Lo gloriós és fer-li la festa a Sant Bonifaci!

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Antigua imagen de San Bonifacio junto a la comparsa de Moros. Año 1934.
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Subida del santo a la ermita en 1941, año en que se estrenó la nueva imagen de San Bonifacio.

A finales de la década de 1990, y de forma accidental fue encontrada una antigua medalla. Una vez realizada la limpieza de la misma, en una de sus caras aparece una Vir­gen, con la siguiente leyenda, Madonna del Remedio, y en la otra cara los patronos San Bartolomé y San Bonifa­cio: S. Bart. i S. Bonif. Lo curioso es que el texto está en italiano.

En Junta Directiva de la U. F., de fecha cinco de noviem­bre de 1993, a consecuencia del fallecimiento del mayor­domo de San Bonifacio, José Navarro Román, eminente Moro Nou, muy vinculado sentimentalmente con el insigne santo, se procedió a la elección del sucesor, la comparsa de Labradores presentó la candidatura de Francisco Iborra Verdú, la cual fue aceptada por unanimidad.

El doce de mayo de 1995, con antelación a la bajada del santo, y en el interior de su ermita, se estrenó la marcha pro­cesional Sant Bonifaci, compuesta por el flamenco José Chorro Suay e interpretada por la Unión Musical de Petrer. La mencionada pieza musical sería ejecutada por dicha banda en todos los actos festeros que acompañaron al santo.

El matrimonio petrerense formado por Pedro Román Pascual y Consuelo Payá Brotons, afincados en Elche por motivos de trabajo, estaba acompañado por Pepe Caixa y Luis Vera, presenciando en la ciudad ilicitana la procesión del Domingo de Ramos. En dicha manifestación religiosa portaban monumentales palmas y los dos festeros pensaron que San Bonifacio podía lucir durante nuestras fiestas una de esas hermosas palmas, entonces Pedro Román se comprometió, cada año, a encargarla a la prestigiosa artesana del Hort de San Plácido y posteriormente ofrendarla a nuestro patrón (*). Desde entonces, San Bonifacio luce en la mano izquierda una palma finamente rizada con elementos ornamentales y culminada por una media luna y una cruz, para convertirse en su mano en una obra de arte. Simboliza el laurel del martirio, gloria eterna atesorada a los que mueren por la fe. La mano derecha levantada y ligeramente flexionada empuña una espada que representa el poder espiritual. Con los años, la costumbre fue seguida por sus hijos, José Luis y Pedro Román Payá, componentes de una de las filaes de la comparsa Tercio de Flandes, aunque posteriormente Pedro se inscribió en la comparsa de Moros Nuevos. Actualmente dos nietas de Pedro Román Pascual, Tania e Irene, serán las continuadoras de la ofrenda tradi­cional de la familia, porque ellas recuerdan a su abuelo con un semblante feliz, cuando se disponía a traer desde Elche la blanca palma, les solía decir: Lo gloríós és fer-li la festa a Sant Bonifaci!

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Bonifaci celestial

Bonifaci, deus de saber, que amb honor teu el poblé de Petrer et dedica la Festa, agraïnten-lo per guardar-lo i protegir-lo, de granís; de pedra; de llampecs i de altres influencies del cel.

Bonifaci, deus de saber, que amb honor teu els llauradors de Petrer durant el segle XVII feren un emotiu i senzill manifestació religiós, construin-te una xicoteta ermita.

Bonifaci, deus de saber, que amb honor teu el veïnat de Petrer durant el segle XVIII ampliaren el santuari col·locan amb l’aitar un bust o nova imatge del Sant Celestial.

Bonifaci, deus de saber, que amb honor teu l’alegrança de Petrer durant el segle XIX dedicaren quatre fulgurants esteles.

Bonifaci, deus de saber, que amb honor teu la il-lusió de Petrer fins al segle XX dedicaren cinc lluminoses llunes.

Bonifaci, deus de saber, que amb honor teu la festa de Petrer comenga el segle XXI vestint-se amb els millors gales, amb sedes, tuls i joyeria. Però saps molt be del sentiment professat per el poble a on brilla mes intensament.

Veritat que ho saps? Bonifaci Celestial!

