
Poca cosa, casi nada
El motivo casi único para constituir la «Mancomunidad Intermunicipal», primero de «Elda, Petrel y su Comarca», después, con la incorporación de Monóvar y Sax, «del Valle del Vinalopó», fue el mismo: la estación depuradora. Un servicio que para tenerlo -y era imprescindible- los pueblos de tales dimensiones, por razones obvias, habían de mancomunarlo.
Como el espíritu inicial de este ente público era algo más que depurar aguas residuales y los ayuntamientos no quisieron ni han querido; o no pudieron y hasta hoy no han podido; o no tuvieron más visión o no han querido tenerla hasta hoy; que la Mancomunidad sirviera para actuaciones más política, tuvieron que cubrir apariencias e inventarse actuaciones para justificar la existencia de esta burocracia. Así pues, si revisamos su «Memoria descriptiva del ejercicio 2002» veremos en qué se ha ocupado la Mancomunidad:
– En gestionar una Unidad de Conductas Aditivas (centro para el asesoramiento y tratamiento de diversas adicciones, tabaco, alcohol, drogas, etc.) hasta el 23/5/2003 que se transfiere a la Generalitat.
– Gestiona el Centro Ocupacional el Molinet y La Escuela Taller del Valle Vinalopó básicamente dedicadas a personas discapacitadas.
– La Estación Depuradora. Todas las estaciones depuradoras son gestionadas por la Generalitat, ésta es la única excepción en toda la Comunidad, quiere decir esto que perfectamente podría ser gestionada desde la Consellería correspondiente.
-Y un Albergue de Animales donde se recogen y cuidan los animales abandonados.
– Además se conceden ayudas a distintas asociaciones humanitarias y culturales de interés comarcal entre las cuales reparten no más de diez millones de pesetas. Y se organizan algunas actividades deportivas.
Resumiendo, muy poca cosa. Para gestionar tales servicios no es necesaria esta entidad burocrática, y menos todavía si su coste de gestión es superior al que resultaría si se ejecutase desde los ayuntamientos o Generalitat. El mantenimiento de la infraestructura dedicada directamente a la gestión, es de aproximadamente 30 millones de pesetas. Bien es cierto que ni este importe, que pagan entre los cuatro presupuestos municipales, es gravoso a ninguno de ellos, ni ahorrárselo va a salvarles de aprietos. Pero esa no es la cuestión, la cuestión es que esta forma de administrar resulta cara al ciudadano. Dicho de otra forma, para hacer lo que actualmente hace, la Mancomunidad no tiene razón de ser y no se perdería nada si se extinguiese.
Somos una ciudad de casi ciento diez mil habitantes
Pero esto sería una forma de mirar, corta, de poco alcance, de «campanario», porque mayor realidad que la descrita arriba es la que se observa a poco que nos fijemos: estamos hablando de un territorio suficientemente definido en su orografía que denominamos Valle del Vinalopó, que con centro geográfico en Elda y en un radio aproximado de 10 kilómetros, ubica cuatro núcleos urbanos, bien comunicados; con economías y fuentes de riqueza, problemáticas de subsistencia, etc. prácticamente idénticas. Es decir, una ciudad de ciento ocho mil cuatrocientas cuarenta y dos personas (censo del 1.01.03) distribuidas en cuatro núcleos urbanos: Elda, 55.865; Petrer, 31.255; Monóvar, 12.369; y Sax, 8.953. Esta es nuestra realidad para las grandes empresas y los grandes proyectos y por ello van fijándose en esta zona. Carrefour, por ejemplo.
Por sus conjunciones geográficas, por sus niveles de desarrollo, y más por sus similares características de riquezas productivas, los retos que se les avecinan a estas cuatro ciudades, son muy parecidos y están más allá de depurar conjuntamente sus aguas residuales. Si, por ejemplo, el Calzado no funciona, quedará dañada gravemente la fuerza económica que mueve a las cuatro poblaciones. Si se pretende buscar una salida, será casi imposible hallarla para una sola población, las cuatro deberán estar implicadas. Si la calidad de vida mañana exige planteamientos más avanzados en el reciclado de los residuos sólidos, ¿será solamente un problema para una sola población?, no, será para las cuatro. Si queremos preservar nuestro entorno, ¿cuál debería ser el planteamiento, cada una por su cuenta?. Aun pudiendo buscarse cada una sus propias soluciones a estos desafíos, cosa en bastantes ocasiones imposible por las dimensiones de las mismas, ¿no supondría una falta imperdonable de sentido común?. Inclusive para cuestiones más propias y particulares de cada una de las poblaciones como pueden ser los servicios educativos, asistenciales, culturales, de transporte, etc., siempre tendrían mejor solución desde una posición conjunta de todas ellas que buscándolas por separado.
