Lo gloriós és fer-li la festa a Sant Bonifaci!

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Nota: Artículo publicado originalmente en la Revista Festa de 2003.

Hasta bien entrado el siglo XVII, en las tierras valencianas y murcianas se desencadenaron epidemias que azotaban a los lugares de enfermedad y mortandad. Otro desastre frecuente eran las tormentas con pedrisco y granizo que asolaban las cosechas. Los pueblos queda­ban desamparados y empobrecidos por lo que, impulsados por la Iglesia, se acogían a sus santos para que les protegiesen de las calamidades. Fue por entonces, el veintiocho de junio de 1614, cuando los agricultores de Petrer hicieron su voto a San Bonifacio. Así cons­ta en el libro de visitas de la iglesia de Orihuela, entre las paginas 93 y 95, reproduciendo a continuación una parte del decreto:

«Todo el lugar ha votado de guardar la fiesta de San Bonifacio, Mártir, que cae a los catorce de mayo, para que con sus oraciones los favorezca delante de la Divina Magestad, suplicándole que se sirva de guardar esta Villa de Petrel y todo sus términos de graniso,  piedra, rayos y otras influencias del cielo conque suele su Divina Magestad muchas veces talar los campos, destruir las viñas, y oliva­res, quitándonos los frutos de la tierra necesarios para el sustento de la vida humana…»

A partir de ese entonces, San Bonifacio, compartiría el patronazgo con el titular de la iglesia parroquial de San Bartolomé. Lo que no está claro es el motivo que indujo a que los labradores eligiesen al santo mártir como patrono, o quién les aconsejó hacerlo. Sabemos que, de antaño, Biar lo veneraba, siendo una de las localidades que en 1611 enviaron repobladores a Petrer. También conocemos que Lamberto Amat, en su libro Elda: su antigüedad, su histo­ria…. nos desvela una antigua acta que hace inventario de los bienes de la parroquia de la vecina población- «dos papers dins una caxeta en lo hu dels cuals hi havia una reli­quia de San Bonifacio… expedida en Roma en 13 de setembre del any 1570». El condado de Elda fue instituido a favor de Don Juan Coloma, capitán general del reino de Cerdeña, otorgándole el titulo de conde de las villas de Elda, Petrer y lugar de Salinas, el catorce de mayo de 1577, también es casualidad lo de la fecha catorce de mayo.

En una de las actas que se conservan en Petrer del con­sejo municipal, sin firmar, de fecha 25 de septiembre de 1626. ademas de nombrar Mayordomo de San Bonifacio a Tomás Rico de Geroni, se propone, como en otras oca­siones. construir una ermita al Benaventurat Sant, porque tan sólo existía un altar en la parroquia. Un modesto san­tuario de una sola nave es inaugurado el 24 de diciembre de 1634 y dedicado en su honor, se hizo de limosna del pue­blo, se construyó en poco más de un mes, por lo que se deduce que fue una superficie reducida. La campana de la capilla fue bendecida con los nombres de María, Bonifacia, Juana, Francisca y Ponciana.

Los santos empezaron a proliferar en los pueblos, según parece existieron villas que disponían de más patro­nos que santuarios. El papa Paulo III reguló la situación mediante una bula fechada en Roma el veinte de febrero de 1642. ordenando la posesión de un solo santo patrono y que su celebración coincidiese con las fiestas generales de la Iglesia. Este documento pontificio podía explicar la con­fusión o desconocimiento que existió durante tantos años con el patronazgo de San Bonifacio.

En 1647 visitó su ermita un ilustre sacerdote, hallan­do un altar en el que había un cuadro con la imagen del santo, que lucía una larga túnica, apreciándose como fondo del óleo el pequeño santuario. Con el tiempo la pintura desapareció, desconociéndose el autor de dicha obra. Tam­bién se desconoce si este cuadro era el mismo que había en el altar del mártir en la parroquia de San Bartolomé.

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Con motivo de la entronización del Santísimo Cristo en 74. descendió de la iglesia de San Bartolomé la primera talla conocida de San Bonifacio, con acompañamiento de «moltes antorches y una Capitanía de soldats… dita música y festa de pólvora…el cel ab grans trons y rellampechs y comenzá a ploure ab que aquella nit no es pogué tornar ab procesó. Y es que Cristo, Senyor nostre, fonch servit y permeté que es quedaren en sa companya allí, els gloriosos patrons Sant Bertomeu y Sant Bonifaci Mártirs, com se quedaren en companya del Senyor». La efigie de San Bonifacio debió pertenecer a una cofradía de mujeres del gre­mio de agricultores, que encargaron seguramente su construcción a la escuela escultórica valenciana, ya que anteriormente no había santo. Debe corresponder a una pequeña figura policromada que cubre el cuerpo con una capa y que con las manos sujeta un estandarte. Disponía de una peana y de andas, que con el paso de los años desaparecieron. Con el tiempo se dispersó la cofradía, la ima­gen pasó a una familia que generación tras generación, afortunadamente, la ha conservado hasta nuestros días. Según la familia que lo custodia, cuando finalizaba la pro­cesión siempre lo guardaban en casas particulares, porque según reza la leyenda «si el Sant dormía una nit en l’església, ja no podrían requistarlo». Con la excepción de aque­lla noche, que acaeció un fuerte diluvio, por lo que tuvo que permanecer en la ermita del Santísimo Cristo.

