Hasta no hace demasiado tiempo, plantear siquiera la presencia de sencillos organismos unicelulares en algún lugar diferente a la Tierra era cosa de locos: sólo nuestro amado azulón reunió las extraordinarias circunstancias que, todas a su vez y en ningún caso por separado, albergarían vida. Se partía en dos al infinito Universo bajo la humilde perspectiva humana: mi minúsculo trozo de roca y todo lo demás. Y emergió aquella teoría del caldo primigéneo, suerte de sopa nutritiva donde proliferarían las primeras células. La Evolución haría el resto abriendo paso a nuevas formas de vida a partir de las precedentes.
Sin embargo cada vez son más frecuentes sorprendentes descubrimientos, fuera y dentro del Sistema Solar, que enmudecen a los astrobiólogos de la afamada agencia espacial estadounidense. Aquel dogma que impedía imaginar agua líquida fuera de nuestro planeta es sólo un recuerdo, al parecer sí la hay. Y quien dice agua líquida casi está refiriéndose a la vida, al menos como la conocemos aquí abajo. La comunidad científíca espera que tarde o temprano alguna sonda proporcione las primeras evidencias de microorganismos extraterrestres.
Y llegado ese momento la gran cuestión será desentrañar si el nuevo patrón biológico es similar o no al que por acá rige desde hace 3.600 millones de años. El único conocido. Si así fuera podríamos considerar que la vida, artefacto orgánico autoreplicante que se relaciona con su medio ambiente, sólo cuenta con una vía, llamémosla modelo terrestre. ¿O por qué no admitir un punto de conexión ancestral entre la Tierra y el lejano planeta o planetoide de turno?. Hipótesis como la Panspermia, según la cual los cometas andan repartiendo los mismos factores biológicos por el Universo desde el principio de los principios, cobraría renovadas fuerzas. No son pocos los que ya la respaldan…
No lo demoremos ni un segundo, mejor será que saltemos al apasionante debate que espera el lector curioso, ¿que hay de la vida inteligente?. ¿Pues qué quiere que le diga?, desconozco si tendremos la fortuna de cruzarnos con ella, por lo pronto años ha que perdí la esperanza de encontrarla en mi planeta… ¿Cómo es y de qué se ocupará un ser inteligente?. El animal más cercano del que tengo noticia es una especie del género Homo, sapiens sapiens según su propio criterio, que presume de una capacidad cerebral sin precedentes. Hecho estrictamente cierto. A este bípedo social se le reconocen episodios de extrema sabiduría, no hay más que echar un vistazo a su Historia. Ahora bien, estadísticamente parecen ser episodios puntuales, sin continuación, minoritarios. Baste el estudio de su comportamiento, de cómo se relacionan entre ellos (no dista demasiado del de una criatura salvaje).
Diferencias insignificantes a ojos de la inteligencia como el color de piel, el nombre del dios venerado, la pertenencia a una determinada región geográfica llamada país, la posesión de mayores o menores riquezas, la mayor o menor aproximación a unos cánones de belleza preestablecidos o las irracionales emociones explican por completo su etología. Recordemos lo acontecido no hará ni un mes y retransmitido por televisiones de todo el Globo: el cadáver de un niño muerto echado sobre la arena, el cadáver de un niño muerto en brazos de un turco uniformado. El cadáver de un niño muerto entre bocado y bocado de la tostada matinal. Su cuerpecillo inocente, como tantos y tantos que no recogerá ninguna cámara, escupía al orgullo de una raza que se muestra odiosa. ¿Dónde está la razón en esta escena?.
¿Que qué es inteligencia? Simple, defínase como la amabilidad duradera para con nuestros semejantes. Una especie capaz de ello debiera ser considerada inteligente. Porque lo de inventar un ingenio nuclear y lanzarlo sobre una ciudad, como un niño vuelca su cubo de agua sobre un hormiguero, es lo que se quiera menos eso. Porque lo de recuperar cadáveres flotantes frente a nuestras costas mediterráneas hoy, y esperar repetir la operación mañana, es lo que se quiera menos eso. Porque deshauciar a una anciana de ochenta años a sabiendas de que la condenamos a vivir en la calle, por más que medie tal o cual papelajo, es lo que se quiera menos eso.
