Los límites del «ladrillazo» en la Costa Blanca: decrecimiento y renovados paradigmas

3. Hacia un decrecimiento en el urbanismo (o un urbanismo del decrecimiento)

El decrecimiento de la huella y los impactos territoriales en muchos municipios y en el conjunto de la provincia de Alicante es ya una necesidad. No se trata de una cuestión caprichosa por defender el territorio y el paisaje, ni de un aspecto ideológico que aspire a neutralizar las medidas neoliberales que durante los últimos años han determinado la dinámica urbana y territorial en la Costa Blanca. Hacer decrecer mayoritariamente la presión sobre el territorio puede contribuir a calmar la deriva ambiental, y provocar nuevas dinámicas urbanas e inmobiliarias que supongan, a la larga, un orden urbano y territorial más razonable.

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Figura 2. El programa de las 8R aplicado a la planificación urbana y territorial Fuente: Latouche (2008) y elaboración propia.

La bibliografía decrecentista suele sintetizar el programa del decrecimiento en el denominado círculo virtuoso del decrecimiento sereno, convivencial y sostenible, cuyo teórico, Serge Latouche, define como un conjunto de 8 objetivos interdependientes que participan tanto de la revolución como de la vuelta atrás, del cambio radical de dirección, de la innovación y de la repetición (LATOUCHE, 2008, 141). El denominado programa de las 8R supone reevaluar, reconceptualizar, reestructurar, redistribuir, reducir, reutilizar, reciclar y relocalizar, y su aterrizaje al campo del urbanismo y la ordenación del territorio podría abordarse desde la perspectiva propuesta en la Figura 2.

El primer paso para alcanzar un decrecimiento en lo urbano y territorial empieza por cuestionar los valores de las prácticas vigentes en estos ámbitos. Parafraseando a A. Casellas (2008), se debería empezar por plantear las cuestiones metageográficas, cuya finalidad sería la de explorar significados como los de crecimiento urbano o demográfico frente a las diferentes crisis abiertas. Estas cuestiones deberían conducir al análisis y cuestionamiento del paradigma existente y a la formulación de otros modelos posibles. Reevaluar y reconceptualizar -dice Latouche-, implica una necesaria descentralización cognitiva, donde se deconstruya el progreso y el progresismo, y se valore la utilidad del retorno, arrepentimiento o remordimiento en determinados aspectos. En este sentido y, tras casi tres décadas de experiencia en planificación urbana y territorial, los documentos de planeamiento en la escala local y regional convierten a los municipios en potentes growth machines que hacen del crecimiento (económico, espacial y demográfico) la quintaesencia de la planificación. En otras palabras, la intervención urbanística y territorial no se entiende sin el crecimiento. En este contexto, el discurso del decrecimiento supone fundamentalmente una revolución cultural, una descolonización del imaginario colectivo que asocia la ordenación urbana y territorial con las lógicas del crecimiento y de la abundancia inútil. Es preciso empezar, por tanto, a preparar las ciudades y los territorios para un futuro menos exigente en recursos y necesariamente menos derrochador.

El segundo paso, reestructurar y redistribuir, implica adaptar el modelo territorial y urbano a un nuevo sistema de valores que debería hacer decrecer el desorden y despilfarro de recursos al que se ha visto sometido el espacio alicantino durante las últimas décadas, pero también, y sobre todo, articular nuevos patrones de uso y gobernabilidad del territorio que rompan con los vigentes, donde la intensificación de usos, la búsqueda de beneficios económicos inmediatos y la desestructuración generalizada de las ciudades y sus entornos son un hecho consumado.

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Figura 3. Diferentes manifestaciones de los paisajes después del boom en la Costa Blanca Fuente: Elaboración propia.

 

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Continuación figura 3. Diferentes manifestaciones de los paisajes después del boom en la Costa Blanca Fuente: Elaboración propia.

El tercer paso, reducir, reutilizar y reciclar, supone plantear la insensatez de seguir fomentando determinadas prácticas innecesarias y superfluas con fuerte incidencia territorial. Esta circunstancia se hace más flagrante cuando se realiza una lectura detenida de los paisajes después del boom (Figura 3); al contemplar la magnitud de los espacios urbanos que se han dejado de construir tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, o el impacto (económico y ecológico) derivado de los proyectos en infraestructuras, cuya eficacia económica e interés social está por demostrar. Reducir los proyectos territoriales superfluos será un ejercicio de responsabilidad en la ordenación territorial del futuro inmediato, como también lo será el de repensar las dinámicas de muchos pueblos y ciudades en base a criterios de reutilización y reciclaje de los espacios urbanos, especialmente de aquellos que permanecen en una situación de indefinición tras el estallido de la burbuja inmobiliaria.

