Historias de hace medio siglo:Unidad de montañeros «Águila Azul de Elda»

*Nota: Artículo publicado originalmente en la Revista Alborada número 50 (2006)


 

El pasado día de la Virgen, coincidí tomando un mesclaico con mi buen amigo de la infancia José María Maestre que venía de cantar en el Coro de los Santos Patronos. Al calor de la bebida y la nostalgia por los recuerdos de tiem­pos pasados -que surgen con tanta facilidad en estos días entrañables para los eldenses- recayó la conversación sobre cómo vivíamos nuestro tiempo libre ¡hace más de medio siglo!… Así, nuestras respectivas esposas tuvieron que aguantar la batallita de cuando jugábamos al fútbol en el campico, solar situado a las afueras de Elda y que hoy ocupa el colegio de las Hermanas Car­melitas. Por aquel entonces no había Instituto de Enseñanza Media en Elda, así que se estudiaba «por libre» en varias academias y había que ir a examinarse a Alicante y, sobre todo, a Alcoy. Eran días de terror aquellos exámenes: los profesores no nos conocían y te lo juga­bas todo a una carta. Además, estaba el viaje hasta Alcoy por una carretera tortuosa entre barrancos y con el recuer­do del primer viaje (el de «Ingreso» de bachiller) en que coincidimos con un grave accidente. Un autobús cayó en el Barranco de la Batalla, al lado del Peñón del Fraile. Aún no se me ha borrado el recuerdo de las víctimas y sus enseres desparramados por aquel precipicio. Eso es lo que recuerda la lápida que todavía existe en ese lugar.

En Elda, el único colegio que tenía patio, las Escuelas Nacionales de la calle Padre Manjón, era un territorio arriesgado: saltábamos la valla con una mano mientras en la otra apretábamos la merienda (un pe­dazo de pan con una onza de chocolate de Marcos Tonda que ponía a prueba nuestra dentadura, y algunos incluso una rebanada de pan ¡con vino y azúcar!…). A poco de dar patadas a la vieja pelota, salía un enfadado conserje con un gran garrote que nos hacía correr a toda velocidad para saltar de nuevo la valla y ponerme a salvo. Todo esto no dejaba de ser un deporte, ¡aunque un poco rústico…! Nosotros  íbamos a clase en la Academia de D. Eliso, que dirigía D. Norberto. En los planes de estudio de aquella época, había una asignatura llamada Formación del Espíritu Nacional, de clara intencionalidad de adoctrinamiento político. No sé cómo se interpretaba en otros colegios, pero nosotros tuvimos la suerte de tener un profesor que, a pesar de su procedencia falangista, se preocupaba más de nuestra formación como muchachos sanos de cuerpo y alma.

Grupo de componentes de la Unidad de Montañeros.

Hace unos días, otro buen amigo de esa época, José Luis Tendero, me recordaba su nombre: Pedro Ramón Lorenzo, don Lorenzo para nosotros. Se le ocurrió formar un grupo para salir a la montaña los fines de semana y contagiarnos su afición por las actividades al aire libre. Nos lo propuso en clase y allí mismo le buscamos nombre: Unidad de Montañeros Águila Azul de Elda». Ya sé que ahora suena como muy ampuloso, pero en aquel momento nos encantó y aprovechamos las horas de clase para dibujar un escudo, uno cuyos bocetos aún conservo entre las páginas del libro de Formación… Figuraba en él, cómo no, la silueta del monte Cid y el nombre de la unidad de montañeros. Nunca se llegó a plasmar en chapas o soporte similar, cosa difícil para la época. En su lugar, don Lorenzo nos proveyó de una chapas de aluminio con el escudo de Elda, que no sé de dónde saco, seguramente de procedencia falangista.

Uno de los bocetos para el escudo que no llegó a realizarse.

Durante las clases, dirigidas por él, fuimos componiendo un himno que José María Maestre, de buena memoria, me entonó con su voz bien entrenada el día de la Virgen: «En marcha la unidad de montañeros/con su paso firme a dominar la alta montaña/ su lema es alma sana en cuerpo sano/y su ilusión la de ascender buscando el cielo/con recio caminar y el paso firme al despertar/ para la montaña escalar, marchar/ Montañero marcha en correcta formación/ mochila a la espalda y alegre corazón/ Por montes y valles avanza infatigable/ con firme decisión bajo el agua, la nieve y el sol/ Con ardor y tesón/ marcha siempre Águila Azul».

Abajo: don Lorenzo disertando en plena naturaleza.

Hay que reconocer que, para la época (e incluso para ahora), no era una letra de contenido «político» precisamente… El caso es que, gracias a esa iniciativa, pudimos conocer todos los lugares de excursión tradicionales: el Chorret, los Chaparrales, etc… y, sobre todo, el Cid. Ataviados con el material que nos pro­porcionó don Lorenzo procedente del Frente de Juventudes: chaquetillas y pantalones bombachos de pañete entre gris oscuro y azul, pasamontañas del mismo color y material y unas pesadas mochilas que llamábamos «celtas», en donde llevábamos las provisiones, y una especie de capas con una abertura cen­tral para la cabeza (ponchos) y que, uniendo varios, servía para improvisar una tienda de campaña para guarecer­nos. Toda la semana esperábamos el domingo para salir a la montaña y, a pesar de madrugar mucho, nos hacía ilusión pasar el día juntos en plena na­turaleza. Visto desde hoy parece poca cosa, pero llenó un hueco importante en nuestras vidas de adolescentes, en­señándonos a convivir e inculcándonos el amor a la naturaleza ¡hace más de medio siglo!, cuando no existían los modernos movimientos ecologistas… Pasó el tiempo y cada uno de nosotros siguió caminos diferentes. Muchos tuvi­mos que marchar de Elda a seguir estu­dios lejos de aquí y -como era natural- aquella «unidad de montañeros» des­apareció, pero dejó una huella en todos nosotros que todavía perdura en cuanto la evocamos con antiguos compañeros, cuya larga lista no reproduzco por no aburrir y no olvidarme de alguno.

En la cima.

Tiem­po después se fundó el Centro Excursio­nista Eldense, orgullo de Elda, y del cual también somos socios fundadores mi mujer y yo, con todas sus secciones, montaña incluida, y en cuyo escudo también aparece, curiosamente, el mon­te Cid. ¿Fue una premonición el emble­ma de aquellos primitivos montañeros? No lo sé, pero estoy seguro de que, de haber existido en aquella época, todos los del «Águila Azul» habríamos perte­necido al Centro Excursionista (como así ha sido en muchos casos después). Y es que el espíritu de camaradería y amor a la naturaleza no tiene color político, es intemporal y contribuye a formar buenos ciudadanos: antes y ahora.

De vuelta a casa.

 


One thought on “Historias de hace medio siglo:Unidad de montañeros «Águila Azul de Elda»”

  1. Una gratisima sorpresa el haber encontrado con este hermoso comentario de mi viejo y querido amigo Rodolfo Amat Sirvent. Estas fotos y otras mas fueron tomadas por mi padre, que nos acompañó en esa excursion de la recién nacida Unidad de Montañeros a la cumbre del Cid, pues todavia no teniamos ni las botas «Chirucas» para montaña ni nuestra gorra montañera. Cuantos recuerdos y emociones me han traido. Ya faltan algunos, pero creo que los supervivientes deberiamos al menos reunirnos todos en una comida de hermandad, así que la idea está lanzada.
    Ah, y nuestra canción no la he olvidado y además conservo la placa de aluminio con el Aguila y el nombre de ELDA gravado.

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