Rufino, gerente de la popular bocatería ubicada en la Plaza de España, conocida por su mismo nombre, nos cuenta que su afición por los cactus “viene de lejos”, y que lleva muchos años coleccionándolos. Adquiridas principalmente en mercadillos, y después crecidas y cuidadas bajo su tutela, pero también provenientes de muchos regalos que amigos y clientes que, conocedores de su afición, le han ido haciendo durante años, Rufino comenta que, al balcón de su casa, y en su propia casa de campo, “apenas se puede entrar” de la cantidad que ha reunido. De unos años para acá, ha decidido mudar parte de su colección al local, ofreciendo al declaración una decoración compuesta por más de 30 variedades distintas, de la que intenta que “no se repita ninguna”.

El mundo alberga más de 200 géneros de cactus (alrededor de 2.500 especies), en su mayor parte adaptadas a climas áridos, y de una gran variedad morfológica. Rufino, a las suyas, las cuida con dedicación, con atención para que no se le mueran por sobreabundancia de regado o por las plagas que pueden afectarles, “pero de vez en cuando se me muere alguna, principalmente en heladas”. Sin embargo, con un poco de suerte, muchos de los cactus se recuperan y vuelven a brotar, prácticamente de cero, pasado el frío.

Amenizando nuestra estancia en el local, Rufino nos deleitó, como hace en alguna ocasión a sus clientes, con unas canciones de acordeón, que Rufino ha aprendido de manera autodidacta tras adquirir uno de importación de la localidad italiana de Castelfilardo, cuna de fabricación mundial de este peculiar instrumento.