Finalmente, del programa de las 8R enunciado por Latouche, la relocalización representa probablemente el medio estratégico más importante para el cambio de paradigma urbanístico y territorial hacia el decrecimiento. Relocalizar, en un sentido amplio, significa que la política, la cultura y el sentido de la vida recuperen su anclaje territorial, lo que implica que toda decisión económica, política o cultural que pueda tomarse a escala local debe tomarse, entonces, localmente (LATOUCHE, 2008, 51). La relocalización es en cierto modo el camino opuesto a la globalización: Si la globalización uniforma tradiciones culturales diversas y hasta entonces únicas, destruye la biodiversidad y produce cada vez más residuos (NORBERG-HODGE, 2006, 81); la relocalización ha de entenderse como una vuelta a lo local, a la descentralización económica y política que devuelva a los actores locales la capacidad de utilizar shocks y desequilibrios para renovar estrategias e innovar en el pensamiento. Por tanto, es importante que se reconstruyan los lazos entre las sociedades, sus economías y el territorio en el que se sustentan.

4. Reflexiones finales

El crecimiento económico ha derivado en unas ciudades y unos territorios sobredimensionados, con una creciente huella ecológica y una deficiente gestión económica y social, que hace cuestionar el significado de la calidad de vida en las áreas urbanas. La planificación urbana y territorial se ha convertido en un instrumento de ordenación económica del espacio físico, anteponiendo los intereses de las inversiones monetarias a la capacidad de acogida del territorio y relegando cualquier posibilidad de control democrático efectivo por parte de la ciudadanía. La provincia de Alicante se sitúa como uno de los puntos calientes del éxito y caída libre del modelo de crecimiento hispano, aunque las consecuencias se han producido del lado de la presión sobre los recursos naturales, la devastación paisajística y la articulación de un rechazo creciente por parte de sectores minoritarios de la sociedad frente al saqueo urbano y territorial.

En este escenario, es preciso señalar la necesidad de buscar alternativas más o menos realistas, posibles y fundadas sobre principios y objetivos que se adapten a la nueva situación territorial. Son necesarios, en fin, cambios profundos que impliquen las políticas públicas y el conjunto de los actores que intervienen en los territorios. En este sentido y según la postura aquí expuesta, iniciar el decrecimiento en muchos de los ámbitos que constituyen los pilares esenciales de la ordenación del territorio y la planificación urbana moderna se convierte en una cuestión urgente y decisiva si se pretende reflexionar sobre el futuro de los múltiples ámbitos devastados por el último tsunami urbanizador.

Referencias bibliográficas

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MURRAY, IVÁN y MACIÀ BLÀZQUEZ (2009). El dinero, la aguja del tejido de la globalización capitalista. Boletín de la AGE, 50, 43-80.

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[1] Cinco Días (09/10/2006). «El boom inmobiliario toca techo en la costa de Alicante, Málaga y Almería».

[2] Esta cifra corresponde a la suma de las viviendas pendientes en los planes municipales a los que se ha tenido acceso, por lo que el volumen puede ser aún superior. En cualquier caso, se trata de un volumen destacado considerando que, según datos del Ministerio de Fomento, el parque edificado provincial en 2010 es de 1.303.485 viviendas.

5 thoughts on “Los límites del «ladrillazo» en la Costa Blanca: decrecimiento y renovados paradigmas”

  1. Un estudio contundente. Claro, explicativo de lo que ha producido el boom del ladrillo, y una posible salida basada en el programa de las 8R de Serge Latouche,pero me parece que con la legislación española defensora a capa y espada de la intocable propiedad privada,seria dificilmente aplicable porque las decisiones a tomar, evidentemente han de ser intervencionistas y caso de no estar consensuadas con los propietarios de los espacios de «barbecho urbanistico», que compraron a precio de oro en la epoca dorada, acabaran en conflictos judiciales de dudosa resolución.
    En Petrer, tenemos muchos espacios, que estan en la situación que Xavi expone.
    Enhorabuena a Xavi.

    1. Gracias por el comentario Luis.
      A lo que me refiero es a que se necesita en general un cambio de paradigma en toda planificación urbanística, a que ya no se puede seguir alimentando políticas de crecimiento a toda costa, y que los propios planes generales deberían partir de un diagnóstico riguroso de la situación urbanística municipal, de los suelos disponibles para urbanizar, de las trayectorias demográficas…
      Efectivamente, el daño ya causado es casi irreparable. Aunque hay muchos sectores urbanizables «latentes» en toda la provincia que bien podrían revisarse, de hecho, me consta que algunos planes generales recientes ya están desclasificando sectores urbanizables por su evidente inadecuación.
      Petrer tiene el dudoso honor de contar con una de las primeras muestras de este urbanismo durmiente. El Palomaret es un triste laboratorio de este fenómeno. En el Festa 2004 hay un artículo que explica muy bien su situación, y que hoy puede extrapolarse a decenas de casos en toda la provincia y en toda España.
      Un saludo

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