Casi me roban el coche, mi amado “Ferrari”. La verdad, aún no me acuerdo si en algún momento les dí permiso para que lo hicieran y no me acuerdo, quizá sí. Aunque en realidad no sé muy bien si lo necesitaban, es lamentable. Pero más lamentable es que en las últimas semanas estemos siendo víctimas de intentos de robo de coches, seguramente, a manos de chapuzas y despojos de la sociedad. ¿Si se supone que para lo único que sirven es para eso y ni siquiera lo saben hacer bien para que los queremos? Supongo que tiene que haber de todo, gente que trabaje y gente sinvergüenza que se dedique a robar a aquellos que los están manteniendo. ¡Desagradecidos!
En realidad, doy gracias a que mis padres me educaron para que pidiera permiso antes de coger algo que no es mío y que compartiese lo que es mío si me lo piden. A lo mejor estos individuos no están educados para vivir en sociedad, a lo mejor no se merecen las oportunidades que les brinda esa misma sociedad pudiendo aniquilarlos.
En realidad no estoy cabreada por encontrarme la puerta rota, todos los cables del coche fuera de su sitio o que mi cartera no estuviese en la guantera. ¡Qué va! Estoy decepcionada, creía en las segundas oportunidades y en las reinserciones sociales que este tipo de individuos, por ser fina, se merecían. Ahora, no sé muy bien si se las merecen o si simplemente se aprovechan de estúpidos trabajadores que sólo trabajan para vivir y que les ayudan como más buenamente pueden, dejando sus coches en la calle y confiando en que ningún maleducado se lo va a intentar robar.
Pero más fantástico fue la reacción de “nuestras fuerzas de seguridad”: si por aquel barrio hay un par de perlas… ¿Y no hacéis nada? ¡Me parece fantástico! Seguir sentados, no os canséis.