En un juego tan físico y tan intenso como el balonmano, la profundidad de banquillo es un aspecto esencial para tener éxito, sobre todo cuando el partido enfrenta a equipos parejos y se disputa cada balón. Ejemplo de esta máxima la vivió en sus carnes el Bm. Petrer el pasado fin de semana cuando, después de estar bordando el encuentro, le sobrevino el desplome físico a diez minutos del final y el Orihuela tuvo tiempo para remontar e imponerse a la escuadra petrerí.
Hasta siete bajas llevaba el equipo en su visita a Orihuela, y ya se sabía que la empresa iba a ser muy difícil. Por ello, el equipo apretó desde el principio, jugando preciso y muy concentrado, buscando despegarse en el marcador para después administrar la renta en el tramo final del partido. No pudo ser, pues el combativo equipo de la Vega Baja se empleó con garra para no dejar marchar al Bm. Petrer, que sólo pudo ponerse en ventaja mediada la segunda mitad. Así, a 10 minutos del final, los chicos de Kike Amat iban tres goles arriba y tenían posesión. Minutos antes habían perdido a Salva, que en una jugada fortuita se había abierto una brecha en la barbilla. Cuatro jugadores, sin recambios, llevaban todo el partido sobre el campo. Amat pensaba que con un gol más podría mantenerse la ventaja hasta el final, y estuvo muy cerca de lograrse, pero se desperdició una clara ocasión y las tornas empezaron a cambiar. Diez minutos después, y con el equipo exhausto, el Orihuela había logrado voltear el marcador.
“Felicito a mis jugadores porque han jugado un gran partido, creo que el mejor hasta ahora, y lo han dado todo”, comenta el entrenador, “pero al final el bajón físico ha sido determinante”. Con la moral rearmada pese a la derrota, y con una semana de descanso en el que esperan recuperar varios jugadores lesionados, el Bm. Petrer se medirá a otro duro rival, el Benidorm, el próximo viernes a las nueve y media en casa, en un horario atípico por la inminente Festa dels Capitans.