El artículo 20 de los estatutos de la Mancomunidad, el único que refiere sus «fines o servicios», prevé tales visiones de planteamiento pero deja a la voluntad de los socios el alcance del compromiso que se haya de dar al ente y en todo el Estatuto se evidencia la falta de intencionalidad política para que la Mancomunidad sea un órgano con competencias propias que realmente sirva a intereses específicos y concretos de una población con más de 100.000 habitantes que viven en cuatro núcleos urbanos: Elda, Petrer, Monóvar y Sax.
Aquí es donde don Antonio Porta, primer presidente de la Mancomunidad, quiso poner el acento y no perder la esperanza al decir en su parlamento de constitución de ésta, el día 27 de enero de 1.973, que «… habrá que hacer mención a dos épocas perfectamente delimitadas: antes y después de la constitución de la Mancomunidad» para puntualizar más adelante, «Ahora bien, los estatutos no serán nada si las personas no los hacen vivir…»
Casi condenados a entendernos
Ya funciona el organismo, con sede social propia y el coste para cada ayuntamiento es soportable (ver gráfico). ¿Valdría la pena que los políticos se replanteasen una más amplia y más inteligente visión de este instrumento administrativo? Sinceramente estoy convencido de que valdría la pena hacer vivir los estatutos porque podría suponer una medicina preventiva saludable a muy poco coste y con magníficos resultados. Pongamos algunos ejemplos: Que precisáramos un PAT (plan de acción territorial); o un campus universitario; o alguna medida interesante y concreta que pudiera aplicarse a las industrias del calzado o marroquineras para las que tuvieran competencias los ayuntamientos; o un estudio serio sobre posibilidades de diversificar nuestras fuentes de producción; ¿no sería más posible la consecución de soluciones y ayudas a este tipo de actuaciones si quien plantease tal objetivo fuese un ente en representación de cuatro poblaciones y más de 100.000 habitantes que si lo plantea uno solo de los cuatro ayuntamientos?. O dicho de otra forma, ¿qué ayuntamiento podría plantearse como actuación propia y exclusiva abordar cualquiera de estas iniciativas mencionadas?. Ni por medios ni por metodología podría ni debería abordarla ya que las soluciones sobrepasarían su actuación territorial para incidir en la de los pueblos vecinos. Y todas estas previsiones que hoy todavía pueden parecemos lejanas, son más próximas de lo imaginable porque los tiempos ya empezamos a contarlos no por épocas sino por periodos de años cada día más cortos. Hay problemáticas importantes, como apuntamos, que las caracteriza su intermunicipalidad y que por lo tanto sus soluciones deben abordarse desde un ente público supramunicipal.
Todo lo anterior es una realidad que por supuesto podemos soslayar e ignorar pero no deja de ser una oportunidad, una ventaja que las condiciones geográficas y políticas nos están mostrando permanentemente, constantemente, se trata de que los llamados a dirigir las comunidades decidan plantearse cual sería su responsabilidad política ante ella. Y la pregunta es ineludible ¿quiénes son los políticos de nuestro entorno que hasta hoy nos hayan podido demostrar que ven un poco más allá de sus narices, de su «campanario» o «corral»? Desgraciadamente ninguno, los votos no les dejan ver lo conveniente. La pregunta que ellos se formulan y además en términos absolutos es, ¿cómo aumentar mis votos? porque «sus» ciudadanos son exclusivamente los de su pueblo, los demás no cuentan y demasiadas veces son vistos como los enemigos. A pesar de todo ello, si no nos entendemos, si no cooperamos en asuntos intermunicipales que nos afectan, estaremos perdiendo oportunidades de consolidar nuestro crecimiento presente y de garantizarnos el futuro.
