El arte tiene muchas formas, y todas caben en Artenbitrir. El único requisito es el directo: los actores engolan su voz segundos antes de arrancarse en su interpretación, el lienzo está blanco a las once de la mañana y a mediodía recoge la actividad de la Plaça de Baix en pinceladas de acuarela, el público pide un bis y el Ruiseñor de la Rambla se crece y ofrece dos horas de memorable actuación. No hay dobleces en el arte de la calle, todo es auténtico, y el público, también genuino, premia la emoción sentida cuando la función acaba y los artistas pasan la gorra.

Las alrededor de doscientas actuaciones que han jalonado la tercera edición de Artenbitrir comparten este vértigo, esta excitación y energía de lo efímero, pero sólo esto, pues cada propuesta era única e irrepetible. Así, ¿cómo quedarse con una? Cada uno de los espectadores se lleva su recuerdo y anécdota, o su colección de ellas. A mi prima pequeña le fascinó una actuación de malabares; uno de mis mejores amigos todavía se recrea con el guiño que dice haberle dedicado una artista durante su perfomance. El presidente del colectivo de Artenbitrir, Quique Montoya, destaca un actividad por su simbolismo: la que protagonizan los escolares de Petrer, de colegio e institutos, el domingo por la mañana en una Explanada a reventar de público: «Es la actuación más entrañable del festival, los niños se convierten en artistas, y disfrutan y hacen disfrutar. Tienen la oportunidad de subir al escenario donde han visto antes a los artistas profesionales y saborear lo que se siente ahí arriba. Es la semilla de los artistas del mañana; a todos nosotros, los artistas que han estado en Artenbitrir, también nos dieron la oportunidad un día. Creo que en esto estamos cumpliendo un papel, el de colaborar en que la cultura de Petrer siga viva y tenga un futuro».

Es especial, ciertamente, pues participan todos los colegios y todos los institutos de Petrer. Se involucran hasta el final AMPAS, directiva de los colegios y por supuesto los profesores, de diversas áreas, música, arte dramático, literatura, dibujo, etc. En la Explanada sorprenden con una batucada, o con un recital de poesía, o bailando coreografías (además de, por supuesto, ¡decorando todo el casco antiguo!), porque, dicho ha quedado, no será Artenbitrir el que ponga limitaciones al ingenio y la creatividad humanas.

Tres párrafos y sólo hemos esbozado el inmenso lienzo que compone el festival, también con un mercadillo artesano, talleres didácticos, concurso de estatuas y de fotografía -por cierto, el premio se falla en septiembre, todos los que hayan hecho fotos pueden participar, aquí las bases-, etc. De hecho, ninguna de las 14.000 personas que han pasado por el festival este fin de semana ha podido contemplarlo en toda su extensión, pues es físicamente imposible. Algo, por otra parte, consustancial a la genética del festival, que en último caso es una celebración de la misma vida, inabarcable en todos sus matices y posibilidades. Pero recuperemos ahora la cifra de 14.000 visitantes. «Este número estimado es una media que hemos realizado a partir de la asistencia a decenas de espectáculos, multiplicado por las actividades que teníamos», explica Montoya.

Es una cifra récord, acompañada de otras que nos hablan del impacto económico que supone este volumen de visitantes: ¡15.000 euros!, nos contaba que había hecho de caja un bar del casco antiguo durante el fin de semana, ¡y 8.000 euros!, confesaba eufórico el gerente de una pequeña tienda de alimentación y panadería de la zona. Como en el caso de la Semana de la Guitarra, cada euro aportado por el ayuntamiento -es decir, por todos y cada uno de los vecinos de Petrer- a la celebración del festival se multiplica exponencialmente. Es un dinero, además, que mayoritariamente llega al pequeño y mediano comercio de la localidad. El festival ha supuesto también un extraordinario activo publicitario y turístico para la localidad, son centenares las personas que han preguntado por el castillo y por otros conjuntos patrimoniales de la población. «Era algo que también buscábamos», informa de nuevo Montoya, «esta retroalimentación: el festival se beneficia de este enclave maravilloso que es nuestro Barri Antic e igualmente con el festival potenciamos su visibilidad y conocimiento».

La organización también se ha superado este año. No ha habido ningún incidente reseñable; a las nueve y media del domingo, la ingente decoración con que el festival engalanó a Petrer ya estaba desmontada. «Este año también hemos manejado mejor a los artistas en off, que son aquellos que han presentado fuera de plazo su solicitud de participación o no fueron seleccionados en su día. Han sido 21 compañías, más de 50 personas, y les hemos dado el mismo trato, habilitándoles un escenario específico. También se han ido muy contentos». No obstante, es un detalle el que de verdad enorgullece a Montoya: «A última hora, vinieron más voluntarios, pero ya lo teníamos todo organizado, controlado. Les dijimos: «Muchas gracias, pero estamos cubiertos. Id a disfrutar». Muchos voluntarios de anteriores ediciones en esta han tenido responsabilidades; nos hemos preparado mucho mejor, creo que se ha visto madurez en la organización». El esfuerzo invertido y los buenos samaritanos movilizados se mueven en las cifras astronómicas del festival, con más de 80 voluntarios. Y no sólo han trabajado el fin de semana, pues Artenbitrir exige un desvelo anual. «El lunes ya estábamos pensando en cosas por mejorar, nuevas ideas… Cada festival te renueva», asegura el petrerí, «es algo muy especial ver como cada año conocemos gente que nos dice que quiere colaborar altruistamente, que te abre su corazón y te echa una mano en todo lo que puede».  La lista de agradecimientos es larga, muy larga; consignamos aquí también los elogios y agradecimientos que la organización ha ofrecido ya personalmente a cada uno de ellos. «Esto es una construcción colectiva, no podría ser, ni quisiéramos, que fuera de otra manera. Gracias a todos».

¿Habrá otra edición? «Seguro, pero no podemos asegurar cuándo. Es un trabajo enorme y todavía estamos con ‘la resaca’ de este encuentro. Así que es pronto para decidirlo, tenemos que meditarlo más». Esperemos que sea pronto, que pueda consolidarse como un evento anual, porque esta trilogía del arte callejero que hemos vivido en Petrer ha demostrado ser, no ya un indiscutible bien cultural, sino un poderoso vehículo educativo, asociativo, económico y turístico para la localidad.

Os dejamos con más instantáneas del festival. En los próximos días más contenidos relacionados.