Desde mi cocina (VIII): Lo que pasa cuando se hace desde el corazón

… Por si te sirve para algún comentario en el periódico, la cocina para mi ha sido muy terapéutica. El año pasado cuando empecé a ir, estaba pasando por un momento realmente malo, una depresión que llevaba arrastrando varios años y que me tenía hundida completamente. El mejor rato de la semana, el único rato en que me olvidaba de todo y conseguía realmente ser feliz era la clase de cocina. No sabes el bálsamo que suponía para mí veros en cada clase y disfrutar con nuestros juegos de los sentidos y cocinar la receta y reír juntos… Muchas gracias.

Un beso.

Recibí este mail de una de mis alumnas, me sentí emocionada, es el regalo más hermoso que un profesor de lo que sea, puede recibir por parte de un alumno y yo he tenido la suerte de disfrutarlo. Gracias, gracias a ti, mi alumna querida, manos bellas, por hacérmelo saber, porque quizás por tu reserva, quizás porque de verdad conseguíamos que aquí fueras feliz, no imaginé que mis clases serían ese bálsamo para ti.

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La cuestión es que en clase sucede algo mágico, esta semana lo pensaba, estuve haciendo fotos, como siempre, pero esta vez les pedí permiso para publicarlas, quiero compartir con todos, sus caras, que todos podáis ver cómo sus risas iluminan mi cocina. Unas veces es que nos pilla el mediodía, con hambre y decidimos probar lo que acabamos de cocinar. Otras veces es que alguien trae un libro de recetas de su abuela, del año 1906, o algo que ha cocinado en casa, algo que ha experimentado. En las clases de la noche, no es raro que nos tomemos unos vinitos y probemos los riquísimos menús que preparamos, o que celebremos el cumpleaños de alguien, o que simplemente, hagamos un chocolatito caliente y empecemos la tarta de manzana que alguien cocinó.

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Lo pasamos bien, lo disfrutamos, yo creo que esa es la meta conseguida, disfrutar del placer de cocinar y así van pasando las clases, así van transcurriendo esas dulces tardes con la chimenea encendida, o esas charlas vivas en torno a un té especiado, que además es afrodisíaco, por supuesto, así, y poquito a poco nos vamos conociendo y nos vamos queriendo.

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Qué afortunada me siento de poder trabajar en algo tan delicioso.

Y ahora vamos con la receta de hoy:

Dulce de tomate:

Se eligen tomates de pera bien maduros, uno a uno, sin prisa.

Se pelan y se ponen en un poco de agua hirviendo partidos en dos.

A medida que las pepitas van saliendo a la superficie, las vamos quitando con un colador, como espumando.

Añadimos azúcar en una proporción de 3/4 de azúcar por un kilo de tomates.

Removemos.

Siempre a fuego lento, a fuego lento…

Cuando conseguimos una hebra a punto de perla suave, retiramos del fuego y dejamos enfriar.

La perla suave es cuando al tomar una gota de dulce y ponerla en un vaso de agua fría, el dulce se solidifica en forma de perla. Algunas veces también se llama en forma de lágrima, igual de poético, depende de nuestro ánimo y elección.

Finalmente se pone el dulce en bonitos tarros de cristal, que taparemos con un círculo de papel transparente sobre el que pondremos por último las tapaderas.

La cocina es vida, es poesía, es música, es amor, no lo olvidéis.

Cocinar algo para alguien contiene mucha, mucha magia. Ésta iba por vosotros.

Tomate de pera.
Tomate de pera.

Y como parece que se hizo corta la receta, os daré algunos trucos y consejos sobre el dulce tomate:

Es excelente para acompañar quesos, sobre todo quesos tipo manchego, que freiremos previamente en dados. Serviremos la mermelada en el centro y rodeándola, los dados de queso.

Otra forma de combinarlo con queso es haciendo unas tostadas de pan, sobre las que pondremos un buen trozo de queso fresco y una anchoa. Serviremos en un plato, acompañado del dulce de tomate. Estos contrastes resultan deliciosos.

Para dar un toque exótico y maravilloso a algunas brochetas, es muy rico, por ejemplo: una que llevara trozos de morcilla y trozos de queso, que si es de cabra todavía resultará mejor. Todo ello acompañado a modo de salsa, de dulce de tomate.

Para el desayuno, sobre tostadas con mantequilla, es fabuloso, así como para hacer tartas o rellenar pequeñas empanadillas dulces.

Con unos trozos de bacalao que pondremos al horno sobre una cama de cebollita en juliana, un chorrito de aceite de oliva y unas patatas panadera. Una preparación fácil y deliciosa a la que daremos especial brillo cuando al servirla, la acompañemos del dulce de tomate.

En fin, seguro que se os ocurren mil y una forma más de usar esta preciosa, brillante y roja preparación que parece ser un invento de épocas de excedente de tomates y que se ha ganado un merecido lugar dentro de la cocina.

Dulce de tomate.
Dulce de tomate.

No dejéis de probarla.

4 thoughts on “Desde mi cocina (VIII): Lo que pasa cuando se hace desde el corazón”

  1. Hola Puri; ¡mi sabor favorito! me has dado de lleno, parece que lo huelo y con ese color rojo intenso…. Gracias y felicidades

  2. Hola Puri!!! Esta página me gusta mucho. Podrias decirme en esta receta, cuando dices «un poco de agua «para cocer los tomates ¿¿¿cúanta es, como un cuarto de litro??? También me gustaría saber donde se imparten estas clases de cocina. Un saludo.

  3. Hola Regi: No puse la cantidad de agua porque no puse tampoco la cantidad de tomates, pero te especifico: para dos kilos de tomates, por ejemplo, con kilo y medio de azúcar, pondríamos un vasito (125 ml. de agua),que es la cantidad mínima imprescindible para comenzar la cocción, ya que en esta receta, los tomates no están escaldados y tardarán un poco más en comenzar a licuarse.
    En cuanto a las clases, son en Alicante. Si quieres puedes contactar en vienados@hotmail.com
    Un saludo.

    Jose: jejeje, ya sabía yo que te daba de lleno.

  4. Sin olvidar las cervecitas con pan de Pita y apacible de verduras con el toque de Curry de Antonio. Dios que momentos¡¡¡ 🙂

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