Para caminar: una sugerencia y un retoque a los Estatutos
Sentirse de Petrer, compartir con todos los petrerenses sus tradiciones, fiestas, costumbres, lengua y formar parte -si así se quiere creer- de un alma colectiva, de una idiosincrasia diferente y distinta a la de las otras tres poblaciones, no es incompatible con una cooperación con éstas en actuaciones y procesos de desarrollos comunes y afines. (Razonamiento igualmente aplicable a un eldense, monovero o sajeño). Es tener una visión más amplia de todo y de todos. Con ello lo que quiero decir es que nuestros sentimientos localistas no deben impedirnos la perspectiva de un futuro conjuntamente mejor labrado y compartido con esas otras comunidades tan cercanas y similares a la nuestra. De ahí que sería muy saludable promover movimientos cívicos fomentadores entre los habitantes de las cuatro poblaciones de lo que podríamos denominar «sentimiento vallense», en otras palabras, sentir todo el Valle del Vinalopó como nuestro territorio. Porque las leyes si queremos que se asuman, deben ser el ordenamiento razonable del sentir de los pueblos en lo referente a sus saludables aspiraciones. Esta es la sugerencia por otra parte no difícil de ensayar. Aquí queda expuesta.
Y un ajuste o retoque a los Estatutos también sería de todo punto indispensable para dar comienzo a este proceso renovador que sugerimos.
Las fórmulas de representatividad en el ente ya perfilan, diríamos, la poca intencionalidad o «ganas» del legislador por potenciar la capacidad de decisión del mismo. La representatividad es la misma para las cuatro poblaciones; el alcalde más tres vocales; (artículo 5º) que son designados por los respectivos plenos municipales sin ser preceptivo que tales designaciones guarden proporción con el número de concejales de cada partido o grupo político en su respectivo pleno municipal. (Así pues podríamos encontrarnos con la contradicción de que, por ejemplo, siendo el PP el partido que en esta legislatura más concejales ha conseguido sumados los cuatro pueblos, perfectamente podría no tener ningún representante en la Mancomunidad ya que en ninguno de los ayuntamientos el PP forma parte de su gobierno).
Otro fallo de la representatividad es que se base exclusivamente en la territorialidad, -un pueblo cuatro votos- sin tener en cuenta ni el número de habitantes ni las aportaciones económicas de cada población. Los criterios que inspiran este planteamiento representativo evidencian que la Mancomunidad está pensada para que sean los ayuntamientos que la constituyen quienes tomen las decisiones de forma colegiada y no ella misma como ente autónomo. En otras palabras, las desconfianzas mutuas entre las poblaciones que la componen han perdurado y hasta hoy poco se ha hecho por superar tal inconveniente.
Los Estatutos de la Mancomunidad habrían de revisarse para darle mayor grado de representatividad, aplicando al respecto fórmulas más próximas a las que se aplican para la constitución de las Diputaciones provinciales. Con este mayor grado de democratización, se podrían perfilar más concretamente sus actuaciones (que siempre se caracterizarí- arfpor sus objetivos intermunicipales) a la vez que dispondría de una mayor autonomía para la propuesta de actuaciones y una mayor capacidad de gestión para llevarlas a buen fin.
Entre las cualidades de la acción política siempre ha estado la de previsión del futuro y hemos de reconocer que en nuestros actuales tiempos la ciudad adquiere importancia capital. Quien no prevé queda atrás y recuperar los tiempos perdidos cada día es más costoso. Estamos hablando de mayor calidad de vida para todos los conciudadanos de este Valle. Yo apuesto por elfuturo y solicito de nuestros dirigentes políticos que sean previsores. Hoy precisamente la «Mancomunidad Intermunicipal del Valle del Vinalopó» esta presidida por el Alcalde de Petrer, hasta el 2007, ¿por qué no planteársele?Sería una buena forma de celebrar su treinta aniversario.
Artículo 20
La Mancomunidad, para la gestión de sus intereses y en el ámbito de sus competencias, podrá promover toda clase de actividades y prestar cuantos servicios públicos contribuyan a satisfacer las necesidades y aspiraciones de los vecinos de los municipios mancomunados.
La Mancomunidad ejercerá competencias, incluida la reglamentaria, en los términos de la legislación del Estado y de las Comunidades Autónomas, en las siguientes materias:
– Servicios educativos y culturales.
– Servicios sociales y asistenciales.
– Servicios sanitarios.
Defensa del medio ambiente, defensa de los animales y la flora, equilibrio ecológico.
– Recogida, transformación y tratamiento de los residuos sólidos.
– Promoción y dotaciones turísticas.
– Vías de comunicación y transporte público.
– Promoción y desarrollo de actividades agrícolas.
– Promoción de la industria y el comercio.
– Promoción del empleo y la plena ocupación.
– Así como cualquier otro de interés para los municipios integrantes de la Mancomunidad cuya gestión mancomunada sea acordada por el Pleno de la Mancomunidad.