Simón Poveda

 

Hagiografía del Mártir Bonifacio

La corta e intensa vida de Bo­nifacio gira alrededor de una hermosa dama de familia no­ble, llamada Aglaes, hija del procónsul Acacio, senador ro­mano, acostumbraba ofrecer bulliciosas fiestas de socie­dad. Aglaes, llevaba una de­sordenada vida y aficionada al vicio. El apuesto Bonifacio era su mayordomo que con­curría en los placeres de su ama, ambos eran cristianos. A principios del siglo IV d. c., pocos años antes de que Constantino llegase al poder y divulgara la libertad religio­sa en todo el imperio (año 313) y posteriormente pro­clamase el cristianismo reli­gión oficial, en Oriente, bajo el dominio del emperador Ga­leno Máximo, ejecutaban ca­da día nuevos mártires, la persecución era sangrienta.

Las noticias que llegaban a Roma eran recibidas con tris­teza por Bonifacio, arrepenti­do y consciente de la grave­dad de sus actuaciones fes­tivas se desprendió de su bie­nestar cobijándose en una vi­da de oración y penitencia. A su conversión siguió la de la noble Aglaes. Con el deseo de hacer reparación de sus pecados Bonifacio partió a la provincia de Cilicia hasta su capital Tarso, donde los cris­tianos eran perseguidos y martirizados. Presenció un horrible espectáculo público, la ejecución de veinte cris­tianos, colgados cabeza aba­jo y extendidos en cuatro pa­los, enclavados, aserrados, empalados, azotados, la escena causaba horror. A la vis­ta de aquella carnicería hu­mana y habiendo besado sus cadenas los exhortó y pidió benevolencia para los inde­fensos mártires, alzó la mi­rada, a un lugar del cielo don­de el añil era más intenso y sólo Dios sabe de sus des­corazonadas plegarias.

Por orden del gobernador Simpliciano fue apresado y conducido ante el tribunal, donde se proclamó cristiano, negándose a consagrar a los dioses, por estas circunstan­cias recibió diferentes tortu­ras, amenazándole de beber plomo derretido. Según el Breviario, entre otras atroci­dades, le fue metido cabeza abajo en una olla de pez hir­viendo, Bonifacio haciendo la señal de la cruz, hizo desa­parecer el líquido de la cal­dera. Los soldados, llenos de ira, consiguieron un decretó fechado el catorce de mayo para separarle el cuerpo de la cabeza, cuando el hacha del verdugo hizo rodar la cabeza del mártir la tierra tembló en Tarso.

Al día siguiente, del año 305, mediante el pago de 500 sueldos de oro, los criados de Aglaes recogieron el cuer­po mutilado, embalsamán­dolo y envuelto en un fino lienzo tomaron el camino de regreso a Roma. En su me­moria, Aglaes erigió una ca­pilla en la vía Latina donde fue sepultado. Desde enton­ces por devoción al Mártir en el mundo se han levantado varias iglesias en su nombre. El papa Bonifacio VII y el car­denal Baromio profesaron una profunda admiración al San­to Mártir.

 

BIBLIOGRAFÍA

-L. Amat y Sempere, Elda: su antigüedad, su historia…, Elda, Ayuntamiento, 1983.

-«Descubrimiento de una medalla con la imagen de los patronos de la villa», El Fester, n° 7,1989.

-«Exposición trajes abande­radas», revista Tercio de Flandes: Primer Centenario, Petrer, 1978.

-F. García de Cortázar, «Las cuentas de la Iglesia», en Álbum de la historia de Espa­ña, Barcelona, Círculo de Lectores, 1995.

-C. Navarro Poveda, «El reta­blo cerámico de San Bonifa­cio», El Fester, n° 39,1996.

-H. Navarro Víllaplana, «Imá­genes de San Bonifacio», en La fiesta de Moros y Cristia­nos de Petrer, Petrer, Ayun­tamiento, 1983.

-H. Navarro Villaplana, «La palma de San Bonifacio», revista Moros y Cristianos, Petrer, 1993.

-V. Poveda López, «Café del Terrós», revista Moros y Cris­tianos, Petrer, 1994.

-Ma. C. Rico Navarro, Apuntes para la historia de Petrer: vida y obra del presbítero Conrado Poveda, Petrer, Ayuntamiento, Caixa de Cré­dit, Universidad de Alicante, 2000.

-E. Sempere y Gómez, Poe­sías inéditas (Versos de Emilia), obra póstuma, edición particular, Elche, impr. Matí­as Gonzálvez, 1921.

-F. Vañó Silvestre, «El San Bonifacio de Petrel», revista Moros y Cristianos, Petrer, 1977.

FUENTES ORALES

Entrevista a Pedro Román Payá (mayo 2003).

(*) La Junta Central Directiva de la U. F. en la acta fechada el seis de marzo de 1970, acordó cursar una carta a Don Pedro Román, de Elche, agradeciéndole, una vez más, su amable atención con la donación de la palma de San Bonifacio para las próxi­mas fiestas.

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