No será inútil dedicación aquello de peinar los cielos al acecho de seres inteligentes de los que aprender lecciones. Otra cosa será que sientan algún deseo de perder un instante con nosotros. Crucemos los dedos para que traguen con la imagen que vendemos, para que no hayan vislumbrado cómo vive la mayoría de humanos. Seamos sinceros, hay más de lo que avergonzarnos que destellos por los que sacar pecho.
¿Dónde estábamos?, otra vez he perdido el hilo… siempre me pasa. Bueno, aceptando que no somos inteligentes, sólo queda buscar inteligencia allá afuera. Ahora bien, dándole vueltas al coco he caido en un plantemiento interesante: si obviamente la vida inteligente ha de ser por fuerza extraterrestre y estamos en ello, ¿por qué no abrir una nueva línea de trabajo?. Profundicemos en la persecución de la inteligencia en el espacio interior. Y si, como todo indica no la hubiera, generémosla a partir del animalillo con mejores condiciones de partida. Se me ocurre la bestia humana, aún a sabiendas de que el trabajo sea duro.
Antaño existieron fórmulas para la resolución de conflictos dignas de actual rescate, al menos para alguna aplicación. Si alguien causaba agravio a un tercero, éste último le exigía una disculpa o, en el peor de los casos, mortal duelo. Mediaran espadas o pistolas de solitaria bala el problema se dirimía entre los dos interesados, sin más afección a su entorno. A simple vista se antoja anacrónico, absurdo, ¿no es cierto?. Algo equivalente se aplicaba en las batallas, ¿recuerdan la película Troya?: «tu mejor guerrero contra mi mejor guerrero». A lo sumo dos muertes que ahorran cientos de miles. ¿Es preferible la inútil guerra?. Siempre he sentido pavor de aquellos que para defender a su pueblo lo arrojan contra otro… Aplíquense el cuento los líderes mundiales.
!Ah!… un inesperado borborismo de sensatez me recorre. Dejemos a los Obama, a los Putin, a los Hollande, a las Merkel, a los Cameron, a los Al Asad… complicado convencerlos con un documento no dedicado «al portador». Me conformaré entonces, y con carácter general, con los multicoloridos concejales que ilustran nuestra comarca, !den un paso al frente en esta búsqueda de vida inteligente terrestre!. La costumbre, lo habitual, es una losa, bien lo sé, no obstante centrarse en la consecución de logros para el pueblo representado debiera ser suficiente brújula. Ojo, no confundir éxitos para el «pueblo» representado con «partido» representado. Son palabras que, aunque empezando y acabando exactamente igual, suponen desarrollos opuestos. Los nuevos no se han dado por enterados… Aquí nadie gana, nadie pierde. O todos ganamos o todos perdemos (o así se espera).
Permítame un par de minutos para releerme antes de continuar…
!Menuda disgresión! Todo un ejemplo de lo que no hay que hacer. Inaguro con la búsqueda de vida extraterrestre, continúo con una moralina acerca del Hombre, lanzo un zarpazo al corazón con el recuerdo de aquella playa turca, contraataco con la cruzada en pos de la vida inteligente terrestre, me revuelvo con una crítica a la política mundial y remato con un dardo indiscriminado a los consistorios locales. Aquí me tienen, disparando a diestro y siniestro como si tal cosa. Otro articulista autoerigido sobre el bien y el mal asombrándonos con su insignificante opinión. !Madre mía!
Pobre de mí. No soy más que otra bestia humana atormentando a golpes un teclado, bestia de indómita lengua e incorregible pensamiento. Pero una bestia que sueña inteligencia.
Por cierto, ¿qué tal las fiestas?, ¿bien?