Una semana más nos levantamos conociendo una triste noticia: en Agres un agricultor de 80 años ha sufrido un accidente con su tractor en el campo que le ha provocado la muerte.
Se trata de terribles situaciones que vienen repitiéndose a lo largo de los años con relativa asiduidad en todo el territorio nacional. Además, en los últimos meses lamentablemente han protagonizado la actualidad también en nuestra provincia.
Desde LA UNIÓ consideramos que, a la desgracia particular de cada suceso de estas características, es necesario sumarle una reflexión, un análisis más amplio de este tipo de accidentes. Por ello, planteamos a la opinión pública una cuestión: ¿Qué ocurre para que estas personas mayores estén en el campo? ¿En qué condiciones desempeñan sus tareas?
Es cierto que existen características propias de cada finca, su orografía, las condiciones de las parcelas o de los cultivos que pueden influir en la siniestralidad del lugar y propiciar accidentes con los tractores si no se conoce suficientemente la zona o el entorno del terreno.
No obstante, la cuestión va más allá. A pesar de que se trata de accidentes fortuitos propios del ser humano que pueden afectar a cualquier persona, es cierto que el porcentaje de personas accidentadas es altísimo en personas de edad avanzada. Así, ojeando levemente la hemeroteca de las últimas semanas encontramos cinco casos de personas de edades entre 57 y 80 años fallecidas en las mismas circunstancias en varios puntos del país. Solamente en las comarcas de El Comtat y L’Alcoià, entre 2002 y lo que llevamos de 2015, se han registrado 18 muertes de estas características y numerosos heridos, algunos de gravedad.
La Unió considera que incide mucho en estos casos el hecho de la falta de atractivo económico que en los últimos años vive la agricultura en nuestro país, lo que propicia el abandono de las tierras por parte de la gente joven y que no exista un relevo generacional en este sector. Si existiera dicha motivación, los propietarios de las explotaciones agrarias invertirían en la adecuación de las plantaciones, lo que provocaría que la siniestralidad descendiera considerablemente.
Es el caso de comarcas alicantinas, como El Comtat o L’Alcoià, con parcelas pequeñas, heterogéneas e irregulares, cercanas a ribazos con accesos sinuosos y mal conservados, donde la circulación de vehículos es difícil y donde se sufren más accidentes con los tractores, como el ocurrido esta semana.
Así, muchos de estos accidentes los sufren personas jubiladas o que explotan sus tierras a tiempo parcial, en su tiempo libre o de ocio, fuera de su jornada laboral dedicada a otros sectores. Es decir, agricultores no profesionales con unos conocimientos escasos de los cultivos o de la orografía y, sobre todo, con maquinaria anticuada o en malas condiciones y sin las protecciones fundamentales necesarias.
Ante estos hechos, La Unió no puede más que lamentar esta realidad y denunciar la precaria situación que vive el campo español en materia de ayudas y subvenciones, porque cada vez que un agricultor, cuya edad no le permite desarrollar unas habilidades concretas, se sube a un tractor anticuado o deteriorado, es su vida la que está en peligro.
La vida es mucho más que una mera estadística. Más que una tabla con datos y cifras. Detrás de estos números inanimados se encuentran personas, familias enteras, que intentan disfrutar de una pasión como es la actividad agrícola. Facilitémosles las condiciones y evitemos sucesos fatales de este tipo ayudando a la regeneración de la economía en la agricultura y a la participación de los jóvenes en ella.
Por Gonzalo Cots, Responsable sectorial de herbáceos de La Unió de Llauradors