El trece de noviembre de 1736, solicitaron del Obispo autorización para la obra de la ampliación del santuario

Pasarían quince años, a mediados del siglo XVIII, hasta que se ejecutaran las obras, sufragadas por los donativos y limos­nas de los devotos vecinos: «en el propio sitio barrinando el peñas­co se amplio esta ermita, derri­bando la antigua».

Coincidiendo con el pri­mer centenario del Santísimo Cristo, el veinticuatro de agosto de 1774, la sequía había hecho estragos en los campos. Los sacerdotes achacaban las desgracias a los pecadores del lugar y para remediar los males acontecidos promulgaron fiesta durante nueve días, engalanando las calles y colo­cando altares en tres sitios estratégicos, pasando en procesión los san­tos Bartolomé y Bonifacio.

En una acta del archivo parroquial fechada el catorce de mayo de 1782, siendo cura párroco Don Fran­cisco Rato, se describe los acontecimientos de un busto de madera de San Bonifacio: «se llevó la mencionada imagen en pública procesión, en mis manos y bajo palio, a su ermi­ta y yo mismo coloqué en su trono que es el centro del altar mayor». El cura Rato encargó y superviso personalmente su construcción en Valencia. El pecho incorporaba una cavidad o bisel depositando allí la reliquia que desde 1736 se con­servaba en una urna de cristal que se encontraba deterio­rada en sus adornos. La cavidad fue sellada con lacre en los lados de un cristal. El santo lucía una fina barba y cabe­llo recortado y figurado, se apreciaba en el cuello la herida de una cuchillada. El santo era colocado en un tablero cua­drado y cuando se abrían unas andas de madera se convertía en una plataforma redonda.

La iglesia de San Bartolomé conserva los capítulos de una hermandad desde 1808 a 1821 con detalle de sus componentes, fechado el veinte de mayo de 1821, reseñando: todo en honra y gloria de Nuestro Patrono San Bonifacio, Mártir». El archivo municipal dispone de un bando firmado el doce de mayo de 1822 titulado Capítulos infor­mados por los Señores del Ayuntamiento Constitucional de esta Villa de Petrel para hazer guardar el buen orden en la festividad que deve celebrarse el 14 del corriente de Soldadesca de Moros y Cristianos en conmemoración el día 2 de Mayo de 1808 en que empezaron a resplandecer las libertades españolas en el modo y forma que sigue… En estos dos documentos insertados se aprecia que la festividad de San Bonifacio y la soldadesca de Moros y Cristianos actuaban indistintamente, coincidiendo, tal vez, de forma intermitente, hasta alcanzar con el patronazgo el carácter anual de alarde o sol­dadesca de moros y cristianos, comenzando a caminar de la mano en los festejos. Lo que nos podría explicar los distintos apartados de los Capítulos de la Hermandad de San Bonifa­cio, que en su primera sección nos dice: «Que dicha sociedad o compañía se obligan perpetuamente a celebrar la festividad del Glorioso San Bonifacio Mártir que de inmemorial se ha celebrado en esta Villa con el título de Moros y Cristianos».

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Con referencia al II Centenario de la Virgen del Reme­dio, en el apartado sexto del acta a conmemorar su cele­bración, en 1830, especifica que «se colocará la imagen de la Virgen bajo dosel en el altar mayor colocándole al lado de la parte del Evangelio la imagen del patrón San Barto­lomé y a la parte de la Epístola la de San Bonifacio, cuyas imágenes habrán de acompañar a nuestra patrona la Virgen del Remedio en la procesión solemne que se ha de verifi­car en el 7 de Octubre». Suponemos que esta talla es la construida en 1784, ya que carecemos de documentación que pueda confirmarlo o desmentirlo.

Nuevas reformas se ejecutan en la ermita bien entrado el siglo XIX, construyéndose un templete para entronizar la tercera efigie de San Bonifacio. De esta nueva desconocemos en qué año se construyó y qué artista fue el encargado de realizarla. Era de dimensiones normales, en el pecho tenía una cavidad con la reliquia, de características similares al busto. Es la primera talla en la que apare­ce ataviado de militar con atuendo romano, coincidiendo en una época que se divulgó la vestimenta de guerreros en los santos por influencia de la guerra de la Independencia, pero principalmente en las siguientes décadas por una atribución mili­tarista carlista de la Iglesia, pudiendo coincidir o a partir de la formación en torno a 1845 de la comparsa de Vizcaínos, de clara tendencia carlista en sus inicios. Según el cronis­ta alicantino Juan Villa Blan­co, en 1858, entre las com­parsas existentes en Petrer se encontraba la de Romanos. Utilizaban trajes cuyo estilo recordaba el atuendo de nuestro patrono y se cubrían la cabeza con un casco de latón.

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