Desde el colosal acueducto de Segovia que nos legó la época romana hasta las rudimentarias máquinas de perforación de pozos con el que nuestros abuelos y bisabuelos regaron la huerta valenciana, los esfuerzos por dominar el líquido elemento son una constante en la historia del ser humano. En la actualidad, y en un contexto de creciente desertización de territorios y hábitats a nivel mundial, tecnologías cada vez más sorprendentes se están empleando para ayudar en la gestión sostenible del agua. Por ejemplo, ¿sabían que ya se ha empleado exitosamente nanotecnología –microbots- en procesos de depuración de aguas?
Acueducto de Segovia: Hito arquitectónico y ejemplo del conocimiento hidrológico de los romanos.
Suena a ciencia ficción, pero diminutos robots –de escala nanométrica- están siendo cruciales en la limpieza del río Tamsui en Taiwán: equipados con sensores y capacitados para adsorber (es decir, son capaces de atraer y retener moléculas específicas), su labor está reduciendo drásticamente los metales pesados y contaminantes orgánicos que plagaban el río. Al calor de este y otros proyectos pioneros, las investigaciones se suceden y se espera que en los próximos años estos nanobots sean agentes de limpieza altamente efectivos de partículas de aceite y tinta, cuya presencia contaminante en ríos y océanos es un problema a nivel mundial.
La tecnología de desalinización también ha avanzado en los últimos tiempos de forma agigantada. En Arabia Saudí, 4 de cada 5 litros de agua que se consumen en el país proviene de plantas desaladoras. Sin ellas no podrían sostener el crecimiento demográfico, y lo mismo les pasa a otros países de la región de Oriente Próximo, que se han convertido –necesidad obliga- en la vanguardia de este campo. La planta desaladora más grande del mundo, por ejemplo, se encuentra en Sorek (Israel) y emplea un revolucionario sistema de membranas dispuestas en un arreglo vertical, lo que reduce la necesidad que tienen las desaladoras tradicionales de recipientes a presión, colectores, equipos de control e instrumentación. El ingenio no solo mejora la eficiencia operativa de la planta, sino que también aumenta su capacidad y reduce su tamaño físico.
El uso de nanobots son ejemplo paradigmático de cuánto han evolucionado los tratamientos para mejorar la calidad del agua.
Otro desarrollo tecnológico que está dando mucho que hablar es la fotocatálisis. En este sistema se utilizan materiales fotocatalíticos, como el dióxido de titanio, para descomponer contaminantes orgánicos y compuestos químicos presentes en el agua mediante la acción de la luz solar o lámparas UV. Este proceso de oxidación avanzada es altamente efectivo para eliminar contaminantes recalcitrantes que son difíciles de tratar con métodos convencionales. Además, la fotocatálisis puede ser una solución sostenible, ya que aprovecha fuentes de energía renovable, como la solar, para impulsar la purificación del agua.
Lo mejor de todo este esfuerzo en investigación y desarrollo es que se está trasladando a los hogares y las empresas. Los modernos sistemas de ósmosis inversa desechan cada vez menos litros en sus procesos de filtraje, los descalcificadores que se instalan en el hogar tienen progresivamente una mayor vida útil y los tradicionales “botelleros” (que seguían generando un gran problema de plásticos asociado) están siendo sustituidos por eficientes fuentes de agua. Una empresa española sin ir más lejos, Grupo Aqua Ecologic Blue, está a la vanguardia con un modelo de fuente de agua con seis filtros, que incluso proporciona agua alcalina (con potenciales beneficios para la salud según señalan algunos estudios), por un precio asequible.