Como un soplo de aire fresco al alba, el cuarto día de Fiesta hizo su aparición, aguardando la celebración matinal del Desfile de Honor y posterior eucaristía y la Entrada Mora, con su espectáculo asegurado.
Los comparsistas se reunieron por la mañana en la calle País Valencià para acompañar a sus capitanías en el Desfile de Honor, que dio comienzo a las once de la mañana con especial protagonismo para la Comparsa de Berberiscos. El acto, que contó con la participación de autoridades civiles, festeras y eclesiásticas, concluyó en el templo parroquial, encargado de acoger la Santa Misa en honor a San Bonifacio. Presidiendo la eucaristía y ocupando la sagrada cátedra estuvo Miguel Ángel Cremades Romero, vicario judicial, canónigo de la S. I. Concatedral de San Nicolás de Bari y profesor del teologado diocesano de Alicante. Tras la eucaristía, se inició un nuevo pasacalles que condujo a los festeros a sus cuartelillos para disfrutar de una nueva comida de hermandad, en la que recuperaron la energía necesaria para afrontar los preparativos de la Entrada Mora.
Y es que el segundo gran desfile de la Fiesta arrancó a las cinco y media de la tarde, con un espectacular boato ideado por la Comparsa Berberiscos. Comenzó la apertura con una representación del castillo de Petrer, con dos torres y las puertas, que, empujadas por los portadores, desunían las torres en los pasos de calle más estrechos y las volvían a acoplar en los ensanches. Después unos soldados de la armada, vestidos como Marinos, eran apresados por los piratas Berberiscos en pleno asedio. Tras ellos, un escuadrón de fieras guerreras piratas, en colaboración con la comparsa de Piratas de Elda junto a su escuadra Polvorillas y la agrupación musical Sotavento Pirata.
La carroza irrumpió después, simulando una taberna pirata, donde los victoriosos guerreros celebran la toma de la plaza. También apareció el palacio del capitán berberisco victorioso, harén y baile ceremonial incluido, a cargo del Ballet de Adán Rubio. Finalmente, cerrando el boato, las capitanías antiguas formadas en bloque desfilaron acompañadas de estandartes.
El desfile continuó con el resto de las comparsas de la media luna, mostrando su majestuosidad a un público entregado, y fueron relegadas por los cristianos.
Cerrando el desfile, La Chusma, lleno de referencias a la actualidad nacional de este último año, con la aparición del Pequeño Nicolás, haciendo de la suyas, hasta los líderes políticos nacionales, disputándose el voto, pasando por una parodia de los mediáticos programas de cocina. Ya entrada la noche, los festeros se retiraron a los cuartelillos para darlo todo en la última noche de fiesta.