Eran las cuatro y media de la madrugada del sábado al domingo 31 de octubre. Había llovido y apenas había movimiento, así que José Francisco Almarcha Martínez y su compañero marchaban de patrulla rutinaria por la ciudad con poco que reseñar. Entonces vieron un espeso humo negro en la avenida de Madrid y advirtieron que sería una noche movida. Sus temores se hicieron realidad conforme se acercaban: la humareda provenía de una calle transversal, la Convento, en la que se había iniciado un incendio.
El protocolo estaba claro y se puso en marcha con celeridad: pedir refuerzos, despertar y alertar a los vecinos y desalojar el edificio. “Ya había mucho humo y las paredes de la escalera estaban ennegrecidas”, recuerda Almarcha; “las llamas provenían del segundo piso”. Los que más difíciles tenían salir eran los vecinos de los pisos superiores, algunos de ellos ya veteranos y con poca movilidad. Almarcha y su compañero fueron ayudándoles a bajar a la calle, mientras otros agentes despejaban la zona para el acceso de los bomberos y la ambulancia.
Aparentemente estaban ya todos debajo, a pie de calle, cuando desde el último piso del edificio una joven pareja pedía auxilio. El humo era incluso más denso y las llamas consistentes: no había mucho tiempo. Actuando por instinto, y en menos de diez minutos, Almarcha ascendió por un edificio contiguo y saltó a la terraza del incendiado, salvando una distancia de dos metros. A la joven pareja le acompañaban un pequeño de cuatro años y un bebé de apenas un mes: el techo de uralita estaba húmedo y sólo era fiable la viga central. Primero ayudó al niño, después recogió al bebé y aupó al joven, para al final, entre los dos, ayudar a la reciente madre a salir de aquella peligrosa situación.
La familia fue trasladada al hospital en ambulancia, pero apenas tenían que lamentar el gran susto que habían vivido. Otras cuatro personas resultaron intoxicadas por inhalación de humo, dos de ellas de carácter grave funcional y las otras dos de carácter leve. “La vivienda ha quedado bastante afectada”, declararon entonces los Bomberos. Parece que la causa del incendio fue una estufa de gas.
En el pasado pleno se decidió por unanimidad, a proposición de la junta de mando, la concesión de una distinción a don José Francisco Almarcha Martínez por su meritoria labor y a todos los compañeros que participaron aquel día en el rescate de las personas afectadas por el incendio. Será, en fecha a confirmar, en el centro de preparación para agentes en Cheste: la medalla será blanca para los compañeros, la de Almarcha llevará un distintivo rojo, en reconocimiento a la peligrosidad de la intervención. Hijo del también policía local José E. Almarcha, que se jubiló en el pasado septiembre siendo en sus últimos años una de las caras más reconocibles de la plantilla, nuestro protagonista se quita mérito: “simplemente los vi yo en aquel momento y reaccioné en aquel momento, pero fue la actuación conjunta del cuerpo la que aseguró la situación. Esta distinción es un orgullo para mí y para el todo el cuerpo”.