La negativa del Consejo Parroquial de la Iglesia de San Bartolomé de Petrer de retirar la simbología franquista del interior del templo no es un hecho aislado. Viene a confirmar lo que viene a ser una norma general: la Iglesia Católica está dirigida y tutelada por su sector más reaccionario, atenazada por el sectarismo y la falta de convicciones democráticas, alejada de la realidad social en la que se desenvuelve y muy distinta de la iglesia renovada de la Transición donde los acuerdos del Concilio Vaticano II se plasmaban en España a través del cardenal Enrique y Tarancón.
Cuando en 2007 el Congreso de los Diputados aprobó la tímida Ley conocida popularmente como de “Memoria Histórica”, el Partido Popular puso el grito en el cielo, (nunca mejor dicho) y ello a pesar de las grandes limitaciones y carencias que la Ley contemplaba en su aplicación y que no es momento de profundizar aquí. Sólo precisar que volvieron a oírse las viejas voces del nacional-catolicismo franquista. Nos hablaban de que la nueva Ley iba a reabrir viejas heridas cuando éstas nunca fueron cerradas, pues sólo la verdad, la justicia y la reparación pueden hacerlo, jamás el olvido. Ocultaban o manipulaban nuestra Historia más reciente con la peregrina idea de que la democracia surgió en 1978 como por arte de magia, cuando la realidad es que la Segunda República de 1931 a 1939 supuso la primera experiencia de un régimen democrático surgido de la voluntad popular. Incluso se mostraban comprensivos con el golpe militar del 36 que derivó en guerra civil argumentando que en España reinaba un caos insoportable, cuando la causa primera fue el miedo de la oligarquía a ceder parte de sus privilegios ante las moderadas reformas del legítimo Gobierno republicano.
El que 34 años después de recuperada la democracia política y más de setenta de la guerra Civil, haya sectores que se empeñen en vincular la memoria de sus víctimas a la simbología franquista significa que hemos avanzado poco. Nadie puede negar el derecho ciudadano a la memoria personal y familiar, como así lo hizo el franquismo y todavía lo cuestiona la derecha más reaccionaria, pero ejercer ese derecho en un espacio público y bajo los lemas de un régimen dictatorial que nunca respetó los derechos humanos más elementales le hace un flaco favor, tanto a la Iglesia como a la memoria de las víctimas.
Por nuestra parte, desde Esquerra Unida, seguiremos luchando para recuperar la memoria democrática de este país encarnada en quienes sufrieron persecución por defender el gobierno legítimo, las libertades democráticas y la justicia social, y por hacer imposible el regreso del fascismo cualquiera que sea la forma que adopte.
Por CONSELL POLÍTIC ESQUERRA UNIDA PV PETRER