Después de la Fiesta de Moros

Para ser justos, debemos empezar este escrito hablando de la grandiosidad de estas fiestas de Moros y Cristianos que acabamos de disfrutar, unos viendo y otros participando en los desfiles, que por unos días alegraron las calles de nuestra ciudad, con la vistosidad de sus trajes y la emotiva alegría que dan al conjunto las numerosas bandas de música. Felicitamos a los responsables del Boato, tanto de Moros como de Cristianos, aunque para ser sinceros, el del desfile infantil nos resultó algo pobre en cuanto a música y expresión artística se refiere. Se comentaba que a última hora había fallado el equipo, pero igualmente pensamos que esos contratiempos  habría que   tenerlos previstos de antemano y  que se debía emplear un poco más de ingenio y fantasía en ese acto, ya que de niños se trata. Pero ¡en fin!  Los niños desfilaron con el entusiasmo y la alegría a  que nos tienen acostumbrados. Y solo una queja más, hemos observado que los tractores que arrastran a las carrozas, despiden bastantes gases por la combustión de gas-oil y que en ellas van casi exclusivamente niños de muy corta edad (algunos de meses) y no nos parece muy saludable pasar las cuatro o cinco horas que dura cada desfile respirando tan directamente esos vapores. Sería muy recomendable para su salud que se estudiara el medio de solucionar ese tema. Por lo demás, todo muy espectacular y muy atractivo, y el ambiente, como siempre muy festivo y agradable.

Bueno, dejando a un lado el capítulo de lisonjas y parabienes, vamos con otro tema que nos gustaría comentar, también relacionado con las fiestas, pero queremos llegar un poco más allá.  Se trata de la limpieza o mejor dicho, de la suciedad de las calles, las aceras y las travesías cubiertas. Un tema en el que estamos implicados todos.

Empezando por el principio, hemos podido observar que la gente deja mucho que desear en cuanto a comportamiento cívico se refiere, tirando por el suelo vasos vacíos, bolsas de plástico, papeles de publicidad, restos de comida, botellas de bebida de cristal que en muchos casos se rompen, quedando los cristales esparcidos por el suelo, etc. etc. Pero por otro lado hemos observado también la insuficiencia de papeleras y contenedores donde arrojar estos desperdicios, sobre todo en estos días en que la población de Elda y una gran cantidad de visitantes, circulan por nuestras calles prácticamente las 24 horas del día. Y la verdad, resulta patético ver el estado tan deplorable en que queda el pueblo cuando acaban los desfiles. En cada esquina del recorrido, debía haber un contenedor o cubo de estos de goma para evitar que la gente tire las cosas al suelo.

Por otra parte tenemos el problema de las aceras, donde ya en la fiesta nocturna, se tiran, o se caen, bebidas; se da rienda suelta, sin recato alguno, a las variadas necesidades fisiológicas que el exceso de líquidos lógicamente produce en el cuerpo humano, y allí se queda, pues el personal de limpieza solo se ocupa de la calzada, y de los residuos sólidos, quedando las aceras tan sucias, pegajosas y olorosas, que resulta verdaderamente penoso transitar por ellas.

Creemos que esta imagen de suciedad no dice mucho en favor de unas fiestas tan renombradas y tan admiradas dentro y fuera de nuestra provincia e incluso de nuestras fronteras. Y si todo esto ya se sufre durante los días de fiesta    en los que la gente que SÍ usa las papeleras, se siente un poco más beligerante contagiada por el ambiente festivo (aunque con un toque de indignación), cuando acaban las fiestas y no tenemos la suerte de que caiga un buen chaparrón, el ambiente se vuelve insoportable, por el hedor que se respira por doquier de bebidas derramadas, y  de otras cosas más fuertes y por suerte no identificables (pero fáciles de adivinar ), en las esquinas.

Por favor, denles una buena pasada a estas aceras, pero con algún producto desinfectante y agua, mucha agua, como así mismo en los lugares más transitados como parques, jardines y pasajes cubiertos, como el que va de la Plaza Mayor a Ortega y Gasset, que en ese tramo,  ya es para llevar mascarilla; nos consta que la empresa adjudicataria dispone de los medios necesarios para llevarlo a cabo.

Debían plantearse el establecer algún tipo de sanción a los bares con terraza que ocupan la acera, y que no limpian el lugar que ensucian diariamente; muchos de ellos se limitan a barrer, pero eso no es suficiente. Los clientes lo agradecerían y los viandantes también, más que nada por higiene. Pero claro, para eso habría que vigilar.

Recordamos que hace años, cuando la subida (espectacular) del recibo de la limpieza de calles y recogida de basuras, se habló de una maravillosa máquina que quitaría los restos de chicles de las aceras, y una pintura especial para las pintadas de las paredes, que dejaría el pueblo como los chorros del oro. Nosotros pagamos (y lo seguimos haciendo) pero la limpieza brilla por su ausencia y nuestras calles siguen luciendo esos abundantes y negros lunares con que nos obsequian muchos de nuestros incívicos paisanos.

¿Qué nos está pasando? ¿Nos hemos vuelto todos negligentes y pasotas de repente? ¿Nos importa un pito nuestro pueblo y el aspecto de dejadez y suciedad que presenta? Nosotros, los ciudadanos, cumplimos con la parte que nos toca, que es ¡cómo no! pagar, pero ustedes y hablamos de la Corporación Municipal, ni por asomo cumplen con la suya. Una ciudad limpia y cuidada dice mucho en favor de sus gobernantes y de sus habitantes. No sean cicateros. Y por supuesto que esto no se limita solamente al final de las fiestas de Moros, dentro de nada tendremos las Fiestas Mayores y las Fallas.

Señores, menos luces y más fregona.

 

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